Chequera contra el fracaso escolar
Los ensayos para motivar a los alumnos con dinero tienen muchos detractores - El incentivo econ¨®mico s¨®lo funciona a corto plazo - ?Est¨¢ justificado pagar al que no tiene af¨¢n de saber?
Conducir la voluntad de la gente a trav¨¦s del premio y el castigo es tan antiguo como el hombre, como "la idea amenazadora del infierno, del purgatorio y del limbo, que ten¨ªan fuerza disuasoria, no tanto por privarnos del premio de la gloria, sino por evitar el fuego abrasador". El profesor de la Universidad de Valencia Jos¨¦ Gimeno Sacrist¨¢n contextualiza as¨ª el proyecto de tres institutos franceses de FP de premiar con dinero a las clases que cumplan unos objetivos de asistencia, comportamiento y sus resultados. Es decir, lo de siempre, pero metiendo de por medio el dinero como premio aparte de notas y graduaciones. "El castigo puede ser no recibir el premio", dice Gimeno.
?D¨®nde est¨¢ el l¨ªmite a la hora de motivar a los chavales? Si los padres prometen una moto o una consola -c¨¢mbiese por unas zapatillas de marca si los recursos son menores- a final de curso si se aprueba o se sacan sobresalientes, ?por qu¨¦ no va a hacerlo el sistema con los chavales cuyos padres no pueden? Las cr¨ªticas arreciaron en cuanto se anunci¨® la medida francesa y, mientras sus defensores hablan de explorar todas las posibilidades para luchar contra el alarmante fracaso y abandono escolar (en Francia es del 12,7% y en Espa?a, del 31%) que se ceba con los m¨¢s pobres, otros la rechazan frontalmente por ineficaz m¨¢s all¨¢ de una mejora cosm¨¦tica y moment¨¢nea y por traicionar valores b¨¢sicos de la educaci¨®n.
Tres institutos franceses premiar¨¢n a toda la clase a final de curso
Varias decenas de centros de EE UU pagan directamente a cada estudiante
"?Tiene la escuela que comprar a sus alumnos?", se pregunta un experto
Si no se act¨²a en el entorno social, no sirve, dice un analista de la OCDE
El caso es que para muchos ni?os y j¨®venes no es suficiente motivaci¨®n el af¨¢n de saber, ni la satisfacci¨®n de un bolet¨ªn de notas que alegre la vida a sus padres, ni la promesa de un (lejan¨ªsimo para un adolescente) futuro mejor gracias a la educaci¨®n. As¨ª que los responsables escolares de una zona de las afueras de Par¨ªs, Cr¨¦teil, han decidido poner en marcha un programa experimental que consiste en premiar a todos los alumnos de tres clases de sendos liceos profesionales (FP) con dinero al final del curso (para hacer un viaje todos juntos o sacarse el carn¨¦ de conducir, por ejemplo) si cumplen unos objetivos prefijados.
Son chicos a partir de 16 a?os, es decir, despu¨¦s de la educaci¨®n obligatoria, de una zona pobre, "muchos de los cuales tendr¨ªan que trabajar mientras estudian", dice el rector de los colegios de Creteil, Jean-Michel Blanquer, promotor de la idea. Despu¨¦s del aluvi¨®n de cr¨ªticas, Blanquer insiste en el car¨¢cter experimental del proyecto y, sobre todo, en su complementariedad con otras iniciativas para atacar un problema de absentismo muy grave. La mayor¨ªa de los expertos del campo de la educaci¨®n rechazan frontalmente este tipo de medidas, que son un tipo de motivaci¨®n extr¨ªnseca (no tiene nada que ver ni con la escuela ni con el estudio en s¨ª). El psic¨®logo de la Universidad de Rochester (EE UU) Edward L. Deci dice que la investigaci¨®n demuestra que son pan para hoy y hambre para ma?ana, es decir, pueden funcionar a corto plazo pero no a largo, que retirado el est¨ªmulo, se acab¨® la motivaci¨®n. "No creo que sea una buena forma de mejorar el aprendizaje. Es un intento de encontrar un camino f¨¢cil para hacerlo, pero aunque pueda reflejar mejoras inmediatas, a la larga disminuye la motivaci¨®n y el propio aprendizaje", escribe por correo electr¨®nico Deci, que lleva investigando sobre los premios externos para incentivar el estudio desde los a?os setenta del siglo pasado.
Pero que no se asusten los padres, ya que dentro de la familia este tipo de recompensas no tienen por qu¨¦ ser siempre malas, contin¨²a Deci. "Si se hace para presionar, para obligar a hacer algo, las consecuencias son negativas y la motivaci¨®n se disipar¨¢ con el tiempo. Pero bajo las circunstancias correctas de apoyo, y si la recompensa se da como expresi¨®n de cari?o, es muy probable que no sea negativo". Unas circunstancias que dif¨ªcilmente se pueden poner en marcha si la recompensa viene del colegio en lugar de la familia.
Aunque la idea tiene precedentes. Quiz¨¢ los m¨¢s cercanos son los que ha puesto en marcha el economista de la Universidad de Harvard Roland Fryer a la cabeza del Laboratorio de la Educaci¨®n de Harvard. A trav¨¦s de ellos, alumnos en edad de escolarizaci¨®n obligatoria de varias decenas de colegios e institutos de Nueva York, Washington DC y Chicago reciben dinero por sacar buenas notas, buen comportamiento o asistencia.
Estas iniciativas tambi¨¦n han sido muy criticadas con los mismos argumentos que rechazan el proyecto franc¨¦s. Fryer, en distintas entrevistas, ha reclamado que se d¨¦ tiempo a los experimentos, que apenas llevan un par de cursos en marcha, para que sean los datos, los resultados a medio y largo plazo, los que hablen. Adem¨¢s, el economista asegura que se trata simplemente de un complemento, de un plus, y niega que con ello se est¨¦ destruyendo el verdadero inter¨¦s por aprender.
En cualquier caso, la idea francesa se diferencia de la estadounidense, adem¨¢s de en el hecho de que se dirige a alumnos en edad posobligatoria, en que se trata de un incentivo para toda la clase. Para el profesor de la Universidad de Granada Antonio Bol¨ªvar esto es fundamental. "Es colectivo, al grupo, del que adem¨¢s no puede cada uno disponer para lo que quiera. Esto, para m¨ª, la convierte en m¨¢s aceptable. No tengo objeci¨®n contra esta f¨®rmula como ensayo en contextos problem¨¢ticos. S¨ª me opondr¨ªa a generalizarla en todo el sistema, dado que se tienen que seguir primando incentivos internos y personales. S¨®lo cuando ¨¦stos se agotan o no tienen poder motivador, se pueden ensayar otros".
Sin embargo, Gimeno Sacrist¨¢n no cree que la idea pueda funcionar, ni por dirigirse a poblaciones concretas ni por estar dirigidas a todo un grupo. "?A qu¨¦ motivos van a responder quienes han sido desahuciados o se han desahuciado ellos? ?Les va a mover el mejorar el bienestar del grupo y hacer una excursi¨®n? Los absentistas son individuos a los que la presi¨®n del grupo para mejorar su capital les puede importar muy poco". Adem¨¢s, asegura, se tratar¨ªa de una especie de traici¨®n a los valores escolares: "La educaci¨®n debe entenderse como un derecho y un deber. Mal debe de andar la educaci¨®n cuando se acude a estos recursos, en vez de ponerse en el punto de vista del absentista y ver los motivos que tiene para explicarnos su comportamiento y actuar sobre las causas. Creo que la medida parte de supuestos antropol¨®gicos y pedag¨®gicos poco defendibles y demuestra tener un mal diagn¨®stico de la situaci¨®n y un agotamiento de la pol¨ªtica", a?ade. Por su parte, el experto del centro de investigaci¨®n e innovaci¨®n educativa de la OCDE Francesc Pedr¨® tambi¨¦n plantea serias dudas: "Hay que preguntarse hasta qu¨¦ punto es bueno que la l¨®gica de los incentivos financieros entre en el mundo escolar. En el fondo hay una velada traici¨®n a los valores que inspiran la escuela republicana: ?Tiene la escuela que comprar a sus alumnos?", se pregunta.
Pero el caso es que hay un problema, que las grandes soluciones ¨®ptimas no llegan y que los profesores de los centros de zonas marginales se ven cada d¨ªa impotentes mientras muchos chavales caminan sin remedio hacia la exclusi¨®n educativa, que es casi lo mismo que exclusi¨®n social. "Todo depende de c¨®mo se cuente la historia y de los nombres que se le pongan a las cosas. Si hablas de becas a alumnos en riesgo de exclusi¨®n social [medida puesta en marcha en Espa?a para que los alumnos m¨¢s pobres sigan estudiando en lugar de ponerse a trabajar] parece que es una medida progresista y valiente. Si la cuentas diciendo que se va a pagar a los alumnos por asistir a clase, resulta que nos estamos cargando los valores tradicionales", dice el asesor educativo del Banco Mundial Juan Manuel Moreno. "Lo que hay en nuestros sistemas masivos y supuestamente democr¨¢ticos de educaci¨®n es un creciente problema de abandono y fracaso, que por supuesto tiende a afectar m¨¢s a determinados grupos sociales. Y para parar la hemorragia hacen falta otras medidas, como becas e incentivos de todo tipo para crear mejores condiciones que permitan retener m¨¢s tiempo en la escuela a nuestros j¨®venes", a?ade Moreno.
"A falta de motivaciones intr¨ªnsecas, se recurre a incentivos econ¨®micos. Se pueden lamentar los valores de la escuela republicana, pero en un momento en que los adolescentes no sacrifican el esfuerzo en el presente por un futuro prometedor, los incentivos deben ser m¨¢s inmediatos". Pedr¨®, por su parte, admite que puede entender la frustraci¨®n que conduce a este tipo de iniciativas, pero no le parecen aceptables; no es lo mismo una beca-salario para el que quiere estudiar pero no puede hacerlo porque tiene que trabajar y aportar as¨ª dinero a la familia, que atraer hacia el estudio con una zanahoria hecha de billetes.
Lo que en cualquier caso tanto unos como otros admiten es que las medidas tienen que ir m¨¢s all¨¢, sobre todo, atacar las causas ajenas a la escuela que condicionan el fracaso de muchos alumnos. Hace unas semanas, el estudio de exclusi¨®n social de Caixa Catalunya volv¨ªa a insistir en una idea muchas veces repetida: que la educaci¨®n y el contexto socioecon¨®mico y cultural de los padres pesa m¨¢s que cualquier otro factor en el ¨¦xito escolar: el riesgo de fracaso es 10 veces mayor en hijos de personas con educaci¨®n b¨¢sica que en los de universitarios. Pero quiz¨¢ lo m¨¢s interesante del informe era que iba un paso m¨¢s all¨¢ del diagn¨®stico y reclamaba para solucionarlo medidas ajenas a la escuela, pol¨ªticas que incidieran en la familia.
"No hay que olvidar que la desafecci¨®n escolar y el corolario del absentismo o el abandono son el resultado de m¨²ltiples factores. Como se ha puesto de manifiesto reiteradamente en el ¨¢rea metropolitana de Par¨ªs, ninguna intervenci¨®n educativa tendr¨¢ ¨¦xito si no se act¨²a al mismo tiempo sobre el entorno social y econ¨®mico y las consiguientes oportunidades para los j¨®venes. Quiz¨¢s ser¨ªa m¨¢s positivo, con un volumen parecido de gasto, un esfuerzo de evaluaci¨®n y seguimiento individual de los alumnos y la consiguiente propuesta educativa personalizada", concluye Pedr¨®.
Contantes y sonantes
En los ¨²ltimos a?os, los pa¨ªses desarrollados han ido poniendo en marcha distintas iniciativas que implican incentivos econ¨®micos directos para aumentar la motivaci¨®n de los alumnos. ?stos son algunos ejemplos:
- Para toda la clase. Tres clases de tres institutos de FP de las afueras de Par¨ªs dispondr¨¢n de un bote inicial de 2.000 euros para seis semanas, susceptible de aumentar si se cumplen los objetivos de asistencia, resultados escolares, de disciplina y orientaci¨®n. Las clases m¨¢s cumplidoras podr¨¢n acumular a final de a?o 10.000 euros. Ese dinero financiar¨¢ un proyecto com¨²n pactado de antemano entre los alumnos y los profesores (un viaje, por ejemplo). La iniciativa ha partido del responsable de los colegios de la zona.
- Buenas notas. 5.800 estudiantes de nueve a?os (el 4? curso de EE UU) y de 12 (el equivalente al 1? de ESO espa?ol) de centros p¨²blicos de Nueva York pueden ganar hasta 250 d¨®lares al a?o, los peque?os, y hasta 500, los mayores, por sacar buenas notas en 10 evaluaciones de lectura y matem¨¢ticas a lo largo del curso. Es un proyecto del Laboratorio de Educaci¨®n de Harvard.
E50 d¨®lares cada dos semanas. 2.700 alumnos de 11, 12 y 13 a?os de 14 escuelas de Washington D.C. participan en un programa que premia a los estudiantes seg¨²n su asistencia, comportamiento y otras tres medidas acad¨¦micas que establece el centro (por ejemplo, hacer los deberes u obtener buenas notas). Ganan de media 50 d¨®lares cada dos semanas, unos 750 al a?o; los mejores pueden llegar a ganar el doble. Tambi¨¦n est¨¢ dise?ado por el laboratorio de Harvard.
- La mitad del dinero, al graduarse. 25 institutos de Chicago participan en un programa en el que los chavales de 9? y 10? (el equivalente a 3? y 4? de la ESO) reciben dinero cada seis semanas si sacan buenas notas en ese periodo: la mitad se les ingresa inmediatamente, y la otra mitad la reciben dos o tres cursos despu¨¦s, s¨®lo si llegan a graduarse en el instituto. Cada alumno puede llegar a ganar 2.000 d¨®lares al a?o. Tambi¨¦n es una iniciativa dise?ada por el centro de la Universidad de Harvard.
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