Costa a Camps: "Ya est¨¢ bien, presidente"

Francisco Camps, seg¨²n los que le conocen, es un hombre que vive en un plano muy distinto al de la realidad que aprecian los dem¨¢s a simple vista. Tanto que es capaz de decir, y forzar a su siempre fiel Canal 9 a que le siga, que en la reuni¨®n en el parador de Alarc¨®n con Mariano Rajoy la semana pasada s¨®lo se habl¨® de una dimisi¨®n: la de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero.

La obsesi¨®n de Camps por difuminar la realidad hasta que coincida con sus deseos le ha llevado en la ¨²ltima semana, la m¨¢s dura desde que lidera el PP valenciano, a enga?ar a todos, pero en especial a su n¨²mero dos, Ricardo Costa, y a su presidente, Mariano Rajoy, en una huida hacia adelante que estall¨® definitivamente ayer.

Fabra comi¨® con Camps y trazaron un acuerdo que dur¨® unas horas

Trillo llam¨® a los Costa para intentar que arreglaran el desaguisado del l¨ªder

Todo arranc¨® el jueves pasado. Camps cre¨ªa que pod¨ªa dejar pasar los d¨ªas sin m¨¢s. Incluso le hab¨ªa asegurado a Costa, con el que hablaba hasta 10 veces diarias, que Rajoy nunca le pidi¨® su cabeza. En su af¨¢n por crear ese mundo paralelo, Camps lleg¨® a decirle a Costa: "Para tu tranquilidad: si te vas t¨², me voy yo".

Pero el jueves todo se complic¨®. Mientras Rajoy segu¨ªa esperando a que su amigo Camps destituyera a Costa, y recib¨ªa cr¨ªticas por su inacci¨®n, Esperanza Aguirre se adelant¨®. A media tarde expuls¨® del Grupo Popular a sus tres diputados imputados. Y G¨¦nova ardi¨®. Rajoy quedaba de nuevo desairado por su gran rival.

La presi¨®n a Camps se hizo m¨¢s intensa. Y ¨¦ste llam¨® a Costa, de noche. Por primera vez pronunci¨® la palabra "dimisi¨®n", pero ni siquiera se la pidi¨® expresamente. Simplemente se lo dijo como reflexi¨®n. Costa contest¨® que no dimitir¨ªa, que no hab¨ªa hecho nada, que le cesaran si quer¨ªan. Le cont¨® a su jefe que estaba destrozado, que quer¨ªa irse de puente. "Vete tranquilo", le dijo aqu¨¦l.

El viernes, el presidente sigui¨® enga?ando. A G¨¦nova -sede nacional del PP- le cont¨® que ya hab¨ªa pedido la dimisi¨®n, a Costa que no se preocupara. Hasta que Rajoy orden¨® un ultim¨¢tum. G¨¦nova amenaz¨® con expulsar a Costa desde Madrid, y para evitar la humillaci¨®n Camps le llam¨® a Le¨®n, donde estaba ya de puente. "Yo no quiero, pero G¨¦nova me exige tu cese", le dijo. Y sigui¨® llamando, una y otra vez, a Costa y a Rajoy para tratar de que nadie se enfadara con ¨¦l, su gran obsesi¨®n.

Costa rechaz¨® dimitir y Camps intent¨® ganar tiempo. No le ces¨®, como le ped¨ªa G¨¦nova. Convoc¨® el martes una reuni¨®n para cesarle "temporalmente". "Estoy muy preocupado por ti", le dec¨ªa una y otra vez por tel¨¦fono. A partir de ese momento, Camps se puso manos a la obra para evitar lo que m¨¢s tem¨ªa: una reuni¨®n del Comit¨¦ Ejecutivo en la que se viera finalmente que el Rey est¨¢ desnudo, que ya no controla el partido, que su amistad con ?lvaro P¨¦rez, El Bigotes, y su empe?o en no dar ninguna explicaci¨®n -siempre mandaba a Costa a darlas- hab¨ªan machacado su imagen.

Camps pidi¨® ayuda a G¨¦nova para controlar esa reuni¨®n -Dolores de Cospedal llam¨® a Carlos Fabra y al zaplanista Jos¨¦ Joaqu¨ªn Ripoll para pedirles calma- mientras pensaba en c¨®mo contentar a Costa para evitar la ruptura. El martes, mientras su secretario general se defend¨ªa p¨²blicamente con un comunicado en el que recordaba que ¨¦l lleg¨® a la secretar¨ªa general cuando El Bigotes ya lo hac¨ªa todo en el PP -lo que apuntaba a Camps, que fue quien lo fich¨®-, el presidente volv¨ªa a llamarle para buscar un acuerdo y quedaba a comer con Fabra, el bar¨®n castellonense, imputado por varios delitos fiscales y de tr¨¢fico de influencias.

Camps quer¨ªa a toda costa evitar una votaci¨®n. Sab¨ªa que la destituci¨®n de Costa podr¨ªa contar con los votos en contra de los dirigentes de Castell¨®n, liderados por Fabra, y que los zaplanistas de Alicante le dir¨ªan: "Si Costa se va por sus relaciones con El Bigotes, ?por qu¨¦ no se va tambi¨¦n Camps, que era su "amiguito del alma?" Fabra estableci¨® las condiciones de Costa. No habr¨ªa dimisi¨®n, como quer¨ªa Costa, y no se votar¨ªa nada, como quer¨ªa Camps, ni hablar¨ªa nadie. El presidente no le dijo a Fabra que Costa deber¨ªa dejar de ser portavoz.

El truco funcion¨®. Pero s¨®lo hasta que Rajoy se enter¨®. Camps le enga?¨®. "Vamos a hacer un comunicado en el que le damos por cesado de los dos puestos", le dijo Rajoy. "Bueno", respondi¨® Camps, ya fuera de juego. Costa redact¨® despu¨¦s un comunicado para desmentir a G¨¦nova, que supervis¨® Nuria Romeral, la jefa de prensa de Camps.

Era demasiado. El cruce de llamadas fue dur¨ªsimo, ya de madrugada. Camps segu¨ªa intentando aplacar a Costa. Federico Trillo hizo un ¨²ltimo intento. Llam¨® a Juan Costa, que estaba con su hermano. "P¨ªdele que dimita". "Este entuerto lo ha provocado Camps, debe resolverlo ¨¦l", sentenci¨® el ex ministro ratista. "Puedes conservar tu esca?o de portavoz", ofrec¨ªa Camps, desesperado.

Ayer, todo estaba hecho. Camps se fue a ver a Costa al Parlamento auton¨®mico. Cospedal amenazaba con expulsarlo si segu¨ªa de portavoz. "Es temporal, volver¨¢s", insist¨ªa Camps, siempre en su mundo id¨ªlico. No quer¨ªa aparecer, pero se vio forzado a explic¨¢rselo ¨¦l a los 50 diputados. Los convocaron, api?ados, en el despacho de Costa. El presidente hizo una loa a su mano derecha, deshecho. "Y como me dicen que no dejo hablar, si alguien quiere hablar, que lo diga". El silencio fue terrible. "Ya est¨¢ bien, presidente", cerr¨® Costa, lloroso. La impostura ya no pod¨ªa seguir m¨¢s.