Poder p¨²blico, fines privados
Un aspecto llamativo del caso G¨¹rtel es que personas adultas y con experiencia pol¨ªtica se pusieran en manos de una cuadrilla de facinerosos, asumiendo una fuerte dependencia de ellos. ?lvaro P¨¦rez, El Bigotes, cabeza de la trama en Valencia, le dijo a Garz¨®n que su organizaci¨®n llevaba "el d¨ªa a d¨ªa del partido", mont¨¢ndole "actos casi a diario: m¨ªtines, ruedas de prensa, presentaciones...". Si esas actividades, las propias de cualquier partido, las organizaba una entidad externa, ?qu¨¦ hac¨ªan los dirigentes, asesores y dem¨¢s personal a sueldo del partido? La dependencia llega al extremo de que el secretario general, Costa, le pida a El Bigotes que interceda ante el presidente Camps para que le meta en su Gobierno; y el propio Camps recurre a esa mediaci¨®n para que le consiga una foto con Obama.
Si todo se encarga fuera, ?qu¨¦ hacen los dirigentes y asesores a sueldo del partido?
El pol¨ªtico vocacional y altruista pas¨® a la historia, pero el pol¨ªtico profesional cl¨¢sico, que pone su conocimiento y experiencia al servicio del partido, tambi¨¦n se ha pasado de moda: ahora su trabajo consiste en encargar trabajos a otros. Los informes encomendados por el Gobierno catal¨¢n a asesores externos, muchos de ellos ligados a los partidos que lo forman, han suscitado una emoci¨®n limitada en esa comunidad y apenas ha trascendido fuera de ella. Sin embargo, esa forma de canalizar dinero p¨²blico hacia bolsillos privados o del partido recuerda al montaje de los informes ficticios de Filesa, que tanto esc¨¢ndalo suscitaron a comienzos de los noventa.
Seguramente, no todos los informes son tan esot¨¦ricos como algunos de los que la prensa ha citado desde que se destap¨® el asunto (y que los miembros del Govern se resisten a hacer p¨²blicos, sin duda porque les da verg¨¹enza que se conozcan). En primavera se supo que los hab¨ªa sobre temas como el cultivo de la chufa, el murci¨¦lago Nana o la almeja brillante; o uno que respond¨ªa a la petici¨®n de "argumentos para el fomento del juguete no sexista": alguien estaba a favor de ese tipo de juguetes, pero necesitaba ayuda para saber por qu¨¦. Otros que se han conocido este oto?o son igual de absurdos, como el destinado a conocer la opini¨®n que los ni?os tienen de la consejera de Sanidad o la que los columnistas de la prensa catalana tienen de los partidos del tripartito de Montilla.
En 2007, ese Gobierno encarg¨® 2.967 informes externos, con un coste de 32 millones de euros. De una muestra de 300 analizados por una empresa auditora, 49 fueron considerados superfluos: directamente in¨²tiles o que pod¨ªan haber sido realizados por personal a sueldo del Gobierno. Esos 49 informes costaron 729.000 euros. Extrapolando la cifra en relaci¨®n con los casi 3.000 encargados sale un coste (o sea, un dispendio) de siete millones de euros.
Una iron¨ªa del destino ha querido que uno de los informes, que versaba sobre "buenas pr¨¢cticas en el sector cultural", fuera encargado (por 11.600 euros) al secretario de la Fundaci¨® Orfe¨® Catal¨¤, recientemente destituido por el caso Millet: la estafa de guante blanco por un importe de 20 millones de euros, una parte de los cuales fue canalizada hacia una asociaci¨®n ligada a CiU, a modo de blindaje p¨²blico de la corrupci¨®n particular. Con el a?adido de que la entidad saqueada recibi¨® en los ¨²ltimos diez a?os fuertes subvenciones del Ministerio de Cultura (25 millones de euros), la Generalitat (6,7 millones) y el Ayuntamiento de Barcelona (4,3 millones).
Cuando la econom¨ªa iba viento en popa, no hab¨ªa mucha presi¨®n para que las instituciones subvencionadas rindieran cuentas de la utilizaci¨®n de los dineros p¨²blicos. Est¨¢ por ver si seguir¨¢ siendo as¨ª con cuatro millones de parados, y si los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n tienen repercusiones electorales. Alg¨²n sondeo reciente (P¨²blico, 12-10-09) indica que el PP s¨ª pierde votos (por la corrupci¨®n), pero menos que el PSOE (por la crisis). Esto puede deberse a que a quien gobierna se le considera responsable en alguna medida de no haber impedido la corrupci¨®n; pero tambi¨¦n a que la irritaci¨®n que provoca el desempleo masivo favorece el trasvase de votos del partido gobernante al de la oposici¨®n, mientras que la corrupci¨®n m¨¢s bien favorece la abstenci¨®n.
El descr¨¦dito de los partidos es otro factor que la crisis ha potenciado. Existe el riesgo de que ese descr¨¦dito aliente a su vez el surgimiento de movimientos populistas o antisistema, de insumisi¨®n fiscal o de impugnaci¨®n de la democracia. Hay alg¨²n s¨ªntoma de esto, pero la propia crisis puede ser una ocasi¨®n para que los partidos se reformen internamente, adoptando m¨¦todos de funcionamiento m¨¢s austeros (como la crisis del petr¨®leo de los a?os setenta sirvi¨® para modificar algunos usos del consumo energ¨¦tico) y comprometi¨¦ndose a rendir cuentas del dinero que reciben y administran.
Un experto en la materia propuso hace a?os esta ecuaci¨®n para definir la propensi¨®n a la corrupci¨®n: monopolio de la decisi¨®n p¨²blica, m¨¢s discrecionalidad en la decisi¨®n, menos obligaci¨®n de rendir cuentas. No es casual que la corrupci¨®n tienda a florecer en los periodos o territorios en que la oposici¨®n est¨¢ muy debilitada frente a Gobiernos con mayor¨ªa absoluta. El poder ciega y el poder absoluto ciega absolutamente.
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