La "confederaci¨®n" del Partido Popular
El pasado martes, cuando todo apuntaba a que no habr¨ªa m¨¢s foto ni noticia que la de Zapatero y Obama, nos encontramos con que el PP volv¨ªa a acaparar todos los noticiarios. Esta vez por las sorprendentes maniobras orquestadas por Costa y Camps en la Comunidad Valenciana y la votaci¨®n disidente de los diputados vascos en el Congreso. G¨¦nova se acab¨® imponiendo en Valencia, pero s¨®lo despu¨¦s de dejar un rastro que ol¨ªa a indisciplina y a falta de autoridad desde las instancias centrales del partido. La presa cobrada no era, adem¨¢s, la que se deber¨ªa haber obtenido. Como ya se ha subrayado en estas p¨¢ginas, nada de lo imputado a Costa difiere de lo que afecta a Camps, pero su estatus como presidente de la Generalitat valenciana parece haberle hecho inmune a cualquier correctivo desde Madrid. Lo mismo cabe decir de los diputados vascos del PP en su postura hacia el blindaje del Concierto vasco. Y de haber estado implicados N¨²?ez Feij¨®o o Esperanza Aguirre en algo similar a lo de Valencia, seguramente hubieran sido tambi¨¦n dispensados de una acci¨®n disciplinaria desde el centro. Sorprendente.
El estatus de Camps como presidente parece haberle hecho inmune a un correctivo desde Madrid
Lo interesante de todo esto es que el partido que m¨¢s hab¨ªa clamado en contra de la "confederaci¨®n de Espa?a" se nos desvela ahora como un partido organizado internamente al modo confederal, con una autonom¨ªa plena por parte de sus diferentes unidades o baron¨ªas. Curiosa paradoja. La ret¨®rica centr¨ªpeta de los populares tiene un reflejo especular inverso en su pr¨¢ctica centr¨ªfuga interna. Tanto apostar por el discurso de la unidad nacional y la cr¨ªtica de las perversiones del Estado de las Autonom¨ªas, y resulta que ¨¦ste les ha ido colonizando por dentro. En casa del herrero, cuchillo de palo. ?C¨®mo va a exigir ahora Rajoy un intervencionismo del Gobierno sobre las comunidades d¨ªscolas si no es capaz de imponer algo similar dentro de su propio partido? ?C¨®mo sostener, por ejemplo, la cr¨ªtica al PSOE por su incapacidad de "disciplinar" a Montilla por sus prontos de catalanismo pol¨ªtico cuando no son capaces siquiera de hacer lo propio con los suyos que gobiernan en otras comunidades con menos tradici¨®n de autogobierno?
Esta cuesti¨®n tiene m¨¢s fondo del que parece a primera vista. Todos sabemos que en Espa?a convive un sistema pol¨ªtico del Estado como un todo con diferentes sistemas pol¨ªticos que se corresponden con las distintas comunidades aut¨®nomas, algunos de ellos, como los de las nacionalidades hist¨®ricas, incluso con un sistema de partidos que difiere considerablemente del general. Siempre se ha dicho que uno de los agentes fundamentales de la unidad de Espa?a y de su equilibrio pol¨ªtico lo constitu¨ªa, precisamente, el efecto vertebrador de los dos grandes partidos. Ahora resulta que ni siquiera eso. El PSOE es al menos consciente de que sus hermanos catalanes disponen de una autonom¨ªa y de una capacidad de disidencia que tiene una explicaci¨®n en la propia excepcionalidad de la pol¨ªtica catalana. A muchos correligionarios puede no gustarles, pero ¨¦ste es un dato que ha estado ah¨ª desde la Transici¨®n como poco. Lo que no pod¨ªamos imaginar es que, como ocurre ahora en el PP, el ejercicio del poder auton¨®mico se tradujera tambi¨¦n en una cuasi-independencia pol¨ªtica respecto al partido central en lugares que carecen de estos antecedentes o de la m¨¢s m¨ªnima tradici¨®n de autogobierno.
Por todo esto, la pregunta que aqu¨ª resulta m¨¢s relevante es ver hasta qu¨¦ punto este resultado es producto de las l¨®gicas del Estado de las Autonom¨ªas o responde m¨¢s bien a los propios equilibrios internos y a los juegos de alianzas en el interior de los partidos. Si, como todos presumimos, no son los barones territoriales los que logran los ¨¦xitos electorales sino la marca del partido, ?qu¨¦ explica que aqu¨¦llos mantengan tan alta capacidad de chantaje? ?Ad¨®nde hemos de mirar para buscar una respuesta, al sistema auton¨®mico o a la vida interior de los partidos? Probablemente a ambos. El aislamiento auton¨®mico proporciona a los partidos el entorno id¨®neo para establecer un sistema de clientelas muy eficaz a la hora de forjar lealtades hacia la direcci¨®n local. Pero, por otra parte, esta misma cohesi¨®n territorial interna se convierte despu¨¦s en una baza decisiva para condicionar la estructura de poder dentro de la sede central. Esto es lo que tiene maniatado a Rajoy, y lo que acabar¨¢ con ¨¦l si no sabe reaccionar. Si, como dec¨ªa Maquiavelo, a la ocasi¨®n la pintan calva es porque una vez que pasa ya no se la puede agarrar de los pelos.
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