La segunda piel de Chus Bur¨¦s
Su inter¨¦s por el cuerpo humano, los signos de identidad y la vanidad marcan las colecciones del dise?ador
Chus Bur¨¦s (Barcelona, 1956) se define como "un m¨¢quina" por su capacidad para llevar su campo de dise?o hasta dimensiones no exploradas. As¨ª de entrada, la declaraci¨®n de principios puede sorprender, pero cuando despliega su actividad fren¨¦tica se descubre a un creador permanente. Ahora usa la frase de un amigo para definirse como un "ex dise?ador". Sus colecciones de joyas -"act¨²an como una segunda piel, abrazan el cuerpo y ¨¦sa es la base con la que juego"- o sus colaboraciones con artistas como Miquel Barcel¨®, Santiago Sierra o Louise Bourgeois se enmarcan dentro de su inclinaci¨®n como artista por el cuerpo humano, los signos de identidad y la vanidad. "Me interesan los objetos como s¨ªmbolo de expresi¨®n", cuenta en su estudio-domicilio, ubicado en la madrile?a calle de Serrano. Sus dise?os dieron la vuelta al mundo antes de que Pedro Almod¨®var le encargara la horquilla que utilizaba la protagonista de Matador para dar la puntilla a los hombres. Pero broches como tenedores o los brazaletes que denuncian el tr¨¢fico de diamantes ocupan s¨®lo una parte de su trabajo. No soporta a esos genios incapaces de dar un consejo profesional a un artista que empieza, por eso colabora con la Polit¨¦cnica de Barcelona en unos talleres sobre artes visuales en los que trata de que la t¨¦cnica sirva "como apoyo para descubrirse a uno mismo". Mientras juega con una pieza de fieltro morada en forma de espiral que tiene sobre la mesa y que podr¨ªa acabar convertida en una pulsera que hace olas, Bur¨¦s a?ade que sigue la m¨¢xima del fil¨®sofo Hans Jonas sobre el "principio de responsabilidad" en relaci¨®n con el medio ambiente y que colabora con varias ONG africanas. Se nota que a Bur¨¦s le gusta recibir en su casa. En lo personal tambi¨¦n se maneja haciendo varias cosas a la vez. La entrevista se lleva a cabo mientras una brigada de obreros, a los que asesora en todo lo que necesitan, da los ¨²ltimos toques a una de las salas; compradores, llegados de diferentes ciudades, eligen entre los muestrarios en otra estancia, y ¨¦l atiende por tel¨¦fono llamadas con museos y creadores que se interesan por su obra, como la iran¨ª Zaha Hadid. Entre las cinco y las nueve de la ma?ana, seguramente la ¨²nica hora de silencio en su casa, decide qu¨¦ hacer con los proyectos pendientes pero luego se deja arrastrar por la vor¨¢gine cotidiana que invade su estudio. "En el movimiento tambi¨¦n pasan cosas", a?ade antes de explicar su pen¨²ltimo proyecto: Bur¨¦s Villa, una l¨ªnea barata de sus creaciones. "El buen dise?o no tiene por qu¨¦ ser caro".
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