"La muerte es la inventora de Dios"
Una "l¨®gica impecable" caracteriza Ca¨ªn, la ¨²ltima novela del premio Nobel, profundamente seria y llena de humor, en la que el escritor reescribe libremente la historia "mal contada" del personaje b¨ªblico
Hay quien me niega el derecho de hablar de Dios, porque no creo. Y yo digo que tengo todo el derecho del mundo. Quiero hablar de Dios porque es un problema que afecta a toda la humanidad". Jos¨¦ Saramago (Azinhaga, 1922) ha vuelto a escribir de un tema que le inquieta. Lo ha hecho esta vez a trav¨¦s de una figura b¨ªblica con mala prensa. Ca¨ªn (Alfaguara), ¨²ltima novela del premio Nobel de Literatura de 1998, tiene grandes posibilidades de levantar las iras de algunos sectores cat¨®licos. Nada nuevo para el escritor portugu¨¦s, que en 1991 gener¨® una pol¨¦mica may¨²scula con El Evangelio seg¨²n Jesucristo. En aquella ocasi¨®n, el Gobierno luso se sum¨® a la campa?a contra Saramago, al vetar su nombre como candidato al Premio Literario Europeo. El primer ministro era el conservador An¨ªbal Cavaco Silva. Hoy es el presidente de la Rep¨²blica. El veto indign¨® al escritor, que decidi¨® autoexiliarse en Lanzarote, donde reside con su esposa, Pilar del R¨ªo, desde entonces.
"La izquierda no tiene ideas. Ning¨²n partido ha presentado una sola idea para combatir la crisis"
?Se puede repetir la historia ahora con Ca¨ªn? "No. Ya metieron una vez la pata. No repetir¨¢n la experiencia, a no ser que quieran caer en el rid¨ªculo", dice Saramago, con aparente convicci¨®n. La entrevista tiene lugar en su casa lanzarote?a, refugio del escritor, a la que acuden amigos de todos los rincones. Dentro de unas horas tiene prevista la llegada de Mario Vargas Llosa. "El Evangelio... provoc¨® las reacciones m¨¢s violentas en sectores cat¨®licos de Italia. Me llamaron provocador", explica. "En mi opini¨®n, los cat¨®licos no tienen motivos para enojarse con Ca¨ªn, porque no tiene nada que ver con ellos. El libro habla del Antiguo Testamento, y me parece que los cat¨®licos no leen la Biblia ni el Antiguo Testamento. Tienen el Nuevo Testamento, que es un texto simp¨¢tico con par¨¢bolas bonitas. Creo que Ca¨ªn sentar¨¢ mal a los jud¨ªos, porque la Tor¨¢ es su libro. Me llamar¨¢n de nuevo antisemita. No me importa. He escrito el libro que quer¨ªa y creo que es una buena obra literaria". Una obra que reescribe libremente una historia, la Biblia, que seg¨²n el autor no ocurri¨®. Y para ello usa elementos de esta historia, Babel, Jeric¨®, Sodoma y Gomorra, Mois¨¦s en el Sina¨ª. Entonces ?qu¨¦ ha escrito? ?Una fantas¨ªa? "S¨ª, pero en mis fantas¨ªas hay mucha l¨®gica, y esto ocurre en muchos de mis libros. Le propongo al lector un punto de partida que puede parecer absurdo. Pero despu¨¦s, el desarrollo es siempre de una l¨®gica impecable". Acaso pretende hacerle la competencia a la Biblia. "De ninguna manera. No pretendo que el lector crea haber visto la luz despu¨¦s de leer el libro. S¨®lo propongo que piense en sus propias creencias y qu¨¦ espera de ellas. ?La vida eterna? ?La condena al infierno?".
En la controvertida novela del Evangelio, Saramago humaniz¨® la figura de Jesucristo. Algunos lectores de su ¨²ltimo libro apuntan que ahora humaniza la figura de Ca¨ªn. Pone cara de p¨®quer, medita un instante y hace la siguiente reflexi¨®n: "Lo que pasa es que Jes¨²s humaniza la figura de Dios. Jes¨²s suaviz¨® y matiz¨® el Dios del Antiguo Testamento. Nunca tuve la conciencia de que estaba humanizando a Ca¨ªn, pero, claro, es el fratricida, el asesino de su hermano Abel. En castellano hay la palabra cainita, que habla por s¨ª sola. Siempre he pensado que la historia de Ca¨ªn es una historia que ha sido mal contada en la Biblia. Como la de David y Goliat. Goliat nunca ha podido acercarse a David, David venci¨® porque ten¨ªa una honda, que era la pistola de la ¨¦poca".
De d¨®nde viene esa obsesi¨®n por escribir de Dios, pregunto, porque el tema de fondo es Dios, aunque ahora sea a trav¨¦s de la figura de Ca¨ªn. "Puede parecer extra?o", dice. "Nunca tuve educaci¨®n religiosa. Ni en el colegio, ni en casa. No tuve crisis religiosas en la adolescencia ni cuando uno empieza a preguntarse sobre la muerte. Sinceramente, creo que la muerte es la inventora de Dios. Si fu¨¦ramos inmortales no tendr¨ªamos ning¨²n motivo para inventar un Dios. Para qu¨¦. Nunca lo conocer¨ªamos". El ate¨ªsmo del autor tiene sus matices. "Ateo es s¨®lo una palabra. En el fondo, estoy empapado de valores cristianos, y es verdad que algunos de estos valores coinciden con valores de humanismo. Los acepto. Ahora bien, todo lo que tiene que ver con la creencia en un Dios superior y eterno, que un d¨ªa me condenar¨¢, me parece una chorrada".
Las p¨¢ginas de Ca¨ªn son implacables con Dios. "No", replica. "Soy implacable con la especie humana, que ha inventado el Se?or". Bueno, pero el libro dice, entre otras cosas, que Dios no es de fiar, que es capaz de pactar con Sat¨¢n, que est¨¢ rematadamente loco. Le trata de rencoroso, maligno, corrupto... Le acusa de despreciar la Justicia. Y as¨ª hasta el final, donde afirma que Dios acaba por arrepentirse de haber creado el hombre. "S¨ª, por eso, seg¨²n la Biblia, orden¨® el diluvio y extermin¨® a la humanidad, a excepci¨®n de No¨¦ y su familia. El libro es una lucha entre el hombre y Dios. Con Ca¨ªn, que no era precisamente un santo sino todo lo contrario, pero en el fondo m¨¢s limpio de mente y m¨¢s transparente".
Mientras escrib¨ªa, Saramago tropez¨® con un problema narrativo que parec¨ªa no tener soluci¨®n: el paso de Ca¨ªn por el tiempo. ?Qu¨¦ hacer? "Invent¨¦, no el futuro ni el pasado, sino lo que llamo otro presente. De repente, Ca¨ªn se encuentra en otro presente, no importa que sea pasado o futuro. Creo que consegu¨ª conservar el humor en un tema tan complicado. El libro es divertido y profundamente serio". No es una iron¨ªa premeditada, asegura. Nunca premedita nada. La historia marca el camino de c¨®mo tiene que ser narrada. "Soy una mano obediente que intenta no hacer nada en contra de la l¨®gica y de lo que estoy escribiendo. Que acepta lo que quiere la propia historia. La iron¨ªa es una constante en todos mis libros. El humor aparece por primera vez en El viaje del elefante, y se repite en Ca¨ªn. No fue una decisi¨®n consciente, simplemente ocurri¨® as¨ª".
La novela termina con una discusi¨®n, cargada de reproches mutuos, en el umbral de la gran puerta del arca de No¨¦, entre Dios y Ca¨ªn: "Ca¨ªn eres el malvado, el infame asesino de su propio hermano. No tan malvado e infame como t¨², acu¨¦rdate de los ni?os de Sodoma". Es la eterna discusi¨®n entre el hombre y Dios, precisa el escritor. Una discusi¨®n sin salida. "Ni ¨¦l nos entiende a nosotros, ni nosotros le entendemos a ¨¦l. Son dos entidades que no se han entendido, no se est¨¢n entendiendo y no se entender¨¢n".
Saramago lo escribi¨® en cuatro meses, la mitad del tiempo invertido en su anterior libro, El viaje del elefante. En ambos casos, reconoce, ten¨ªa prisa por escribir, en una carrera contra el tiempo. No pod¨ªa bajar el ritmo. "Ahora ya puedo darme el lujo de reducir la velocidad. Cumplir¨¦ pronto 87 a?os. La vida es como una vela que va ardiendo, cuando llega al final lanza una llama m¨¢s fuerte antes de extinguirse. Creo que estoy en el periodo de la ¨²ltima llamarada, antes de la extinci¨®n. Lo digo sin dramatismo. Tengo muy claro que no voy a vivir mucho m¨¢s. Ahora estoy en una fase en la que s¨ª creo que puedo hacer un trabajo y lo puedo hacer bien, quiero hacerlo. Despu¨¦s acabar¨¢ todo y quedar¨¢n mis libros, que pienso seguir¨¢n siendo le¨ªdos. Espero, si la salud aguanta, terminar la novela que tengo entre manos". No revelar¨¢ nada del pr¨®ximo libro. Tan s¨®lo un detalle: ya tiene decidida la ¨²ltima frase. No habr¨¢ sorpresas ni cambios sobre la marcha. No suele haberlos en su escritura. "Creo que soy un escritor l¨®gico".
Pilar del R¨ªo va y viene por la casa, como siguiendo en la distancia la conversaci¨®n. Saramago habla con cierta parsimonia, pero no da muestras de cansancio. Pasamos de la literatura a la pol¨ªtica, su otra gran pasi¨®n. Le gusta hablar de pol¨ªtica. Toma carrerilla y no para. Las primeras cr¨ªticas son para el Partido Socialista (PS), que ha gobernado en Portugal los ¨²ltimos cuatro a?os y medio con mayor¨ªa absoluta, y que seguir¨¢ en el poder despu¨¦s de ganar las elecciones del pasado 27 de septiembre. "El Gobierno socialista ha hecho pol¨ªticas de derecha y el problema es que no hay ning¨²n palacio de invierno para asaltar. Lo peor de todo, y esta crisis lo ha demostrado, es que la izquierda no tiene ideas. Ning¨²n partido de izquierda, m¨¢s o menos roja, m¨¢s o menos rosa, ha presentado una sola idea para combatir la crisis. Y con los sindicatos ha ocurrido lo mismo. Su fuerza est¨¢ dormida, domesticada. Me parece que Marx nunca ha tenido tanta raz¨®n como ahora. Pero eso no es suficiente. Har¨ªa falta una reflexi¨®n profunda, partiendo de Marx".
Es sabido que el premio Nobel portugu¨¦s es militante del Partido Comunista desde los a?os sesenta. Un PC que no tiene parang¨®n en la Uni¨®n Europea, de larga tradici¨®n estalinista, que sigue llam¨¢ndose comunista, que conserva la iconograf¨ªa bolchevique, hoz y martillo, bandera roja, que sigue so?ando en ¨¦pocas pasadas, probablemente m¨¢s pr¨®ximas a lo que representaba la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica, y que, contra viento y marea, tiene un electorado inquebrantable de medio mill¨®n de votos, que representa alrededor del 8%. El escritor admite que "es muy posible" que el PCP viva anclado en el pasado. "Lo que pasa es que tenemos una herencia, de la que no puedo despegarme. Y es posible que esta herencia no tenga mucho que ver con la realidad actual. Pero ?por qu¨¦ la realidad actual tiene raz¨®n?". Su militancia comunista tiene, probablemente, m¨¢s de sentimentalismo que de convicci¨®n. "Los sentimientos cuentan. No me reconocer¨ªa en ning¨²n otro partido. Puede que sea mi culpa, y que est¨¦ enquistado en ideas del pasado, pero yo tambi¨¦n tengo mi propio pasado. Francamente, no sabr¨ªa convivir en otro partido si ma?ana dejara el PCP. No me pasa por la cabeza". Entonces ?por qu¨¦ sigue en el Partido? "Por respeto a m¨ª mismo. He sido muy cr¨ªtico con mi partido. Dije en una ocasi¨®n que nunca dejar¨ªa el partido, con una condici¨®n: que el partido no me deje a m¨ª. Dejarme a m¨ª ser¨ªa un cambio radical de rumbo. No creo que eso ocurra". Tuvo una incursi¨®n, fugaz, en la pol¨ªtica activa, cuando fue presidente de la asamblea municipal del Ayuntamiento de Lisboa. Dur¨® cuatro meses y acab¨® enojado hasta con su propio partido. No le quedaron ganas de repetir la experiencia, aunque en alguna ocasi¨®n acept¨® ir en las listas electorales en lugares no elegibles. "Creo que ser¨ªa un diputado muy bueno", dice sin cortarse. "Siempre he dicho lo que he querido, y tambi¨¦n es cierto que la direcci¨®n del partido nunca ha hecho nada para imped¨ªrmelo".
Saramago hace tiempo que no sube a su escritorio, en el piso superior de la casa, porque la estrecha escalera entra?a un riesgo demasiado alto. El estudio tiene una hermosa vista con el Atl¨¢ntico al fondo, la mesa de trabajo, anaqueles con los libros m¨¢s queridos, pinturas, recuerdos. Ahora escribe en la biblioteca construida en un edificio anexo a la casa, que alberga su colecci¨®n particular, convenientemente catalogada, a la espera de su traslado a la Casa dos Bicos, un edificio emblem¨¢tico del g¨®tico lisboeta, construido en 1523, que ser¨¢ la sede de la Fundaci¨®n Jos¨¦ Saramago, gracias a la colaboraci¨®n del Ayuntamiento de la capital. "La fundaci¨®n es cosa de Pilar", dice el escritor. La compa?era inseparable, traductora de sus ¨²ltimos libros, es el motor del engranaje. "No s¨®lo el motor, tambi¨¦n las ruedas". En la recta final de su vida, contempla una vuelta, tal vez parcial, a su querida Lisboa, donde tiene una casa. "Ahora nos vamos a Italia y luego nos quedaremos unas semanas en Lisboa. All¨ª siento que estoy en casa. Nunca pens¨¦ que vivir¨ªa en una isla en medio del Atl¨¢ntico, a 100 kil¨®metros de la costa africana". Todo parece a punto para el regreso.
Ca¨ªn. Jos¨¦ Saramago. Traducci¨®n de Pilar del R¨ªo. Alfaguara. Madrid, 2009. 200 p¨¢ginas. 18,50 euros. Ca¨ªn. Traducci¨®n de N¨²ria Prats. Edicions 62. Barcelona, 2009. 144 p¨¢ginas. 18,50 euros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.