Despertar con el dinosaurio
Solemos dar por sentado que las grandes convulsiones provocan necesariamente rotundos cambios de rumbo. Hace s¨®lo un a?o el mundo sufri¨® una gran sacudida. La Gran Depresi¨®n, la de los a?os treinta del siglo XX, fue recuperada de los libros de historia. Doce meses despu¨¦s, las noticias bomba que entonces d¨¢bamos por hechos confirmados contin¨²an siendo prematuras. El Capital, de Karl Marx, reaparec¨ªa como libro de moda. Lo que le suced¨ªa a Estados Unidos se equiparaba a la ca¨ªda del imperio romano. Los declinistas hac¨ªan su agosto augurando el declive inexorable de la superpotencia. En un interesante an¨¢lisis publicado por Josef Joffe, coeditor de Die Zeit, en Foreign Affairs, The Default power, el autor rebate "la falsa profec¨ªa del declive Americano" y se pregunta: ?Qui¨¦n querr¨ªa vivir en un mundo dominado por China, India, Jap¨®n, Rusia o incluso Europa, que a pesar de su gran atractivo no son capaces de cuidar su propio patio trasero? La apuesta era: "Es el fin del mundo tal como lo hemos conocido".
Lo m¨¢s positivo de este a?o horrible ha sido la llegada del 'mes¨ªas' Obama a la presidencia
Pero hoy parece que este pron¨®stico apocal¨ªptico es s¨®lo una canci¨®n del grupo REM.
Los medios de comunicaci¨®n aceleran en demas¨ªa los procesos decretando, cada poco, momentos hist¨®ricos. Claro que en los 12 meses transcurridos desde octubre de 2008, han pasado cosas grandes, incluso extraordinarias: la virtual intervenci¨®n estatal de la banca estadounidense y la nacionalizaci¨®n de la industria automovil¨ªstica de Detroit. Pero, como escribi¨® Augusto Monterroso en su maravilloso micro relato: "Cuando despert¨®, el dinosaurio todav¨ªa estaba all¨ª".
Ya hemos despertado o estamos en trance de hacerlo. ?Qu¨¦ vemos? Comienza a pedirse la retirada del Estado. Keynes, el economista m¨¢s citado este a?o, ha tenido sus 12 meses de reconocimiento y regresa a su tumba. Una vez que se han socializado las p¨¦rdidas del sistema financiero, salvado por los contribuyentes para recuperarnos de la Gran Recesi¨®n, probablemente al coste de una monta?a de deuda que legaremos a la siguiente generaci¨®n, volvemos a la casilla inicial. El mercado, a¨²n gripado, ocupa su antiguo lugar, estaba all¨ª. Los bancos de inversi¨®n como Goldman Sachs y JP Morgan, que perpetraron en gran medida el desastre, ya est¨¢n en beneficios y apartan decenas de miles de millones de d¨®lares en subidas salariales y bonos para sus ejecutivos, en una operaci¨®n que roza la indecencia.
Se salva Wall Street, pero la recuperaci¨®n no llega a Main Street, donde habita el ciudadano corriente.
Quiz¨¢s el dato m¨¢s positivo de este a?o horrible haya sido la llegada a la presidencia de Estados Unidos del mes¨ªas Obama, depositario de expectativas seguramente inalcanzables. Ha recibido, adem¨¢s, el desafortunado abrazo del oso del Nobel de la Paz al comienzo de una presidencia todav¨ªa virgen. En el interior del pa¨ªs le acecha el fundamentalismo ultra que atiza una campa?a brutal de descr¨¦dito, muy bien descrita por Michael Tomasky en The New York Review of Books. Y en el exterior, Barack Obama enfrenta un mundo dif¨ªcil de reconducir, y que tambi¨¦n estaba previamente all¨ª. El conflicto ya centenario de Oriente Medio, donde los esfuerzos de Obama son insuficientes; Afganist¨¢n, donde el presidente contin¨²a sumido en la indefinici¨®n estrat¨¦gica. Thomas Friedman, en The New York Times, propone el Nobel de F¨ªsica para Obama si logra decidir el n¨²mero de tropas suficiente para estabilizar Afganist¨¢n, sin meter a Estados Unidos en un nuevo Vietnam. Pakist¨¢n, al borde del estallido; Ir¨¢n, que habr¨ªa alcanzado ya el estadio de poder nuclear latente. No tiene la bomba pero como si la tuviera, porque posee lo necesario para fabricarla y para lanzarla.
Y Europa, obligada a despertarse de ocho a?os desperdiciados y con un nuevo traje institucional, tiene a su dinosaurio all¨ª. ?Quiere desempe?ar un papel estrat¨¦gico mundial o prefiere continuar en la irrelevancia al margen del reparto del nuevo orden mundial, mientras despega China y Estados Unidos la ignora cada vez m¨¢s? Est¨¢ a punto de designar a su nueva cabeza visible. Cuesta mucho creer que el ¨²nico pol¨ªtico para presidir la Europa reci¨¦n despertada sea Tony Blair, el que fuera perrillo faldero de George W. Bush en la guerra de Irak y representante de un pa¨ªs reticentemente europeo. Actualmente, el ex primer ministro brit¨¢nico ocupa el puesto de representante del Cuarteto, la ONU, EE UU, la UE y Rusia, para la paz en Oriente Medio. Sus gestiones y resultados no est¨¢n ni se esperan. ?Por qu¨¦ no buscar a la mujer, como propon¨ªa mi colega Soledad Gallego-D¨ªaz? Mary Robinson, ex presidenta de Irlanda y tambi¨¦n ex responsable de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, ser¨ªa una buena presidenta de Europa.
fgbasterra@gmail.com
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