El Macba se rinde al gran anarquista del silencio
El museo exhibe la muestra m¨¢s completa de John Cage tras su muerte
"Dondequiera que estemos lo que o¨ªmos es fundamentalmente ruido. Cuando lo ignoramos, nos perturba. Cuando lo escuchamos nos resulta fascinante", escribe John Cage (1912-1992) en Silence. Alumno aventajado de Arnold Sch?nberg, este compositor norteamericano empieza a dinamitar la tradici¨®n en 1939 cuando escribe Imaginary Landscape N? 1 "para piano con sordina, platillo chino y tocadiscos a velocidades variables". A ese af¨¢n de Cage, uno de los protagonistas clave del arte del siglo XX, est¨¢ dedicada la muestra La anarqu¨ªa del silencio, en el Museo de Arte Contempor¨¢neo de Barcelona (Macba). Se trata de la primera gran exposici¨®n que se lleva a cabo desde su muerte hace 17 a?os.
Se re¨²nen m¨¢s de 200 piezas de artistas relacionadas con el compositor
Cada individuo que escucha su m¨²sica es una obra misma de Cage
"Creo que el uso del ruido para hacer m¨²sica continuar¨¢ y aumentar¨¢ hasta que lleguemos a una m¨²sica producida gracias a la ayuda de instrumentos el¨¦ctricos que pondr¨¢n a nuestro alcance con una finalidad musical todos y cada uno de los sonidos que pueden o¨ªrse", escribi¨®. Para ello transforma el sonido de un piano de cola a?adi¨¦ndole tornillos y una serie de elementos entre las cuerdas, para nada aleatorios, siempre precisos, meticulosos, caligr¨¢ficos.
Seguir a Cage es ir quemando etapas. Pronto, del ruido pas¨® al silencio. La famosa pieza 4' 33", uno de los iconos del siglo XX, consist¨ªa en un espacio de tiempo vac¨ªo y dividido en cuatro partes. Siguiendo las instrucciones, el pianista David Turner -sin el que la obra de Cage no ser¨ªa la misma- abr¨ªa y cerraba la tapa del piano tras cada movimiento. Para entonces Cage y el bailar¨ªn y core¨®grafo Merce Cunningham (1919-2009) ya se hab¨ªan conocido y formaban una extraordinaria pareja, no s¨®lo sentimental, sino art¨ªstica. Cunningham, que ten¨ªa previsto asistir, falleci¨® la pasada primavera a los 90 a?os.
Coproducida por el Macba y el Henie Onstad de Noruega, y comisariada por la australiana Julia Robinson, es una exposici¨®n ¨²nica. A trav¨¦s de m¨¢s de 200 obras, entre partituras originales, piezas sonoras, pinturas, esculturas, pel¨ªculas e instalaciones multimedia de Cage y sus compa?eros de viaje, asistimos al proceso de transformaci¨®n de la mirada que nos lleva a la actualidad. La lista la encabeza Marcel Duchamp, uno de sus grandes amigos, y contiene piezas de Robert Rauschenberg -su obra Automobile Tire Print, es la joya de la exposici¨®n- Andy Warhol, La Monte Young, Nam June Paik y los miembros del grupo Fluxus, entre otros.
Precisamente, las fotograf¨ªas de sus performances y events son algunas de las joyas que pueden verse en el Macba. Coincidiendo con la muestra, el Ayuntamiento de Barcelona ha organizado un programa de conciertos y ballet en torno a esta pareja extraordinaria bajo el t¨ªtulo de Yo cocino y ¨¦l lava los platos.
El salto siguiente consisti¨® en dotar de eficacia al conceptualismo abstracto por el sistema de crear a su propio p¨²blico, de manera que cada individuo que escucha a John Cage es una obra misma de John Cage, hasta el punto de que abandona la posici¨®n de autoridad del compositor: "Lo que ha sucedido es que me he convertido en oyente", asegura. Si Duchamp es quien reinventa la mirada sobre la creaci¨®n art¨ªstica durante la primera mital del siglo, "Cage es quien toma el relevo y nos lleva hasta la actualidad", asegura Robinson.
La muestra se cierra con el universo del multimedia, en el que se recogen sus trabajos con el grupo Fluxus y que nos sit¨²a ya de lleno en el siglo XXI. "Siempre he tenido ideas con 50 a?os de adelanto", le dijo Duchamp a Cage. ?l podr¨ªa decir otro tanto.
Cage mantuvo una intensa relaci¨®n con Espa?a y Catalu?a. Pas¨® muchos veranos en Cadaqu¨¦s junto a Duchamp con la complicidad de Lanfranco Bombelli, el director de la m¨ªtica Galer¨ªa Cadaqu¨¦s. En la Espa?a franquista era lo m¨¢s parecido a un extraterrestre. En 1972 fue invitado a participar en los Encuentros de Pamplona, hito fundacional de la modernidad en Espa?a. Su actuaci¨®n fue recibida por insultos de la derecha y de la izquierda que, sin entender el hecho art¨ªstico, lo invalidaba, al tiempo que le reprochaban su presencia en un pa¨ªs bajo una dictadura. "Un artista que vive en la Am¨¦rica de Nixon", replic¨®, "?por qu¨¦ no va a poder trabajar en la Espa?a de Franco?".
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