Un quir¨®fano es una tienda
"Da igual si el dinero es negro o blanco, lo que importa es que cace ratones", dice Juan Urbano mientras pide en la cafeter¨ªa de la esquina el segundo caf¨¦ de esta ma?ana en la que le ha dado por lamentar que en nuestro mundo no sea gratis ni la misericordia y que todo tenga una etiqueta colgada en donde est¨¢ escrito su precio. "Lo cual significa que quienes no pueden pagarlo no valen nada", a?ade.
"Eso es lo que ocultan los liberales, y los es-la-econom¨ªa-est¨²pido, y los saboteadores de lo p¨²blico y los evangelistas de la sanidad y la educaci¨®n privadas: que cuando un hospital, por ejemplo, es un simple negocio, te pueden sacar de la sala de operaciones porque debes una cuota de 166 euros, como acaban de hacerle los bur¨®cratas de Sanitas a un vendedor de la ONCE que iba a operarse de cataratas en la cl¨ªnica Vissum, de Madrid. Eso es lo que ocurre cuando dentro de un quir¨®fano no imperan los criterios cient¨ªficos, sino los empresariales".
La estrategia de Aguirre es igual que la de las carreteras: la se?alizaci¨®n es cada vez m¨¢s tramposa
Yo creo que tiene raz¨®n, porque la voracidad se ha hecho con el mercado hasta tal punto que continuamente nos intentan cobrar hasta lo que no consumimos, como hacen los aparcamientos o las compa?¨ªas telef¨®nicas y quieren hacer los taxistas de nuestra Comunidad, que ahora pretenden poner una tarifa m¨ªnima de 25 euros para los usuarios que vayan del aeropuerto a alg¨²n destino cercano, lo cual es inaudito.
Pero el problema es cuando los servicios p¨²blicos que est¨¢n recogidos como derechos innegociables en nuestra Constituci¨®n tambi¨¦n entran a ese mercado, porque un taxi puedes sustituirlo por el metro, pero una ambulancia no. Porque aunque la deontolog¨ªa y las cuentas de resultados no se llevan bien en el 50% de los casos, y en el 50% restante sean ¨ªntimas enemigas, parece injustificable que un seguro m¨¦dico, por muy privado que sea, pueda quitarle un paciente a los cirujanos cuando ¨¦ste ya est¨¢ en la camilla, con la anestesia en el ojo, el ox¨ªgeno en la nariz y la aguja clavada en la vena, porque debe una cuota que, adem¨¢s, su mujer y su hijo se ofrec¨ªan a pagar de inmediato. Lo sentimos mucho, pero el banco ha devuelto el ¨²ltimo recibo, y en esas condiciones no podemos autorizar la intervenci¨®n. Sanitas. No hay miserable que no jure defender una ley o cumplir una norma.
Ya lo saben, no hay romanticismo que valga; la ¨²nica m¨²sica que queremos o¨ªr es la de las cajas registradoras, y no nos interesa su tarjeta de la Seguridad Social, sino la de cr¨¦dito, porque aqu¨ª todo es una tienda, empezando por las farmacias, por no salirnos del c¨ªrculo de la salud, que adem¨¢s de ser farmacias son perfumer¨ªas, ¨®pticas y zapater¨ªas que venden medicamentos pero tambi¨¦n cepillos de dientes, champ¨²s, gafas pregraduadas, cosm¨¦ticos, juguetes para beb¨¦s, zapatillas vagamente ortop¨¦dicas...
Vale, la comida y la hipoteca no se la regalan a nadie y todo es un negocio; pero lo de los seguros m¨¦dicos es ya una pura demencia, y lo peor es que con lo que le est¨¢n haciendo a la Sanidad p¨²blica parece imposible librarse de ellos, porque la estrategia que siguen Esperanza Aguirre y los suyos es igual a la que se usa con las carreteras, cuya se?alizaci¨®n es cada vez m¨¢s tramposa porque consiste en llevarte a un peaje te pongas como te pongas: vayan en coche a la T-4 de Barajas y ver¨¢n de qu¨¦ hablo.
La mujer del hombre expulsado del quir¨®fano llam¨® a su hijo para que fuera a un banco a ingresar el dinero. Lo hizo a las 13.24, pero la cl¨ªnica no esper¨®. "Me dijeron que ten¨ªan m¨¢s pacientes que operar". As¨ª es: saquen a ese moroso de ah¨ª y que pase el siguiente. "Mi marido no es un perro que se pueda sacar de un hospital as¨ª. Es una cuesti¨®n de humanidad. Esto no se le puede hacer a nadie", dice. Bendita sea su ingenuidad.
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