Una monta?a a golpe de pedal
Un grupo de j¨®venes convierte un terreno en una pista de bici-cross
Una bicicleta puede ser tan efectiva como una apisonadora. Si pasa sobre una tonelada de arena una vez, y otra, y otra, conseguir¨¢ darle la forma adecuada. Lograr¨¢ que el peralte de la curva sea el id¨®neo, la inclinaci¨®n perfecta para que el corredor alcance la velocidad necesaria para el salto. Combinando pico, pala y bicicleta, un grupo de 40 j¨®venes de Rivas trabaja para dominar una monta?a de arena y convertirla en un circuito de bici-cross. Necesitan trabajo, y lluvia.
Porque cada vez que llueve, los bikers de la Rivas Bike Crew (Pandilla de los ciclistas de Rivas ser¨ªa una traducci¨®n que no gustar¨ªa a sus componentes) lo celebran. "Hasta hacemos danza de la lluvia", bromea Nesprel, limpi¨¢ndose la arena de las manos en su camiseta de baloncestista. Necesitan que la tierra est¨¦ h¨²meda para moldearla. El verano estuvo lleno de paladas de polvo seco a 40 grados. "Tiraba de nosotros Antonio El Ingeniero", cuenta uno de los chicos en referencia al veterano del grupo, un operario de f¨¢brica de 41 a?os, enamorado de las bicicletas, al que no le importa consagrar sus horas libres al ansiado bike park. La edad media de la crew est¨¢ en los 20 a?os. Muchos son menores, estudiantes; se puede distinguir a los que trabajan por la calidad de sus bicicletas (entre 200 y 1.000 euros).
La iniciativa fue de un n¨²cleo duro de 15 chicos. Redactaron un proyecto que presentaron a la Casa de la Juventud. Llegaron al acuerdo de que podr¨ªan levantar su circuito en el antiguo lago artificial del parque Montarco, echado a perder por unas fisuras y convertido en dep¨®sito de basura del botell¨®n cercano. El Ayuntamiento les cedi¨® el terreno, y la Empresa Municipal de la Vivienda la tierra que sal¨ªa de sus obras. Hab¨ªa una condici¨®n: los bikers pon¨ªan la mano de obra.
Desde mayo llevan turn¨¢ndose en su cantera. Todos cooperan en funci¨®n de su disponibilidad, especialmente en fines de semana. Esperan tener la obra lista a finales de a?o. Sobre una extensi¨®n de 5.600 metros, quedan toneladas de escombros por dominar. Desde lo alto de la colina, a siete metros, una rampa de tablas preside el parque. El circuito est¨¢ salpicado de muros construidos con pal¨¦s y decorados con graffitis, peque?as plataformas para tomar impulso o que funcionan como obst¨¢culos. "Al Ayuntamiento le sedujimos con el rollo de la rehabilitaci¨®n y el reciclaje", sonr¨ªe p¨ªcaro Javi, recepcionista de hotel en paro, "pero lo cierto es que hemos conseguido que el resto del parque se recupere: la gente ya no revienta las farolas". Tienen m¨¢s ideas. "Que se celebre alrededor de la pista el d¨ªa del ¨¢rbol: todo el mundo a plantar su arbolito", propone Manu. Y suman nuevas reivindicaciones para el Ayuntamiento: "Unos puntos de luz para cortar tablones e iluminar la pista".
Ser escultor de monta?as es duro, pero lo hace m¨¢s llevadero la posibilidad de cabriolear con las bicicletas. Cada vez que uno se lanza por la pendiente avisa al resto de obreros: "?Voy!". Y la pista queda un poco m¨¢s suave. Pero tambi¨¦n hay que sacar tiempo para otras cosas. Cuando cae el sol y se hace dif¨ªcil seguir trabajando, Manu se ajusta el casco y se cuelga una funda con un bajo el¨¦ctrico que quedaba medio oculto entre las palas. Luego da un golpe de pedal y desaparece saltando entre las dunas de escombros.
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