El llanto amargo de S¨¢nchez Mej¨ªas
El catedr¨¢tico Andr¨¦s Amor¨®s descubre una novela in¨¦dita y autobiogr¨¢fica de aquel torero polifac¨¦tico, que fue un ¨ªdolo para la generaci¨®n del 27
Joselito El Gallo, su h¨¦roe, le dio la alternativa con Belmonte de testigo. Eso para los ruedos, pero aquella luminosa figura del toreo que deslumbr¨® a poetas, actrices, figuras del flamenco y a gentes de la pol¨ªtica o el arte no se conform¨® con los triunfos en las plazas y busc¨® lidiar en otros campos. Como la literatura, donde con gusto le apadrinaron todos los grandes del 27 y fue elevado por Federico Garc¨ªa Lorca a los altares del mito con su c¨¦lebre Llanto por la muerte de Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas.
Todos ellos conocieron en vida su teatro, sus art¨ªculos period¨ªsticos y su toreo un tanto temerario y al tiempo poderoso. Pero pocos sab¨ªan que entre sus papeles, en desorden, a jirones, an¨¢rquicamente, guardaba una novela. Ahora, ese manuscrito ve la luz rescatado de su legado por Andr¨¦s Amor¨®s. Se titula La amargura del triunfo y cuenta en unas 100 p¨¢ginas, sencillamente, la historia de un torero, Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas (Sevilla, 1891-Madrid, 1934). Son esas benditas casualidades que llegan con el buceo entre legajos. Amor¨®s, catedr¨¢tico de Literatura Espa?ola, sabio taurino y autor de una biograf¨ªa del matador publicada en Alianza, preparaba una exposici¨®n en Sevilla con motivo del 75? aniversario de su muerte. La que le sacudi¨® en la plaza de Manzanares el 13 de agosto de 1934: "A las cinco de la tarde. / Eran las cinco en punto de la tarde. / Un ni?o trajo la blanca s¨¢bana / a las cinco de la tarde. / Una espuerta de cal ya prevenida / a las cinco de la tarde. / Lo dem¨¢s era muerte y s¨®lo muerte / a las cinco de la tarde", cant¨® Lorca.
Aquel revolc¨®n mort¨ªfero que le llev¨® de las tablas al centro del ruedo entre un reguero de sangre acab¨® con su vida y dej¨® sin terminar la obra que aparece ahora publicada en la editorial Berenice (Grupo Almuzara). "Est¨¢ inacabada, yo me he limitado a ordenarla y corregirla", comenta Amor¨®s. Se trata de una pieza autobiogr¨¢fica, la historia de un torero, voluntarioso y humilde, que se enfrenta a la lucha por la vida.
Pocas noticias se ten¨ªan de esta obra. Las que Amor¨®s ha conseguido rastrear en la prensa de la ¨¦poca. Pero no cree que sus amigos del mundo literario, Alberti o Pep¨ªn Bello, supieran mucho de ella. "El 22 de septiembre de 1925, Ignacio tore¨® en Valladolid. Despu¨¦s se fue al hotel y cambi¨® el traje de luces por otro con chaqueta y se fue al Ateneo a dar una conferencia". As¨ª era este hombre inquieto, locuaz y generoso. El que apadrin¨® a ese grupo de poetas brillantes, inquietos y extravagantes pag¨¢ndoles un viaje a Sevilla para celebrar el centenario de G¨®ngora. Aquella reuni¨®n se conoce como el germen de la generaci¨®n del 27.
"En la conferencia de Valladolid, S¨¢nchez Mej¨ªas ley¨® lo que era un cap¨ªtulo de su narraci¨®n. Se titulaba Marujilla la de las perlas negras y as¨ª han cre¨ªdo algunos que se llamaba la novela, pero era s¨®lo el nombre que le puso a ese cap¨ªtulo. El t¨ªtulo de la obra es con toda seguridad La amargura del triunfo", comenta Amor¨®s.
Lo que el estudioso ha rastreado, dice ¨¦l, "es un verdadero ciempi¨¦s". Cosas escritas a l¨¢piz y a tinta en reversos de papeles con el membrete del Hotel Real de Santander, folios, cuadernillos ca¨®ticos, mucho que corregir. Y la madera de narrador, ?se ve por alg¨²n lado? "Est¨¢ muy dignamente escrita", sentencia el cr¨ªtico. En ella se mezclan los vericuetos del submundo taurino, los mozos de espadas como contrapunto cervantino al matador, las tabernas y los cronistas untaos, apoderados, aficionados y amores posibles e imposibles.
Ajeno al folclore
"No le interesa lo folcl¨®rico, ni lo externo, ni lo costumbrista. Habla de un universo ¨ªntimo, del toreo como forma de hero¨ªsmo. En ¨¦pocas pasadas, quienes buscaran aventura se embarcaban a Am¨¦rica o a los tercios de Flandes; en la ¨¦poca de S¨¢nchez Mej¨ªas torear era una forma de perseguir el triunfo para quien no ten¨ªa nada", comenta Amor¨®s. ?l no perdi¨® el tiempo, pero s¨ª algunas amistades dentro de su mundo. "Era muy provocador, incluso amante de la bronca. Como torero se distingu¨ªa menos como artista y m¨¢s como un diestro de esos que buscan doblegar al animal". Su ¨ªdolo era Joselito El Gallo, cu?ado suyo, de quien utiliza alg¨²n rasgo biogr¨¢fico en la novela, como esa historia de amor con la hija del ganadero Pablo Romero, que no pudo ser.
Fue rebelde y ven¨ªa de buena familia. Su padre era m¨¦dico, pero la inquietud, su avidez vital y una ambici¨®n de b¨²squeda permanente le hizo largarse, sin acabar el bachiller, como poliz¨®n en un barco. Despu¨¦s se hizo torero, mecenas art¨ªstico y autor teatral con obras como Sinraz¨®n, Falla o Ni m¨¢s ni menos. "La primera, para algunos, es la introducci¨®n de Freud y el psicoan¨¢lisis en Espa?a. La ¨²ltima, un auto sacramental laico". Pero su versatilidad tambi¨¦n le llev¨® por otros caminos. Fue piloto de aviones, amante de los coches, jugador de polo, impulsor de un aer¨®dromo de zepelines, presidente del Betis -"aunque ¨¦l era del Sevilla", puntualiza Amor¨®s- y aspirante a senador republicano, cosa que finalmente no acept¨®. Genio y figura lorquiana: "Como un r¨ªo de leones / su maravillosa fuerza, / y como un torso de m¨¢rmol / su dibujada prudencia. / Aire de Roma andaluza / le doraba la cabeza / donde su risa era un nardo / de sal e inteligencia...".
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