Relatividad
Oliver Wendell Holmes (1841-1935) fue, durante 30 a?os, miembro del Tribunal Supremo de Estados Unidos. Sol¨ªa estar en desacuerdo con los otros magistrados del tribunal; tal vez sean las explicaciones de su voto contra decenas de sentencias, redactadas con un estilo espl¨¦ndido, la clave de su vigencia: sigue siendo el jurista estadounidense m¨¢s citado.
Wendell Holmes operaba en un sistema legal basado en la jurisprudencia, bastante distinto al esp¨ªritu normativo que caracteriza los sistemas legales de la Europa continental. Su influencia, sin embargo, tiene un alcance general. Las leyes de discriminaci¨®n positiva o la legalizaci¨®n del aborto est¨¢n emparentadas con el legado de Wendell Holmes.
Cuando se habla de este hombre surge una cuesti¨®n inevitable: ?cu¨¢les son las certezas morales de la ley? Para Wendell Holmes, no las hab¨ªa. En ¨²ltimo extremo, cre¨ªa que la ley deb¨ªa adaptarse a los principios dominantes en cada sociedad. Eso le impuls¨®, por ejemplo, a ampliar los l¨ªmites legales de la libertad de expresi¨®n o a reconocer el derecho de los trabajadores a organizarse en sindicatos.
Admit¨ªa que las leyes de una generaci¨®n pudieran ser repudiadas como infames por la siguiente: "La certidumbre es una ilusi¨®n", escribi¨®.
El mismo relativismo que le llevaba a combatir antiguas certezas (la mayor¨ªa err¨®neas) le hizo redactar sentencias que, desde el punto de vista actual, resultan muy discutibles. La m¨¢s c¨¦lebre es la que, en 1927, respald¨® desde el Supremo una ley de Virginia que establec¨ªa la esterilizaci¨®n obligatoria de Carrie Buck, una mujer afectada por una minusval¨ªa mental, hija a su vez de otra mujer con graves limitaciones mentales. En la ¨¦poca, la eugenesia se consideraba una v¨ªa razonable para mejorar la raza humana.
"Hemos visto m¨¢s de una vez que el bienestar p¨²blico puede exigir las vidas de sus mejores ciudadanos", indicaba la sentencia de Wendell Holmes, refiri¨¦ndose al reclutamiento de soldados para la guerra. "Ser¨ªa extra?o", segu¨ªa, "que no pudiera exigir a aquellos que son ya una carga para el Estado un sacrificio mucho menor, a menudo no percibido siquiera por los afectados, con el fin de prevenir que nos inunde la incompetencia. Resulta ventajoso para todo el mundo que, en vez de esperar y ejecutar a los descendientes por alg¨²n crimen, o dejarles morir de hambre por su imbecilidad, la sociedad pueda evitar que aquellos que son manifiestamente inadecuados puedan reproducirse. El mismo principio sobre el que se apoya la vacunaci¨®n obligatoria es lo bastante amplio para respaldar tambi¨¦n la ligadura de unas trompas de Falopio".
La l¨®gica del razonamiento resulta impecable. Eso consider¨® la sociedad estadounidense de la ¨¦poca: las leyes de esterilizaci¨®n forzosa se expandieron r¨¢pidamente por todo el pa¨ªs. Y se ampliaron a otro tipo de personas, los delincuentes. Si una minusval¨ªa mental se heredaba, ?no se heredaba tambi¨¦n la propensi¨®n al crimen? En Estados como Oklahoma empez¨® a practicarse la vasectom¨ªa a los delincuentes que reincid¨ªan, hasta que el abogado de Jack Skinner, un tipo condenado una vez por robar gallinas y dos por atraco a mano armada, recurri¨® ante el Supremo.
La sentencia le dio la raz¨®n. Los jueces del Supremo comprobaron que la vasectom¨ªa no se aplicaba a los criminales de cuello blanco, aquellos que comet¨ªan fraudes masivos desde empresas o instituciones, y establecieron que la ley de Oklahoma vulneraba la igualdad de los ciudadanos ante la ley.
Por esa v¨ªa, sin consideraciones ni argumentos morales, empez¨® a acabarse la eugenesia en el pa¨ªs. Virginia fue el ¨²ltimo Estado en mantenerla: qued¨® oficialmente abolida en 1974.
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