Un tupamaro de la tercera edad
?Qu¨¦ hace falta para que un antiguo guerrillero tupamaro llegue a la presidencia de un pa¨ªs como Uruguay, l¨ªder de estabilidad pol¨ªtica en Am¨¦rica Latina? No tanto que renuncie a lo que fue, como que se haga mayor y cambie el mundo circundante. Jos¨¦ Mujica (acento t¨®nico en la segunda s¨ªlaba), de 75 a?os, es el tupamaro de la tercera edad que hoy, tras la celebraci¨®n de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, tiene la oportunidad de llegar al cargo, aunque en posici¨®n de mayor debilidad que su antecesor, Ram¨®n Tabar¨¦ V¨¢zquez, porque el partido de ambos, el Frente Amplio, ha perdido la mayor¨ªa en las c¨¢maras.
Habr¨¢ segunda vuelta el 29 de noviembre, en la que Mujica se enfrentar¨¢ al candidato del Partido Nacional, Luis Alberto Lacalle, que presidi¨® el pa¨ªs como campe¨®n del neoliberalismo de 1990 a 1995. El izquierdista seguramente hab¨ªa alcanzado la mayor¨ªa absoluta de votos v¨¢lidos, pero como en Uruguay se computan sufragios en blanco y nulos quedaba ad portas con un 48% de preferencias expresadas, contra un 28% de su rival, que, sin embargo, ya ha recibido el apoyo del resto de la derecha, para impedir que un ex enemigo del sistema alcance el poder, si bien en tiempo de descuento.
Mujica ha hecho saber que prefiere la educada izquierda del brasile?o Lula a la estrepitosa de Hugo Ch¨¢vez
La sociedad uruguaya, b¨¢sicamente fabricada entre el fin del siglo XIX y la II Guerra con la impronta del gran presidente modernizador Jos¨¦ Batlle y Ord¨®?ez (1903-1907; 1911-1915), es, posiblemente, la m¨¢s antigua de la regi¨®n; una antig¨¹edad sin duda a la europea, nacida con la colonia y cincelada con la refundaci¨®n inmigratoria de ese periodo, tras el exterminio de los ind¨ªgenas, a diferencia de la pura antig¨¹edad cronol¨®gica que reclaman los pueblos originarios de Am¨¦rica. Las sociedades indias de Bolivia, Ecuador y Per¨² quedaron irremediablemente heridas por la conquista espa?ola, y hoy son una realidad truncada y asim¨¦trica, donde lo tradicional es un invento moderno, y lo antiguo se perdi¨® o es un abalorio. Por ello, el pueblo uruguayo, que por su homogeneidad y car¨¢cter occidental no podr¨ªa servir en ning¨²n caso de arquetipo de lo latinoamericano -?y qui¨¦n puede?-, es, sin embargo, perfecto portador del legado de aquellos primeros padres.
Ese mundo ya hab¨ªa completado un ciclo modernizador con la victoria de la izquierda en 2005 y la consiguiente presidencia de un socialdem¨®crata de libro, Tabar¨¦ V¨¢zquez; esa victoria hab¨ªa dado lugar a una primera gran alternancia al cabo de siglo y medio de dominaci¨®n del Partido Colorado, que hab¨ªa detentado el poder desde 1864, con s¨®lo dos interrupciones a favor del Partido Blanco en 1958-1964 y la citada de 1990-1995; el Frente Amplio aspira por ello a consolidar su uruguayidad con ese mandato del veterano ex revolucionario, tambi¨¦n de manual, Jos¨¦ (Pepe) Mujica.
Y, as¨ª, no es de extra?ar que la campa?a electoral fuera de entonaci¨®n retrospectiva. Lacalle acusaba al izquierdista de no haber dejado nunca de ser quien era, de haber empu?ado las armas montoneras a comienzo de los a?os setenta contra un Gobierno democr¨¢tico, si no dado muerte ¨¦l mismo a alguno de sus enemigos contrarrevolucionarios; y de temer por ello no ya al tupamaro que fue, sino el desaguisado radical que, dice el candidato derechista, hoy podr¨ªa ser; y Mujica achacaba a Lacalle pasadas concupiscencias con el mism¨ªsimo general Franco y, por elegir modelos m¨¢s cercanos, Pinochet Ugarte o Alberto Fujimori.
El duelo Mujica-Lacalle constituye, por ¨²ltimo, un nuevo enfrentamiento a escala latinoamericana. Si gana el primero, aunque ya ha hecho saber que prefiere la educada izquierda del brasile?o Lula a la estrepitosa del venezolano Ch¨¢vez, este ¨²ltimo quedar¨ªa confortado con el mantenimiento del equilibrio entre derecha e izquierda, hoy favorable a esta ¨²ltima; pero si lo hace el segundo, el bloque conservador y proamericano -Per¨² y Colombia, potencias principales- habr¨ªa mejorado posiciones. El resultado del 29 de noviembre ser¨¢, como complemento, el inicial de siete consultas presidenciales que en un a?o modificar¨¢n o no el alineamiento exterior de Am¨¦rica Latina. Uruguay, ahora; Brasil, en octubre de 2010 para la sucesi¨®n del izquierdista Lula; y en medio Honduras, del neochavista Manuel Zelaya; Chile, de la socialista Michelle Bachelet; Bolivia, del indianista Evo Morales; del centro-izquierdista ?scar Arias en Costa Rica; y del derechismo de ?lvaro Uribe en Colombia. Si el cambio afectara a Brasil y Chile, Am¨¦rica Latina habr¨ªa cambiado de cara. Todo eso comienza con la modesta pugna dentro de un mes entre un ex tupamaro y un conservador de toda la vida.
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