?Qu¨¦ poca memoria!
"De donde me voy no vuelvo"; "a los jugadores les decimos demasiadas veces que son los mejores del mundo y no he sabido educarles en el sacrificio y el esfuerzo"; "cambiados los entrenadores, s¨®lo queda que se vaya el presidente". Volvi¨®, de nuevo presumi¨® de fichar a los m¨¢s grandes y puede que est¨¦ cerca de despedir a su s¨¦ptimo entrenador y envidar por el que es su quinto director deportivo desde su reelecci¨®n en 2004. Ocurre que ahora el crucigrama es mucho m¨¢s complejo, porque Florentino P¨¦rez no s¨®lo es reh¨¦n de su discurso dimisionario e inoportuno del 27 de febrero de 2006, sino que en su regreso asumi¨® p¨²blicamente el error de su imprevisible renuncia. Visto el devenir del equipo y su pachanguero paso por Alcorc¨®n, parece que sea la ¨²nica rectificaci¨®n de un presidente que ayer disertaba en Alicante sobre "Modelo de gesti¨®n del Real Madrid". Mucho tiene que decir al respecto quien ha capitalizado sin tachas una impecable administraci¨®n econ¨®mica y patrimonial de una instituci¨®n que iba a la deriva, antes de su primera elecci¨®n y el pasado mes de junio. Otra cosa es que la grandilocuencia de su mercantilismo sin fronteras haya estado acorde con la eficacia deportiva.
En el campo las cuentas a veces no cuadran. No basta con presupuestar 250 millones en fichajes
El f¨²tbol, como otros deportes, tiene sus propias teclas, por pleistocenas que le parezcan a algunos gur¨²s de las finanzas, y no siempre es cuesti¨®n de chequera. En el campo las cuentas a veces no cuadran. No basta con presupuestar 250 millones en fichajes. Florentino P¨¦rez lo pudo comprobar en su segundo mandato. De alguna forma, el modelo que propone lleva impl¨ªcito un mensaje subliminal que, ahora como entonces, parece haber calado sin remedio: como est¨¢n los mejores, victoria segura; como est¨¢n los mejores, qu¨¦ importa qui¨¦n entrene; como est¨¢n los mejores, qu¨¦ m¨¢s da si faltan piezas para el mecano; y como est¨¢n los mejores, el talento se impondr¨¢ donde no alcance el voluntarismo, la entrega. En Alcorc¨®n, el f¨²tbol volvi¨® a desmentir al presidente. Como ya sucedi¨®, no frente al en¨¦rgico Sevilla, sino ante el asilo de un Milan de la cuarta edad y el juvenil entusiasmo del Sporting.
El Madrid vuelve a ser v¨ªctima de su propaganda. Hay tal apelotonamiento de solistas que no s¨®lo falta coro, sino que aquellos no se encuentran frente al espejo. Mientras tanto, los mejores son los de casi siempre (Casillas y Ra¨²l), se amotina un cl¨¢sico de los enredos (Guti) y el t¨¦cnico de turno lo mismo retrasa una sesi¨®n de entrenamiento por una feria de audis como luego impone unos ejercicios espirituales antes de cruzar la M-30 hacia Alcorc¨®n. Eso s¨ª, coartadas, todas. Unas cuantas goleadas contra algunos equipos palmeros y se puso el acento de la excelencia en los marcadores. El juego dej¨® de ser objeto de debate. La excusa rutinaria: falta tiempo. Mientras en Barcelona su entrenador expresaba en p¨²blico su disgusto por el mal juego con el que se gole¨® al Atl¨¦tico, en Chamart¨ªn nada de autocr¨ªtica, los goles como maquillaje, como blindaje ante una prensa en la diana, como si la grandeza del Real Madrid no obligara la m¨¢xima exigencia. Si algo evidenci¨® el bochornoso tr¨¢nsito por Alcorc¨®n es que, incluso, la cr¨ªtica hasta hab¨ªa sido indulgente. El da?o provocado siempre ser¨¢ muy superior a cualquier heroicidad que se quiera vender en caso de remontada ante un Segunda B. El futuro del Madrid no puede depender de falsas gestas, ni de la recuperaci¨®n del jugador m¨¢s caro del planeta, ni del toque absentista que quiz¨¢ sin querer destila su entrenador, ni del talonario sin fondos del presidente. El ma?ana pasa por la autocr¨ªtica en todos los pelda?os jer¨¢rquicos, porque las hollywoodienses presentaciones estivales no tengan m¨¢s focos que una cita copera en Alcorc¨®n, porque el dinero no quiera desmentir al viejo juego del f¨²tbol, que se las sabe todas, y no siempre se deja comprar sus emociones. En definitiva, porque nadie tenga que calcar el discurso de aquel 27 de febrero de 2006. Tiempo hay para ello. Nada est¨¢ perdido, salvo que nadie quiera mirar por el retrovisor. Con el mejor ingeniero presidencial posible, con un entrenador que se hab¨ªa ganado el cr¨¦dito para estar en el Madrid, con un director deportivo, sabio y reflexivo, con experiencia en todas las aristas del tinglado y una plantilla con agujeros, pero deslumbrante como pocas, nada hace impensable un despegue inmediato. Eso s¨ª, con otro discurso, con el que el propio Florentino P¨¦rez lament¨® no haber sabido inculcar en su etapa anterior. Si sostuviera que lo ha intentado en la trastienda, en Alcorc¨®n vio el resultado.
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