El basurero pol¨ªtico

Al tiempo que se difund¨ªan el pasado martes las primeras informaciones sobre un nuevo esc¨¢ndalo pol¨ªtico (probable mixtura de enriquecimientos personales y financiaci¨®n ilegal de partidos), escenificado en Santa Coloma de Gramanet por una compa?¨ªa de afiliados a las dos principales formaciones catalanas (CiU y PSC), el Congreso debat¨ªa una moci¨®n presentada por Esquerra Republicana (ERC) para forzar la adopci¨®n de medidas m¨¢s estrictas contra la corrupci¨®n p¨²blica y privada. El portavoz Joan Ridao subi¨® a la tribuna de oradores todav¨ªa aturdido por la noticia: tras el caso Millet (el saqueo de la Fundaci¨® Orfe¨® Catal¨¤-Palau de la M¨²sica por sus administradores), las detenciones y las filtraciones del sumario secreto significan "un hachazo y un aut¨¦ntico ob¨²s" para el mitificado "oasis de las aguas estancadas de la Catalu?a sociovergente".

La paradoja de la democracia es que s¨®lo los propios partidos podr¨ªan impedir su financiaci¨®n ilegal

El deshonroso comportamiento de los pol¨ªticos profesionales y de los funcionarios a sus ¨®rdenes que entran a saco en las diversas Administraciones p¨²blicas, a veces con la coartada de actuar como cobradores del frac de las comisiones extorsionadas por los partidos para financiarse ilegalmente, traspasa las fronteras territoriales. As¨ª lo evidencia el tinglado de Baleares y la met¨¢stasis de la trama Correa en Madrid, Valencia, Galicia y Castilla y Le¨®n. La corrupci¨®n ensucia casi todas las siglas y tampoco respeta las ideolog¨ªas. El caso de El Ejido, cuya principal estrella es un alcalde del PP que abandon¨® sus filas para abrir tienda propia y seguir en el cargo, permite entender mejor el transfuguismo en los municipios peque?os y medianos; los concejales desertores de los partidos que los hab¨ªan incluido en sus listas electorales y a los que luego apu?alan no suelen moverse por santas razones.

Consciente de los devastadores efectos producidos por la corrupci¨®n (desafecci¨®n ciudadana, cinismo pol¨ªtico, desprestigio democr¨¢tico), el portavoz de ERC propone endurecer la ley de financiaci¨®n de los partidos de 2007, aprobada tras d¨¦cadas de silencio c¨®mplice, indiferencia encubridora y arrastre de pies de las organizaciones que eligen los gobiernos y los parlamentos -quis custodiet ipsos custodes?- encargados en teor¨ªa de vigilarlas. Joan Ridao quiere que la reforma de la norma incorpore las recomendaciones del Grupo de Estados contra la Corrupci¨®n del Consejo de Europa a¨²n pendientes.

El Congreso aprob¨® de forma un¨¢nime -los 341 votos emitidos- la moci¨®n de ERC, bien fuese por convicci¨®n, por hipocres¨ªa o por temor. Los ciudadanos deben aplaudir el acuerdo aunque ¨²nicamente sea un homenaje del vicio a la virtud. El trabajo de los jueces es insuficiente para cortar la sangr¨ªa de dinero robado. La paradoja democr¨¢tica es que s¨®lo los partidos se hallan en condiciones de adoptar las medidas legislativas y ejecutivas necesarias para suprimir las pr¨¢cticas de financiaci¨®n ilegal que los dirigentes de esas mismas organizaciones toleraron hasta ahora -cuando menos- de manera c¨®mplice.