Facebook desde la tumba
Nadie sab¨ªa el plan y a nadie le hizo gracia que saliera. David Anthony Sample, que en gloria est¨¦, hab¨ªa ideado esto cuando cay¨® enfermo: "Quiero donar todos mis ¨®rganos, pero no mi cuerpo. Me gustar¨ªa que me enterraran con mi traje de boda y el anillo puesto. Cerca de mis padres, en el cementerio de Bolton. La ceremonia, en la iglesia de Saint Michael. Todas las deudas y pr¨¦stamos est¨¢n pagados". Cuando Anna Sample, en su casa cercana a Manchester (Inglaterra), abri¨® su cuenta de correo electr¨®nico, encontr¨® la voluntad de su hermano ya fallecido. Tina Berry recibi¨® otro e-mail: "Gracias por estar ah¨ª siempre que te necesit¨¦. Has sido una secretaria excepcional y de mucho apoyo en los proyectos que hemos sacado adelante. S¨¦ que siempre te ha encantado el cuadro de mi despacho y me gustar¨ªa regal¨¢rtelo como se?al de aprecio. Espero que el peque?o Johnny juegue en su equipo de f¨²tbol favorito cuando sea mayor. No te olvides de ir a sus partidos. Te deseo lo mejor. David". ?El se?or Sample hablando desde la tumba? Claro que no. Se hab¨ªa abierto una cuenta en www.wishesbeyondlife.com y la p¨¢gina distribuy¨® sus pensamientos cuando muri¨®. Dej¨® las cosas atadas y bien atadas.
"Sabemos que es duro enfrentarse a la muerte, que es un poco morboso, pero los internautas tambi¨¦n tienen que hacerlo"
"La cosa suena genial, en teor¨ªa, pero ?realmente quieres un saludo desde el m¨¢s all¨¢, como en una sesi¨®n de espiritismo?"
?ste es un ejemplo simulado del propio portal, pero refrenda que existe vida (online) m¨¢s all¨¢ de la muerte. Las redes sociales han conseguido lo imposible. ?ste es el panorama en los ¨²ltimos a?os: personas de todas las edades que se queman las pesta?as frente a sus blogs y fotologs, que est¨¢n enganchados al Twitter, que dan cabezadas ante el Facebook, que exhiben sus pensamientos, sus aficiones, sus enfados, su odio al jefe, los tonteos con el ligue? Su vida. El diario ya no se esconde en el ¨²ltimo hueco de la mesita de noche, sino que est¨¢ en Internet a la vista de todos. Y ten¨ªa que ocurrir: algunos de los usuarios est¨¢n muriendo. Cientos de relaciones virtuales se esfuman. La red social queda en un limbo. Por eso hay quien reivindica el derecho a preparar la muerte como quien prepara la vida. Desde Internet. Es el fen¨®meno Deathbook.
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Un disparate de los grandes parec¨ªa la correspondencia que Hillary Swank recib¨ªa en la comedia rom¨¢ntica Posdata: te quiero, estrenada hace dos a?os. Su marido, fallecido, hab¨ªa trazado un plan, no se sabe muy bien c¨®mo, para enviarle cartas de amor. Ella las recib¨ªa, lloraba y hac¨ªa lo que ¨¦l le iba explicando. Pues esa idea peregrina se ha hecho realidad por obra y magia de un pu?ado de webs inglesas y norteamericanas. Deathbook a¨²n no es muy popular en Espa?a, pero a los anglosajones les est¨¢ poniendo patas arriba el universo virtual.
Se puede guardar un testamento auxiliar que rellene los huecos del documento legal, cartas para la pareja y los compa?eros de trabajo, v¨ªdeos con testimonios, archivos sonoros, links a p¨¢ginas web, la contrase?a del banco o de la taquilla del gimnasio. El usuario elige una persona encargada de notificar la muerte al portal. Y entonces, la maquinaria de reparto de mensajes se pone a funcionar. Uno por aqu¨ª, otro por all¨¢. Incluso se pueden programar el env¨ªo para ocasiones especiales, aunque sean dos a?os despu¨¦s, y a una hora concreta. Ejemplo: "Te deseo feliz cumplea?os, hijo. Ya eres mayor de edad. Aprovecha la universidad para convertirte en un hombre de bien. Espero que no malgastes el tiempo ni el dinero. Cu¨ªdate".
A Jeremy Toeman, creador de www.legacylocker.com, la idea le vino subido en un avi¨®n. Se pregunt¨® qu¨¦ le pasar¨ªa a su vida online si el avi¨®n se estrellara. Y entonces ide¨® una p¨¢gina donde poder programar c¨®mo dirigirse a sus contactos. "Sabemos que es duro enfrentarse a la muerte, sabemos que es un poco morboso, pero aquellos que pasan sus vidas en Internet tienen que hacerlo". ?A favor? En el blog de Reputation Defender, una empresa que se encarga de proteger el buen nombre de compa?¨ªas o personas en la Red, se puede ver una foto en la que aparece el campo verde, un lago y una tumba con este mensaje:? "Mi aut¨¦ntica l¨¢pida est¨¢ en Facebook". ?En serio?
En los portales Deathbook se pueden guardar mensajes como quien actualiza su estatus de la red social. Ejemplos: "Cari?o, ponte siempre que sea nuestro aniversario la falda negra que te regal¨¦ y te queda tan bien", "He esperado hasta este momento para contaros un secreto: habr¨¦ estado casado, habr¨¦ tenido tres hijos, pero soy gay" o "Jefe, esa corbata que siempre lleva puesta dice mucho de su nefasta capacidad de trabajo". Uno se puede sentir sincero como nunca con cosas que cuesta decir en vida y se puede quitar un peso de encima al saber que finalmente se conocer¨¢n. Total, nadie podr¨¢ reprochar nada luego.
No hay forma de saber si se preparan insultos. Los gestores de estos portales no tienen acceso a las cuentas de sus miembros. Dicen que las claves personales est¨¢n encriptadas de tal forma que nadie puede averiguarlas. Como las del banco. Incluso algunas webs, como www.assetlock.net, se niegan a dar cifras sobre el n¨²mero de usuarios. En Last Messages Club s¨®lo conceden que tienen 7.000 visitas en un d¨ªa. En cambio, los directivos de www.greatgoodbye.com van al grano: 712 usuarios, 1.798 mensajes guardados, 4.613 fotos y 214 pel¨ªculas subidas. En esta ¨²ltima se cobra de 10 a 50 d¨®lares, seg¨²n se trate de custodiar fotos, v¨ªdeos, MP3, correos electr¨®nicos? El servicio en www.assetlock.net cuesta 9,95 d¨®lares por 20 megabytes de espacio y 29,95 por un gigabyte. Para el resto, como www.vitallock.com y www.legacylockers.com, hay que abonar una cantidad entre 20 y 30 d¨®lares al a?o. En www.privatematters.com se pide un ¨²nico pago de 69,99 d¨®lares.
El mercado espera y pica. A Felipe Romero, socio director de The Cocktail Analysis, una agencia de investigaci¨®n especializada en tendencias de consumo y nuevas tecnolog¨ªas, no le sorprende la tendencia: "Se quiera o no, la muerte es un modelo de negocio. Hay gente que vive de ello, y si Internet tiene un protagonismo cada vez mayor en nuestras vidas, es sensato que lo tenga con vistas al final. Es un modo de transmitir informaci¨®n, y ¨¦sa ha sido una gran preocupaci¨®n del ser humano". Pinturas rupestres, exvotos, ofrendas, El libro de los muertos egipcio, cartas, herencias? Deathbook es el siguiente paso. "Ser¨ªa otra forma de transmitir la memoria, mucho m¨¢s perdurable en el tiempo", a?ade Romero. "Con esos mails se llena el vac¨ªo y perdura una relaci¨®n que casi no es muy distinta a la que se mantiene con los contactos d¨¦biles de las redes sociales".
Brandon H., estadounidense de 64 a?os que vive en el sur de Estados Unidos, no piensa en esto, sino en la filosof¨ªa del asunto. ?l tiene una cuenta en www.greatgoodbye.com. "Da mucha tranquilidad de esp¨ªritu. Adem¨¢s, sentarse a pensar qu¨¦ quieres dejar despu¨¦s de tu muerte ayuda a tener otra perspectiva de la vida", argumenta para apoyar sus tesis metaf¨ªsica. Brandon ha preparado un v¨ªdeo para su mujer y sus hijos.
Pues nada. Hay quien no se lo explica. Quien considera macabro el Deathbook. Blogs y foros se llenan de comentarios. "La cosa suena genial en teor¨ªa, pero ?realmente quieres un saludo desde el m¨¢s all¨¢, como una sesi¨®n virtual de espiritismo? (?) Es rid¨ªculo. En unos a?os, los muertos enviar¨¢n mensajes a otros muertos", escribe en el foro Bukisa, un ingl¨¦s de mediana edad que se hace llamar Revivor. Y hay quien, como Chas, del sur de Gales, aprovechar¨ªa: "Se podr¨ªa enviar un mensaje: No olvidad el dinero que me deb¨¦is". Pero este plan, donde convergen billetes y ausencias eternas, puede que no salga.
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