La guerra de los transg¨¦nicos
Llanuras del Guadalquivir, en los alrededores de Sevilla. Estamos en un peque?o campo de girasoles, organizado en varias parcelas. El polen amarillo se pega a las gotas de sudor. Alguien da unas palmadas y de entre las plantas parten piando decenas de peque?as aves antes invisibles. Pero no es el ¨²nico ruido ambiental: de algunas parcelas, cubiertas con finas redes blanquecinas, sale un zumbido constante. Abejas. Abejas obreras trabajando no s¨®lo para su reina, sino para nosotros. Esto es un campo de producci¨®n de semillas de Monsanto, compa?¨ªa l¨ªder mundial en el sector agrario y s¨ªmbolo, tambi¨¦n mundial, de la agricultura biotecnol¨®gica, la de los cultivos transg¨¦nicos, ¨¦sos sobre los que se libra desde hace m¨¢s de una d¨¦cada una aut¨¦ntica guerra social, econ¨®mica y cient¨ªfica.
Estados Unidos, Argentina y Brasil son los pa¨ªses con mayor ocupaci¨®n de estos cultivos 'formateados', biotecnol¨®gicos
Las plantas 'trans' son sobre tod osoja y ma¨ªz. Y de dos clases: resistentes a plagas y tolerantes a herbicidas
?D¨®nde est¨¢n los cultivos resistentes a la sequ¨ªa? en 12 a?os, no han cumplido las expectativas respecto a los pobres
Pa¨ªses como Francia, Austria y Alemania proh¨ªben estos cultivos. En Espa?a hay 80.000 hect¨¢reas de ma¨ªz transg¨¦nico
El conflicto atraviesa ahora una fase crucial. En los campos europeos s¨®lo puede crecer un tipo de cultivo transg¨¦nico con fines comerciales: el ma¨ªz MON810. Su peculiaridad es que Monsanto le ha insertado un gen que lo convierte en venenoso para uno de los enemigos m¨¢s feroces del ma¨ªz, la plaga del taladro. Despu¨¦s de 11 a?os cultiv¨¢ndose en Europa, el MON810 se enfrenta ahora a su renovaci¨®n, o no, por parte de las autoridades europeas. La decisi¨®n es importante para Espa?a, el pa¨ªs europeo donde, con diferencia, m¨¢s ma¨ªz transg¨¦nico se cultiva.
La guerra se plantea larga y complicada. Bando uno: los transg¨¦nicos ser¨¢n esenciales para erradicar las hambrunas, aumentando el rendimiento del suelo y logrando adem¨¢s una agricultura sostenible. Bando dos: los transg¨¦nicos son t¨®xicos, destrozan las econom¨ªas locales y el equilibrio ambiental. ?Qui¨¦n tiene raz¨®n? Entremos en el laberinto transg¨¦nico. Ojal¨¢ a la salida podamos decidir si tomar o no lecitina de soja transg¨¦nica.
Las abejas siguen con su trabajo: polinizar. Despu¨¦s Monsanto enviar¨¢ las semillas a todo el planeta. A todo. Aqu¨ª nacen gran parte de las semillas de girasol, ma¨ªz y algod¨®n que se cultivar¨¢n no s¨®lo en Europa, sino tambi¨¦n en otros continentes. Cuando en el hemisferio Sur es invierno, semillas de variedades sure?as viajan en avi¨®n hasta el Guadalquivir para ser multiplicadas en un clima adecuado, de forma que no se pierde tiempo y se cumple el ideal de toda gran empresa: m¨¢xima eficacia.
En otras palabras, esto de las semillas es un gran negocio global. En realidad, hoy en d¨ªa casi todo lo referente a la agricultura lo es, y no s¨®lo lo que envuelve al boom transg¨¦nico. Boom, s¨ª, porque los cultivos transg¨¦nicos han pasado de ocupar 10 millones de hect¨¢reas en seis pa¨ªses en 1997, a 125 millones de hect¨¢reas en 25 pa¨ªses en 2008.
Los girasoles entre los que paseamos no son transg¨¦nicos, y sin embargo tienen mucho en com¨²n con los cultivos que s¨ª lo son. Para empezar son, lo mismo que los transg¨¦nicos, plantas formateadas seg¨²n las preferencias del agricultor y las condiciones ambientales, algo logrado tras largos a?os de investigaci¨®n agron¨®mica. Es decir, se parecen a un girasol salvaje tanto como un caballo de carreras a un mulo de granja. Como consecuencia, las semillas de estos girasoles est¨¢n protegidas por estrictos derechos de propiedad intelectual, y por supuesto son m¨¢s caras. Hay que comprarlas para cada siembra porque si se plantan las del a?o anterior no rinden igual, as¨ª que las semillas ni se guardan ni se intercambian con el vecino, pr¨¢cticas habituales en la agricultura tradicional.
La 'revoluci¨®n verde' fue la primera fase de la globalizaci¨®n de la agricultura; el proceso por el que, a lo largo del ¨²ltimo medio siglo y en casi todo el planeta, el campo se fue tecnificando y explotando de forma intensiva. Gracias a ella, el suelo rinde mucho m¨¢s, y hay m¨¢s alimentos y m¨¢s baratos. Pero todo tiene un precio. Una parte se paga en lo que algunos llamar¨ªan romanticismo: en esta era en que la fruta llega de los ant¨ªpodas y hay naranjas todo el a?o, las entra?ables granjitas locales del imaginario urbano quedan a a?os luz. Pero hay m¨¢s. Los cultivos intensivos aumentan la contaminaci¨®n qu¨ªmica, la sobreexplotaci¨®n de acu¨ªferos y la salinidad del suelo. "Estas cr¨ªticas [a la revoluci¨®n verde] son v¨¢lidas", han escrito en la revista Science Robert E. Evenson y Douglas Gollin. Pero ?de qu¨¦ otra forma hubieran alimentado los pa¨ªses en desarrollo a una poblaci¨®n en crecimiento explosivo?, se preguntan estos autores, que se basan en un informe del Grupo Consultivo sobre Investigaci¨®n Agr¨ªcola Internacional, integrado por los 15 centros principales de investigaci¨®n p¨²blica en cultivos esenciales. Para Evenson y Gollin, "no est¨¢ claro" que hubiera habido alternativa a la revoluci¨®n verde.
Los cultivos transg¨¦nicos vienen a ser el ¨²ltimo cap¨ªtulo de esta revoluci¨®n. Un cap¨ªtulo en el que las posturas sobre el modelo de agricultura a seguir chocan tan violentamente que brotan chispas. Para unos, s¨®lo se podr¨¢ alimentar a los 8.000 millones que seremos en 2030 introduciendo los transg¨¦nicos, sobre todo teniendo en cuenta que la urbanizaci¨®n y el cambio clim¨¢tico recortar¨¢n suelo cultivable. Es m¨¢s, ser¨¢ precisamente la biotecnolog¨ªa la que logre el ansiado equilibrio entre uso y preservaci¨®n del medio: el control humano sobre los ecosistemas ser¨¢ tan perfecto que reparar¨¢ incluso los da?os que ¨¦l mismo provoque. Los antitransg¨¦nicos, en cambio, advierten del grave riesgo de multiplicar los da?os ambientales y sociales de la revoluci¨®n verde, para la que s¨ª ven alternativa: justamente, esas granjas locales.
En el primer bando, la mayor¨ªa de la comunidad cient¨ªfica y las organizaciones de Naciones Unidas para la alimentaci¨®n y la salud (la FAO y la OMS). En el otro, las asociaciones ecologistas. ?Y el p¨²blico? El Eurobar¨®metro de 2005 muestra que s¨®lo en siete pa¨ªses europeos, Espa?a entre ellos, los que est¨¢n a favor de los transg¨¦nicos superan a los que se oponen. En cualquier caso hay matices, zonas de frontera? y sombras. Se deber¨ªa poder tomar postura a la luz de datos, como cu¨¢nta comida produce cada tipo de agricultura; con qu¨¦ costes; cu¨¢l es su impacto ambiental? Sin embargo, es informaci¨®n dif¨ªcil de obtener.
La batalla de los datos. A ver, ?se usan m¨¢s o menos pesticidas y herbicidas con los transg¨¦nicos? ?Cu¨¢nta riqueza generan, y para qui¨¦n, estos cultivos? La organizaci¨®n ISAAA (Servicio Internacional para la Adquisici¨®n de Aplicaciones Agrobiotecnol¨®gicas) es la m¨¢s citada a la hora de contabilizar el impacto de los transg¨¦nicos, pese a que no ocupa un punto equidistante entre posturas. El ISAAA defiende "el potencial de los cultivos biotecnol¨®gicos" y entre sus fuentes de financiaci¨®n est¨¢ la propia Monsanto. Seg¨²n sus datos, los transg¨¦nicos han rendido mucho m¨¢s y a un coste relativo m¨¢s bajo.
Ese ahorro se debe en gran parte a que las plantas transg¨¦nicas necesitar¨ªan menos herbicidas y pesticidas. Pero no hay acuerdo al respecto, y no s¨®lo por parte del bando ecologista. En opini¨®n de Pere Puigdomenech, director del Centre de Recerca en Agrigen¨®mica (CSIC) y blanco frecuente de organizaciones antitransg¨¦nicos -o sea, nada sospechoso de tener prejuicios contra la biotecnolog¨ªa-, la cuesti¨®n "est¨¢ bastante enredada, ya que es dif¨ªcil tener datos fiables y globales".
Las plantas transg¨¦nicas actuales son sobre todo de dos clases: resistentes a plagas y tolerantes a herbicidas. En las primeras se ha insertado un gen que produce una toxina contra la plaga del taladro, as¨ª que estas plantas sintetizan ellas mismas el veneno contra este gusano que las devora por dentro. En cambio, la ventaja de las plantas tolerantes a herbicidas casi viene a ser la opuesta: el gen extra que se les ha introducido las vuelve indemnes a los productos contra las malas hierbas, de forma que pueden ser tratadas sin temor con grandes cantidades de herbicida.
"La l¨®gica dice que en los cultivos resistentes a insectos se van a usar menos insecticidas, y en los tolerantes a herbicidas, m¨¢s herbicidas", explica Puigdomenech. "Si lo juntamos todo se crea confusi¨®n, que quiz¨¢ es lo que se desea. Lo que yo he le¨ªdo es que efectivamente se reduce el uso de insecticidas cuando se utilizan plantas resistentes a insectos, y esto reduce el riesgo de intoxicaciones de agricultores; tambi¨¦n parece haberse incrementado el uso de un herbicida en concreto, el glifosato".
Los cultivos tolerantes a glifosato -soja, ma¨ªz, colza, algod¨®n y alfalfa- ocupan hoy el 63% de los cultivos biotecnol¨®gicos del planeta. Es el herbicida considerado menos t¨®xico. Pero el aumento en su uso est¨¢ haciendo que proliferen malas hierbas resistentes. El fen¨®meno de las resistencias es normal en todo tipo de agricultura y se da con cualquier herbicida e insecticida, pero cuando tantas cosec has dependen de un ¨²nico producto, ¨¦ste puede perder eficacia.
En Argentina, por ejemplo, el pa¨ªs que ocupa el segundo lugar mundial en cultivos transg¨¦nicos tras EE UU y por delante de Brasil, hay una maleza que se ha vuelto resistente y causa estragos en la soja transg¨¦nica: el sorgo de alepo. Rosa Binimelis, investigadora de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, presenci¨® "c¨®mo el problema iba creciendo, c¨®mo se usaban cada vez m¨¢s y m¨¢s herbicidas para combatir el sorgo de alepo, con los consiguientes costes econ¨®micos y sociales". Ahora se busca introducir nuevos transg¨¦nicos tolerantes a m¨¢s herbicidas, algo que Binimelis desaprueba: "Es matar moscas a ca?onazos".
Pero volvamos a los campos de Monsanto en Sevilla. Hemos dejado atr¨¢s los girasoles y nos acercamos al ma¨ªz. ?Por fin, el famoso MON810! El ¨²nico cultivo transg¨¦nico comercial en Europa, y cuyo permiso ahora debe renovarse. La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), la voz cient¨ªfica oficial al respecto, se pronunci¨® a favor en julio; pero la decisi¨®n final no es cient¨ªfica sino pol¨ªtica, y corresponde a la Comisi¨®n Europea. Deber¨¢ decidir en breve.
Las semillas europeas de MON810 se producen en la finca a unos metros de los girasoles. Aqu¨ª, entre el ma¨ªz, no hay abejas, porque es el viento el que poliniza. Arranca el polen del penacho que corona cada planta de ma¨ªz y lo transporta hasta las hebras de la mazorca, ¨¦sas que se ven como una especie de cabellera; atrapado el polen, cada hebra se convertir¨¢ en un min¨²sculo conducto hasta un ¨®vulo.
"?Ve? Son todos iguales, no es que uno tenga cuernos y el otro no? No se distinguen en nada", explica Olivier Crassous, director de producci¨®n de la planta sevillana de semillas. Efectivamente, ni el m¨¢s experto distinguir¨ªa entre un ma¨ªz no transg¨¦nico destinado a Galicia y su vecino de parcela MON810, preferido por los agricultores del Valle del Ebro. ?Por qu¨¦ esas diferencias entre agricultores? En Galicia no hay taladro; pero en el Valle del Ebro esta plaga puede partir la cosecha a la mitad. Espa?a es el pa¨ªs europeo donde m¨¢s MON810 se cultiva: en 2008, 79.300 hect¨¢reas frente a las 8.300 de la Rep¨²blica Checa y 7.100 de Rumania. En Francia, Grecia, Hungr¨ªa, Austria, Alemania y Luxemburgo han optado por prohibir su cultivo; Irlanda sigue por el mismo camino.
As¨ª que estamos en el punto de mira. "Espa?a es el principal campo de batalla; todo el mundo se fija en lo que pasa aqu¨ª", dice Binimelis. La parte positiva es que es aqu¨ª donde se han hecho los estudios m¨¢s prolongados sobre coexistencia entre cultivos. Se trata de aclarar si el ma¨ªz transg¨¦nico se cruza en el campo con el convencional, un fen¨®meno que la propia UE, para disgusto de los investigadores en transg¨¦nicos, llama "contaminaci¨®n".
Viajamos a Girona, a la regi¨®n de Foix¨¢, con Enric Mel¨¦ y Joaquima Messeguer, del Instituto de Investigaci¨®n y Tecnolog¨ªa Agroalimentarias (IRTA) y autores de los estudios m¨¢s importantes sobre coexistencia. Paramos entre dos campos de ma¨ªz y ellos sacan su equipo. Trituran un pedacito de hoja de ma¨ªz en un peque?o vial con un l¨ªquido, en el que sumergen algo parecido a un predictor. El dispositivo responde enseguida: s¨ª, este ma¨ªz tiene el gen que produce la toxina contra el taladro. Estos investigadores llevan seis a?os haciendo esto mismo innumerables veces en las parcelas de Foix¨¢, y han descubierto que basta una separaci¨®n de unos 20 metros para que no haya cruces por encima del 0,9%, umbral establecido para etiquetar un alimento como transg¨¦nico.
?Hay problemas de convivencia? "Nos ponemos de acuerdo para plantar de forma que la floraci¨®n no coincida, y nos va bien", dice Quim Paretas, propietario de un silo donde se secan tanto los ma¨ªces transg¨¦nicos como los convencionales, excepto el ecol¨®gico. ?Juntos? "Claro. A los agricultores les da igual mezclarlos porque no son para consumo humano, sino para piensos. Todo el ma¨ªz se etiqueta como transg¨¦nico". O sea: los animales comen pienso elaborado con transg¨¦nicos y etiquetado como tal, pero el consumidor no distingue la carne de un animal alimentado con transg¨¦nicos porque la etiqueta de esa carne no lo dice. As¨ª que la pista de los transg¨¦nicos -y la posibilidad de que el consumidor los rechace- se pierde en los piensos animales.
A todo esto, ?son los alimentos elaborados con transg¨¦nicos peligrosos para la salud, o no? Lo cierto es que, si sobre el uso de herbicidas o los efectos ambientales el debate cient¨ªfico contin¨²a, en lo referido al efecto de los transg¨¦nicos sobre la salud casi no hay discrepancias. No ha habido hasta ahora trabajos cient¨ªficos publicados en revistas con controles de calidad exigentes que hallen riesgos en los transg¨¦nicos hoy en el mercado. Esto, claro, puede cambiar en el futuro, y de hecho la EFSA sigue evaluando posibles nuevas pruebas.
Hay algo que molesta mucho a quienes cultivan transg¨¦nicos: que mientras que el ¨²nico cultivo permitido en Europa es el ma¨ªz, s¨ª se permite la entrada y consumo de soja transg¨¦nica. "Si podemos importar y consumir soja transg¨¦nica, ?por qu¨¦ no la podemos cultivar? Sin la soja transg¨¦nica la caba?a europea no tendr¨ªa qu¨¦ comer", dice irritado Paretas. La guerra transg¨¦nica, en su opini¨®n, se est¨¢ exagerando: "Cuando digo que cultivo transg¨¦nicos me miran como si fuera un delincuente. Cuesta mucho explicarlo". A ¨¦l, el ma¨ªz transg¨¦nico le permite asegurar la cosecha. Sin m¨¢s.
No en todas partes la convivencia entre agricultores es tan id¨ªlica como en Foix¨¢. Los agricultores ecol¨®gicos espa?oles llevan a?os pidiendo un decreto que regule la separaci¨®n entre cultivos transg¨¦nicos y convencionales. Hace unos meses la plataforma Som lo que sembrem present¨® en el parlamento catal¨¢n 106.000 firmas en contra de los transg¨¦nicos en Catalu?a.
La posibilidad de que las plantas transg¨¦nicas transfieran sus genes a otras variedades no preocupa s¨®lo a los agricultores ecol¨®gicos. Tambi¨¦n puede convertirse en un problema a gran escala, por ejemplo si afecta a cultivos que dan de comer a cientos de millones de personas. Es el caso del arroz. Dentro de diez a?os China necesitar¨¢ un 25% m¨¢s de arroz para cubrir la demanda de su poblaci¨®n, y ha apostado por la biotecnolog¨ªa: est¨¢ a punto de aprobar la comercializaci¨®n de arroz transg¨¦nico. Ahora bien, ?qu¨¦ pasa si este arroz transfiere a una mala hierba la tolerancia a un herbicida, por ejemplo? ?C¨®mo combatir entonces esa mala hierba?
Esto se previene siguiendo unas normas b¨¢sicas en los cultivos, dicen las compa?¨ªas de semillas. Pero es dif¨ªcil hacer respetar las reglas en pa¨ªses como India o China, donde la nueva tecnolog¨ªa aterriza sobre la agricultura local como un jumbo en una pista de avionetas. Prueba de ello fue la entrada en el mercado europeo, hace apenas dos a?os, de arroz transg¨¦nico ilegal chino. En Europa saltaron las alarmas sanitarias previstas, pero qued¨® claro que en China se cultivaban grandes extensiones de arroz transg¨¦nico antes incluso de su aprobaci¨®n en el propio pa¨ªs.
En los laboratorios del IRTA unos platillos albergan min¨²sculas plantitas de arroz. No es un arroz cualquiera. A principios de esta d¨¦cada Mel¨¦ y Messeguer participaron en un ambicioso proyecto europeo para producir un arroz resistente a insectos, que efectivamente consiguieron. "Ten¨ªa muchas ventajas", explica Mel¨¦, pero "nunca ha salido del laboratorio". Y es que tropez¨® con los estrictos requisitos legales -ensayos- que la UE impone a los transg¨¦nicos. Una normativa que, para muchos, tiene el curioso efecto de hacer el juego a las multinacionales. "Acaban siendo las ¨²nicas capaces de superar la burocracia europea", comenta Messeguer. Paradoja: lo que los antitransg¨¦nicos ven como una barrera de contenci¨®n ante el avance de las multinacionales, acaba reforzando su poder.
En cualquier caso, ?qu¨¦ peligro implica ese poder? ?No lo tiene todo gran imperio en la econom¨ªa global? Hay un riesgo: que pervierta las actuaciones de la propia comunidad cient¨ªfica. En 2001 el investigador Ignacio Chapela, de la Universidad de California en Berkeley (EE UU), public¨® en Nature que las variedades aut¨®ctonas de ma¨ªz en M¨¦xico estaban contaminadas con ma¨ªz transg¨¦nico, lo que pon¨ªa en peligro la biodiversidad de esta especie. El trabajo fue criticado con una sa?a muy poco corriente. La periodista francesa Marie Monique Robin cuenta en su libro El mundo seg¨²n Monsanto que la pol¨¦mica fue espoleada por una empresa de marketing contratada por esta compa?¨ªa.
Hay una cr¨ªtica a los cultivos transg¨¦nicos dif¨ªcil de rebatir: en sus doce a?os de existencia no han cumplido las expectativas respecto al mundo pobre. La tecnolog¨ªa se extiende cada vez a m¨¢s pa¨ªses y no todos ricos, s¨ª; pero ?d¨®nde est¨¢n los cultivos resistentes a la sequ¨ªa y la salinidad? ?O los enriquecidos con nutrientes espec¨ªficos? Las empresas aseguran que todo llegar¨¢. Pero "excepto algunas iniciativas aisladas, no hay programas importantes que aborden los problemas fundamentales de las personas pobres o que se centren en los cultivos y animales de los que ¨¦stas dependen", dice el informe de la FAO Biotecnolog¨ªa agr¨ªcola: ?una respuesta a las necesidades de los pobres?
Hasta ahora el avance transg¨¦nico se ha guiado m¨¢s por intereses comerciales que por esa vieja promesa de combatir el hambre en el mundo. ?Nos creemos, o no, que efectivamente son la mejor salida posible para un futuro dif¨ªcil?
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