Peque?o milagro ac¨²stico
Los noruegos Kings of Convenience levantaron el auditorio del Price con su folk ac¨²stico
De tarde en tarde, casi cuando ya no lo esper¨¢bamos, se produce alg¨²n episodio circunstancial que nos permite recobrar la fe en el hombre moderno. Vivimos tiempos perros, Jorge Javier V¨¢zquez se apresta a recibir un Premio Ondas y el nuevo horario de invierno arruina las m¨¢s voluntariosas indicaciones del psicoterapeuta. Y en ¨¦sas aparecen dos noruegos l¨¢nguidos, pertrechados con poco m¨¢s que sus l¨¢nguidas y respectivas guitarras, y son capaces no ya de reventar el aforo del Price un domingo por la noche, sino de que el p¨²blico bailotee con un repertorio de folk ac¨²stico. Alabados sean.
Quiz¨¢ Declaration of dependence, su muy reciente tercera entrega, no figure entre los 10 mejores discos del a?o, pero s¨ª entre los dos o tres m¨¢s entra?ables. Empezando por el t¨ªtulo. En estos tiempos de individualismo feroz y egos descabalados, unos zangolotinos de tez p¨¢lida y carnes ¨ªnfimas reivindican su complementariedad. Ninguno ser¨ªa gran cosa sin el otro al lado, pero juntos fueron capaces de ofrecer uno de los conciertos m¨¢s deliciosos de la temporada.
KINGS OF CONVENIENCE
Erlend ?ye (voz, guitarra, piano), Erik Glambek B?e (voz, guitarra). Con Davide Bertolini (contrabajo, bajo el¨¦ctrico) y Tobias Hett (viola). Teatro Circo Price. Lleno. Madrid, 1 de noviembre.
El grupo regal¨® uno de los conciertos m¨¢s deliciosos de la temporada
Erlend, el hombre de las gafas desorbitadas, parece el cl¨¢sico empoll¨®n del instituto. Erik encarna al amigo guaperas, una especie de Tobey Maguire en moreno. Les molestan los vendedores de cerveza que pululan por las gradas, no quieren fotos, aborrecen las palmadas y gastan un humor n¨®rdico m¨¢s bien extra?o, pero sus canciones les redimen. Si te abren un concierto con dos temas tan ext¨¢ticos como My ship isn't pretty y 24-25 no te queda m¨¢s remedio que encontrarlos adorables. As¨ª lo entendi¨® la grada, que guardaba un silencio reverencial, aunque all¨ª todo el mundo se sab¨ªa las letras y la discograf¨ªa al completo.
Siempre se les relaciona con Simon & Garfunkel y, por extensi¨®n, con los Everly Brothers, pero el tenue minimalismo c¨¢ndido de sus arpegios puede recordar a la Penguin Cafe Orchestra y las piezas m¨¢s traviesas y animosas remiten a Jens Lekman, otro escandinavo extraordinario. En cualquier caso, estos treinta?eros de Bergen demuestran que dos voces y otras tantas guitarras bastan para emocionar mucho m¨¢s que quienes graban sus discos en cuatro continentes distintos, recurren a media docena de productores, apabullan con una monta?a de bases pregrabadas e invierten varios millones de d¨®lares en cada videoclip.
Frente a la aparatosidad megal¨®mana, reconforta dejarse atrapar por el peque?o milagro ac¨²stico de estos dos lechuguinos maravillosos. Cl¨¢sicos como Misread o I don't want what I can save you from fueron recibidos con alborozo, mientras que el reciente Boat behind logr¨® despegar de sus asientos a todo el teatro. A Erlend le gusta explicar que su m¨²sica tambi¨¦n resulta apropiada para el baile. Hasta ahora pens¨¢bamos que se trataba de otra p¨ªldora de ese humor suyo tan intrincado. Pero no: esta vez hablaba completamente en serio.
![Erlend ?ye (izquierda) y Erik Glambek, integrantes de Kings of Convenience, en el Circo Price.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/3VFSSS3GKZ25SQBWPLMJPTD4HY.jpg?auth=79f598d6868963542c9d268705cb6a03f5d379a87b685866def8b3a9b05eabb4&width=414)
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