Rajoy, la autoridad y las ideas
Retorno al pasado: el que se mueva no sale en la foto. La amenaza de Mariano Rajoy de excluir de las listas electorales a aquellos que no le obedezcan certifica la p¨¦rdida de autoridad del presidente del PP, a la vez que nos recuerda que un c¨¢ncer burocratizador est¨¢ instalado en el tejido del sistema de partidos espa?ol.
La autoridad no se impone, se tiene y se ejerce. De poco sirve recordar qui¨¦n es el que manda y cu¨¢les son los atributos de que dispone. Cuando se llega a este punto es que se ha perdido la autoridad y que empieza la deriva hacia el autoritarismo. Porque autoritaria es la prohibici¨®n de Rajoy de que se debatan en p¨²blico cuestiones internas del PP, como si el caso G¨¹rtel o la disputa por Caja Madrid no fueran cuestiones de inter¨¦s ciudadano, m¨¢s all¨¢ de la lucha sin cuartel por el poder entre militantes de un mismo partido. Y autoritario es castigar con la exclusi¨®n de las listas electorales a quien tenga el descaro o, simplemente, la honradez de discrepar de las ¨®rdenes del que manda.
El l¨ªder popular entiende la pol¨ªtica como un ejercicio de oportunidad. No tiene un proyecto pol¨ªtico propio
En el PP, todo conflicto aparece como una lucha por el poder, en el que las ideas no pintan nada
El control oligopolista del espacio de la representaci¨®n pol¨ªtica que tienen, en Espa?a, principalmente dos partidos -el PSOE y el PP- combinado con el sistema de listas cerradas, da a la burocracia de estas dos organizaciones una poderos¨ªsima arma para convertir a la servidumbre voluntaria a cualquier militante que tenga ambici¨®n e ideas propias. Pero estas armas extremas s¨®lo son eficaces hasta el d¨ªa en que el que las tiene a su disposici¨®n se siente obligado a recordar la amenaza. Cuando esto ocurre, todo el mundo interpreta que la autoridad duda de s¨ª misma. Y, sin embargo, es cierto que las listas cerradas suponen en los partidos una mordaza que tiene mucho que ver con esta extendida sensaci¨®n de ca¨ªda del nivel de la clase pol¨ªtica desde el inicio de la transici¨®n hasta ahora.
Mariano Rajoy entiende la pol¨ªtica como un ejercicio de oportunidad. No se le conoce un proyecto pol¨ªtico propio. Ha ido siempre a remolque del jefe, de los lugares comunes de la derecha en cada coyuntura, de las propuestas de la patronal -como ha recordado Gerardo D¨ªaz Ferr¨¢n-. Cuando Rajoy figuraba en las quinielas por la sucesi¨®n de Aznar, me explic¨® que hacer un proyecto pol¨ªtico en los tiempos que corren es muy complicado y que lo mejor es "estar por ah¨ª". Los hechos le dieron la raz¨®n. Rato trat¨® de convencer a los militantes con una propuesta program¨¢tica. Mayor Oreja es por s¨ª mismo un anuncio viviente de un partido de inspiraci¨®n cat¨®lica. Rajoy efectivamente, se limit¨® a estar por ah¨ª. Y Aznar le se?al¨® a ¨¦l como el escogido, porque todo l¨ªder que se autoconsidera excepcional, cuando tiene que elegir sucesor busca alguien que no oscurezca con sus ¨¦xitos la gesti¨®n anterior. Precisamente para que todo el mundo tenga claras las jerarqu¨ªas en la derecha, Aznar se ha permitido estos d¨ªas el m¨¢s duro de sus ataques a Rajoy.
Este desinter¨¦s de Rajoy por las ideas pol¨ªticas no s¨®lo contrasta con Aznar, que se empe?¨® hasta las cejas en la revoluci¨®n neoconservadora, sino que lastra seriamente su autoridad. Nicolas Sarkozy, una semana antes de la primera vuelta de la elecci¨®n presidencial, dijo en Le Figaro: "He hecho m¨ªo el an¨¢lisis de Gramsci; el poder se gana por las ideas". Efectivamente, hab¨ªa planteado toda la campa?a electoral como una batalla ideol¨®gica. Y gan¨®. Rajoy no est¨¢ por esta labor, ni le interesa. Lo cual tiene un doble efecto negativo para ¨¦l. De cara al partido, todo conflicto aparece autom¨¢ticamente como una lucha desgarrada por el poder, en el que las ideas y las propuestas no pintan absolutamente nada. De cara a la sociedad, le impide pasar de una oposici¨®n estrictamente destructiva a una oposici¨®n propositiva, portadora de valores e ideas, desaprovechando de este modo la oportunidad que ofrece el descalabro ideol¨®gico que vive en estos momentos la izquierda europea.
Ciertamente, el propio Maquiavelo lo dec¨ªa, la pol¨ªtica es el sentido de la ocasi¨®n. El don de la oportunidad, tal como lo entiende Mariano Rajoy es estar en el sitio oportuno para que la Fortuna -Aznar, en este caso- te premie. Pero esto ocurre s¨®lo una vez. El verdadero sentido de la ocasi¨®n es precisamente aprovechar los momentos en que desde la virtud pol¨ªtica se puede vencer a los obst¨¢culos exteriores, empezando por la poderosa Fortuna, y conquistar el objetivo: el poder.
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