Una confusi¨®n abati¨® el muro
Ni conspiraciones, ni tramas polic¨ªacas... Su ca¨ªda fue fruto de la casualidad y del hast¨ªo
A primera hora de la ma?ana del 9 de noviembre de 1989, en Berl¨ªn Oriental, tres altos cargos de los servicios aduaneros de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA) se reun¨ªan con el encargado de la Unidad de Control de Pasaportes, Gerhard Lauter, en su despacho, para redactar, por orden del Ministerio del Interior, una normativa de viajes que deb¨ªa permitir salir legalmente a los ciudadanos que quer¨ªan abandonar el pa¨ªs de forma "permanente" y que hasta la fecha lo estaban haciendo a trav¨¦s de los pa¨ªses vecinos, hermanos socialistas.
De aquella reuni¨®n de trabajo sali¨® un enorme enredo que, antes de que acabara el d¨ªa, hab¨ªa derrumbado literalmente el muro que divid¨ªa la ciudad y dinamitado el mundo bipolar surgido de la II Guerra Mundial. No fue una conspiraci¨®n. Ni la CIA ni el KGB ni la Stasi estaban al corriente. Fue lo m¨¢s parecido a una comedia.
Egon Krenz, el hombre que hab¨ªa sustituido al irreductible Erich Honecker al frente de la RDA, ten¨ªa prisa. El Gobierno de Checoslovaquia se dispon¨ªa a cerrar su frontera con la RDA porque el desfile, por su territorio, de los alemanes del Este que escapaban a Occidente estaba desestabilizando el sistema. Krenz les dejar¨ªa pasar a la Rep¨²blica Federal de Alemania (RFA) por la frontera, pero en un viaje s¨®lo de ida.
El semanario Der Spiegel ha localizado a los "cuatro comunistas" involuntarios causantes del tsunami. Con Lauter se encuentran el coronel Hans Joachim Kr¨¹ger, el coronel Udo Lemme y el general Gotthard Hubrich. El r¨¦gimen se desmorona. Comentan la situaci¨®n y critican abiertamente al Gobierno. Est¨¢n hartos de las incoherencias de sus l¨ªderes a quienes ya ni temen ni respetan. Eso de que se permita salir a los "malos ciudadanos" y en cambio no se autorice a viajar a quienes quieren quedarse, les parece injusto. As¨ª que se ponen de acuerdo para incluir algunas modificaciones. "Se podr¨¢n realizar viajes privados al extranjero sin condici¨®n previa", escriben. "Las autorizaciones ser¨¢n concedidas con rapidez y las denegaciones s¨®lo ser¨¢n posibles en casos excepcionales", a?aden.
No creen que el documento salga adelante, pero el papel hace su viaje a trav¨¦s de la burocracia del partido: el ch¨®fer de Lauter lleva un ejemplar al Comit¨¦ Central del Partido Socialista Unificado de Alemania (SED) -que est¨¢ reunido- y otro a la sede del Consejo de Ministros, porque te¨®ricamente sus 44 miembros tienen que aprobarlo. En una pausa, Krenz lo muestra a algunos de los presentes. Todos creen que se trata de lo que hab¨ªan acordado dos d¨ªas antes. Alguien pregunta si los sovi¨¦ticos est¨¢n de acuerdo. "S¨ª", dice Krenz. El embajador Kotschemasov tambi¨¦n da su visto bueno con id¨¦ntico argumento.
A las 16.00, Krenz toma la palabra, reconoce que el principal problema es "el de los viajes", que Checoslovaquia va a cerrar la frontera y lee el documento. Pero cuando llega al p¨¢rrafo sobre los "viajes privados" no parece darse cuenta de lo que implica. Nadie de los presentes presta atenci¨®n a la parrafada del jefe. Luego entrega el papel a G¨¹nter Schabowski, miembro del Politbur¨® del SED y encargado de las relaciones con los medios de comunicaci¨®n, que tiene prevista una comparecencia en el Centro de Prensa Internacional (IPZ) de la Mohrenstrasse con los periodistas extranjeros.
La sala est¨¢ llena. Schabowski no dice nada concreto. Se trata de ganar tiempo. Al final, el corresponsal de la agencia ANSA Riccardo Ehrman pregunta por la prometida reglamentaci¨®n de "viajes".
Schabowski se acuerda del papel que tiene en el bolsillo. Balbucea: "Queremos... por medio de una serie de cambios, incluida la ley de viajes, abrir la oportunidad para que la gente... para viajar a donde quieran...". Asegura que se ha regulado la "salida permanente" de la Rep¨²blica. "Hemos decidido hoy implementar una regulaci¨®n que permite a cualquier ciudadano de la RDA abandonar la RDA a trav¨¦s de cualquiera de los pasos fronterizos", dice.
El revuelo en la sala es may¨²sculo. Llueven las preguntas. ?C¨®mo? ?Con qu¨¦ documento? ?Cu¨¢ndo? Schabowski, obviamente confuso, se pone las gafas, hurga en su bolsillo, saca el papel y lee: "Las aplicaciones para viajar al extranjero ya no necesitar¨¢n los requerimientos exigidos anteriormente y las autorizaciones se conceder¨¢n en poco tiempo, las razones para denegarlas s¨®lo se aplicar¨¢n en casos excepcionales". "Los departamentos responsables tienen instrucciones para otorgar visados para salida permanente sin restricciones", a?ade.
La sala es una algarab¨ªa. ?Con pasaporte?, pregunta alguien. Schabowski sigue leyendo: "La salida permanente es posible a trav¨¦s de los puestos fronterizos entre la RDA y la RFA... pero no puedo responder sobre los pasaportes, es una cuesti¨®n t¨¦cnica, para que todo el mundo tenga pasaporte primero habr¨¢ que distribuirlos...".
?Y cu¨¢ndo entra en efecto? La mirada de perplejidad de Schabowski lo dice todo. "Esto entra en efecto, seg¨²n mi informaci¨®n, inmediatamente, sin m¨¢s demora". La salida "permanente" puede efectuarse por todos los pasos fronterizos, precisa, lo que tambi¨¦n incluye Berl¨ªn.
Muchos periodistas ya se han levantado y salen corriendo para informar a sus medios: "El muro de Berl¨ªn ha ca¨ªdo". La intervenci¨®n de Schabowski est¨¢ siendo retransmitida en directo por la televisi¨®n de la RDA. Las agencias empiezan a difundir la noticia. A las 20.00 horas, el Tagesschau, el telediario de la primera cadena de la RFA, abre con el titular: La RDA abre las fronteras.
A esa hora los primeros curiosos, de forma muy prudente, empiezan a llegar a los pasos fronterizos. En el puesto de la Bornholmerstrasse est¨¢ de guardia el teniente de la Stasi Harald J?ger, que poco antes ha escuchado con incredulidad la intervenci¨®n de Schabowski, y ordena a sus hombres que expliquen a la gente que hace falta un visado. Pero poco a poco va llegando m¨¢s y m¨¢s gente. Lo mismo ocurre en los puestos fronterizos de la Bernauerstrasse y en el Checkpoint Charlie. "Schabowski ha dicho que se puede pasar inmediatamente", les dicen a los guardias.
En el edificio del Zentralkomitee la jornada se cierra con una discusi¨®n sobre el futuro del socialismo. Todos se despiden y se van a sus casas. Los miembros de la oligarqu¨ªa de la RDA no se enteran, ni hacen nada. El primero de todos ellos, Krenz act¨²a por inacci¨®n: en alg¨²n momento se va a dormir, dice que no le molesten y deja correr las cosas.
Hacia las 21.00, frente al puesto de la Bornholmerstrasse ya hay una cola de coches de m¨¢s de un kil¨®metro y miles de personas amontonadas contra el muro. J?ger est¨¢ desesperado, no sabe qu¨¦ hacer. Llama una y otra vez a sus superiores, pero no recibe ninguna orden. Llama a los otros puestos fronterizos y comprende que les han dejado solos. Es consciente de que el empleo de la fuerza puede causar una matanza y decide aplicar el principio de la ventill?sung (v¨¢lvula de escape): dejar pasar a los m¨¢s alterados y sellarles el pasaporte para que no puedan volver. Es un error. La noticia ha corrido como la p¨®lvora. La gente ya no da marcha atr¨¢s.
En un momento dado, algunos de los que han salido quieren volver a casa. J?ger llama a todos los agentes del puesto a su despacho y les propone tres alternativas: esperar, dejar la decisi¨®n al Ej¨¦rcito o subir las barreras y dejar pasar a todo el mundo de forma descontrolada. Son las 23.25 y para entonces al menos 20.000 personas gritan frente a su garita que abra la frontera. Cinco minutos m¨¢s tarde, sin recibir orden alguna, sube la barrera. La gente pasa en masa al otro lado. En el Checkpoint Charlie sucede otro tanto de lo mismo. Ha sido necesario levantar un muro de acero para impedir que los berlineses occidentales entraran en la RDA. S¨²bitamente se abre el paso. Todos los dem¨¢s puestos siguen el ejemplo. A media noche la frontera est¨¢ completamente abierta. Por la avenida Unter den Linden la gente marcha hacia la puerta de Brandemburgo, un lugar prohibido para unos y otros. Desde Occidente una muchedumbre escala la pared y se pone a bailar sobre el muro. Por el Este llegan cientos de ciudadanos. Una tanqueta con agua a presi¨®n intenta vaciar el espacio, pero no funciona. El peque?o chorrito es el mejor ejemplo de la impotencia del sistema. Es la noche de todas las emociones, la noche de los ojos iluminados. Los berlineses cruzan de un lado a otro, la pesadilla ha terminado.
CRONOLOG?A DEL MURO
? 7 de octubre de 1949: fundaci¨®n de la RDA.
? 27 de noviembre de 1958: Nikita Jruschov asumi¨® la tesis defendida por la Alemania del Este denunciando el estatuto de ocupaci¨®n cuatripartita de la ciudad. Para el dirigente del PCUS, Berl¨ªn deb¨ªa quedar incorporado a la Alemania del Este o internacionalizado bajo la responsabilidad de la ONU. Se daba a las potencias occidentales un plazo de seis meses para aceptar esta propuesta; de no hacerlo, la URSS firmar¨ªa un tratado de paz con la Alemania Oriental, la cual de esta manera tendr¨ªa el control de todas las v¨ªas de acceso a Berl¨ªn.
? 15 de junio de 1961. Walter Ulbricht, presidente de la RDA, afirm¨® que nadie ten¨ªa intenci¨®n de erigir un muro en Berl¨ªn.
? 13 de agosto de 1961: la aceleraci¨®n del ritmo de huidas a la zona occidental precipit¨® que en la noche del 12 al 13 de agosto de 1961, sin previo aviso, se iniciara la construcci¨®n de un muro que separaba ambas zonas de la ciudad y aislaba completamente al Berl¨ªn occidental. Tropas sovi¨¦ticas se apostaron listas para el posible combate en la frontera aliada. Todos los medios de transporte que a¨²n comunicaban ambos lados de Berl¨ªn fueron detenidos. Sin embargo, las l¨ªneas de metro de Berl¨ªn Occidental que circulaban bajo Berl¨ªn Este siguieron funcionando sin detenerse en las estaciones orientales, que quedaron como estaciones fantasma. El "muro de la verg¨¹enza" se convirti¨® en el doloroso s¨ªmbolo de la guerra fr¨ªa y de la opresi¨®n totalitaria comunista.
? 10 de febrero de 1962: capitalismo y comunismo se citaron por primera vez en el Glienicker Br¨¹cke (puente) cuando el piloto norteamericano Francis Gary Powers y el esp¨ªa, tambi¨¦n norteamericano, Frederic Pryor fueron canjeados por el agente del KGB Rudolf Abel, tambi¨¦n conocido como Fisher, que hab¨ªa facilitado con sus informaciones los primeros ensayos at¨®micos sovi¨¦ticos. ?ste era el "paso fronterizo de Potsdam" y tras la construcci¨®n del muro s¨®lo pod¨ªa ser utilizado por trabajadores de las misiones militares de los aliados occidentales y personas con permisos especiales. El Glienicker Br¨¹cke se gan¨® el nombre de "puente de los esp¨ªas".
? 11 de junio de 1963: el presidente estadounidense John F. Kennedy visit¨® Berl¨ªn Occidental. Es famoso su discurso de apoyo a la ciudad: "Todos los hombres libres, dondequiera que ellos vivan, son ciudadanos de Berl¨ªn. Y por lo tanto, como hombres libres, yo con orgullo digo: 'Ich bin ein Berliner" [Soy berlin¨¦s].
? 1967: las protestas estudiantiles en Berl¨ªn Oeste se convirtieron en disturbios cuando el 2 de junio de 1967 el sha de Ir¨¢n, Mohammed Reza Pahlevi, visit¨® la parte occidental de Berl¨ªn. El estudiante alem¨¢n Benno Ohnesorg -quien por primera vez acud¨ªa a una manifestaci¨®n- muri¨® a causa de un disparo en la cabeza de la polic¨ªa alemana.
? 1971: Erich Honecker desplaz¨® del poder al m¨¢s ortodoxo Walter Ulbricht, convirti¨¦ndose en secretario general del Sozialistische Einheitspartei Deutschland (SED) [Partido Socialista Unificado Alem¨¢n] y presidente del Consejo de Defensa Nacional. En 1976 asumi¨® asimismo la jefatura del Estado de la RDA.
? 12 de junio de 1985: los agentes del Este y del Oeste se intercambiaron por segunda vez. ?sta fue la mayor operaci¨®n de intercambio desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Un total de 27 esp¨ªas fueron liberados (cuatro de los pa¨ªses de Europa Oriental y 23 de los servicios secretos estadounidenses). El tercer y ¨²ltimo intercambio de agentes conocido en dicho puente se produjo el 11 de febrero de 1986.
? 12 de junio de 1987: el presidente norteamericano Ronald Reagan visita Berl¨ªn Oeste. Frente a la puerta de Brandeburgo por la conmemoraci¨®n del 750? aniversario de Berl¨ªn, el presidente Reagan desafi¨® a Gorbachov, secretario general del partido de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Pronunci¨® unas palabras que fueron premonitorias: "Mr. Gorbachev, open this gate. Mr. Gorbachev, tear down this wall!" [Gorbachov, tire este muro].
? 6 de febrero de 1989: Chris Gueffroy muri¨® tiroteado al intentar saltar el muro. Winfried Freudenberg muri¨® el 8 de marzo de 1989 al estrellarse en el globo con el que intentaba cruzar a Berl¨ªn Occidental. Fueron las ¨²ltimas v¨ªctimas.
? 18 de octubre de 1989: Erich Honecker dimite "por motivos de salud".
? 9 de noviembre de 1989: G¨¹nter Schabowski, ministro de Propaganda de la RDA, anunci¨® en conferencia de prensa, retransmitida en directo por la televisi¨®n de Alemania Oriental, que a partir de la medianoche los ciudadanos de Alemania del Este podr¨ªan cruzar cualquiera de las fronteras de la RDA, incluido el muro de Berl¨ªn, sin contar con permisos especiales. La reacci¨®n fue inmediata y miles de berlineses del Este acudieron a los puntos de control del muro, exigiendo pasar al otro lado. En esos momentos, ni los guardias de control de fronteras ni los funcionarios del ministerio encargados de regularlas ten¨ªan a¨²n informaci¨®n oficial, pero nadie estuvo dispuesto a asumir la responsabilidad del uso de la fuerza. El control de Bornholmerstrasse se abri¨® a las once de la noche.
EL MURO, EN CIFRAS
? Longitud del muro: 155 kil¨®metros
? Valla met¨¢lica: 66 kil¨®metros
? Torres de vigilancia: 302
? Soldados fronterizos: 14.000
? Personas que lograron huir: 5.075 (de ellas, 574 soldados fronterizos)
? Personas arrestadas en la huida: 3.221
? Personas que murieron en la huida: 190
? Soldados fallecidos: 27
? T¨²neles para huir: 57
? Minas: 860.000
? El muro estuvo en pie: 28 a?os, dos meses y 27 d¨ªas
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