La historia se repite
La semana pasada, me invitaron a dar una conferencia en la primera jornada del congreso de enfermer¨ªa organizado por la Associaci¨® Catalana d'Infermeria. ?ste se hab¨ªa planteado con tres ejes tem¨¢ticos distintos: fuerza, liderazgo y cuidado.
Al terminar mi intervenci¨®n, estuve hablando con dos enfermeras de reconocida solvencia profesional. Ambas coincid¨ªan en el mismo diagn¨®stico: ¨¦ste es un colectivo invisible y desvalorizado. Seg¨²n N¨²ria Cuxart, el concepto moderno de atenci¨®n a la salud est¨¢ m¨¢s cerca de los objetivos de las enfermeras (promoci¨®n, educaci¨®n, prevenci¨®n y readaptaci¨®n) que no del medicocentrista sistema actual (curar la enfermedad). Seg¨²n Rosamaria Alberdi, cuando una persona sale del hospital s¨®lo recuerda al m¨¦dico o la m¨¦dica que la ha curado, nunca a la enfermera que le pon¨ªa la cu?a o le cog¨ªa la mano cuando estaba angustiada, y -dice- ello es reflejo de la escasa importancia que para la sociedad tiene esta profesi¨®n.
Es imprescindible reivindicar la voz de las mujeres en la salud aunque sean voces que vean el sistema con desconfianza
Echando la vista atr¨¢s, a la luz de la historia, se percibe c¨®mo se ha ido produciendo el ninguneo de este colectivo formado principalmente por mujeres.
Desde el Paleol¨ªtico, ellas fueron quienes investigaron las propiedades medicinales de las plantas. Estas mismas mujeres se ocuparon hasta casi el final de la Edad Media de remediar los males de sus cong¨¦neres, sobre todo de aquellos y aquellas que pertenec¨ªan al pueblo llano. Esas "mujeres sabias" eran las ¨²nicas capaces de ayudar a una parturienta, a una embarazada con contracciones y riesgo de aborto, a quien ten¨ªa problemas de coraz¨®n...
A partir del siglo XII, la concepci¨®n de la mujer y, de paso, su posici¨®n social, cambian. Los padres de la Iglesia empiezan a considerarlas seres degenerados, mal¨¦ficos y corruptores. Se las ve como descendientes de esa Eva pecadora, por culpa de la cual los hombres perdieron el para¨ªso, y se empieza a considerar a la Virgen Mar¨ªa el ¨²nico modelo posible. Paralelamente, en el XII se produce el nacimiento de la Universidad, instituci¨®n que se desarrollar¨¢ fundamentalmente en los siglos XIII y XIV y que no permite la entrada a las mujeres. A partir de ese momento, procesos naturales como el parto empiezan a considerarse enfermedades y quedan bajo la competencia de los m¨¦dicos. Las sanadoras, entonces, pasan a ser consideradas brujas y condenadas a la hoguera. Fue tal la cantidad de ellas que murieron incineradas (durante los siglos XVI y XVII llegaron a quemarse dos cada d¨ªa en las principales ciudades europeas), que una historia que no fuera androc¨¦ntrica como la nuestra lo habr¨ªa considerado un terrible holocausto de mujeres.
Esta caza de brujas, como recuerda la doctora en medicina y teolog¨ªa Teresa Forcades, no es fruto de una ¨¦poca oscura, sino que es "un fen¨®meno moderno que se inicia con el Renacimiento (...) y que est¨¢ en la base de una sociedad que a¨²n nos es propia". Y como ejemplo, cita la actual persecuci¨®n de brujas en Tanzania, un problema que hace m¨¢s de 30 a?os que dura.
La historia contin¨²a. A partir del XVIII, el siglo de la raz¨®n, los argumentos "cient¨ªfico-m¨¦dicos" desplazan a los religiosos y las mujeres sanadoras pasan a ser consideradas hist¨¦ricas que es preciso encerrar en los manicomios. En realidad, no s¨®lo ellas, sino cualquier persona que se apartara del pensamiento ¨²nico (fuesen mujeres u homosexuales) iba a dar con sus huesos en un sanatorio mental, como ocurri¨® con la magn¨ªfica escultora Camille Claudel, que permaneci¨® encerrada durante los ¨²ltimos 30 a?os de su vida.
Algo parecido sigue ocurriendo ahora con quienes se atreven a cuestionar el sistema, como ha hecho la misma Teresa Forcades respecto a la conveniencia de la vacuna de la gripe A. Bien es verdad que nadie la ha recluido en un centro de salud mental, pero ha sido ridiculizada y desautorizada en diversos foros.
Es imprescindible, pues, reivindicar la voz de las mujeres en la salud aunque sean voces que vean con desconfianza el sistema o que ese mismo sistema haya contemplado siempre por encima del hombro.
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