Los piratas y los grillos
Seg¨²n se han desarrollado los acontecimientos en los ¨²ltimos d¨ªas, cabr¨ªa preguntarse si la liberaci¨®n del Alakrana puede ser obra tan s¨®lo de las gestiones del Gobierno y no, adem¨¢s, de una condici¨®n esencial que ha faltado hasta ahora: la discreci¨®n de todas las partes involucradas. El Ejecutivo, por descontado, al que habr¨ªa que permitir trabajar sin necesidad de que explique minuto a minuto cu¨¢les son las v¨ªas de negociaci¨®n y las ofertas que pone sobre la mesa. Pero tambi¨¦n la justicia, la oposici¨®n y las familias, aun con absoluta comprensi¨®n hacia su angustia. Sea cual sea el desenlace de este dram¨¢tico episodio, y hay que confiar en que no sea otro que la devoluci¨®n de los rehenes sanos y salvos, deber¨ªa producir sonrojo el hecho de que los secuestradores cuenten con la trifulca en Espa?a como uno de sus principales instrumentos de negociaci¨®n. Hasta el punto de que, desde hace algunos d¨ªas, permiten que los secuestrados se comuniquen con la prensa, no con sus familias, y deciden su estrategia en funci¨®n de las reacciones que observan y de las que est¨¢n puntualmente informados.
Las exigencias de los piratas se lanzan directamente al Gobierno
El secuestro no ha terminado y, por tanto, no ha llegado la hora de las responsabilidades. De momento, las ¨²nicas que est¨¢n claras son aqu¨¦llas hacia las que nadie se?ala: las de los piratas. Son ellos, y s¨®lo ellos, quienes han provocado esta situaci¨®n; por tanto, ser¨ªa a ellos, y s¨®lo a ellos, a quienes cabr¨ªa dirigir exigencias, si es que, en un nuevo arrebato de locura, nos dej¨¢semos llevar por la insensata quimera de que una banda de bucaneros atiende a razones, por m¨¢s que se expresen a grandes gritos. En un caso as¨ª, se trata de que quien est¨¢ institucionalmente obligado a negociar en nombre de un pa¨ªs sobrecogido lo haga en las mejores condiciones posibles. Pero, para escarnio de todos, lo que este mes largo de secuestro ha provocado es exactamente lo contrario: las exigencias de los piratas se lanzan directamente contra el Gobierno, debilitando su posici¨®n, de forma que son los piratas quienes est¨¢n en las mejores condiciones posibles para negociar.
A lo largo del fin de semana, los familiares del Alakrana han convocado manifestaciones de apoyo a los secuestrados, colocando bajo presi¨®n, no s¨®lo al Gobierno, sino tambi¨¦n a la Audiencia Nacional. Precisamente porque todos los ciudadanos nos solidarizamos con ellos y porque reconocemos y hacemos nuestro su sufrimiento, es por lo que deber¨ªamos atrevernos a decirles que esas iniciativas tal vez no contribuyan a una r¨¢pida soluci¨®n. Cuanto mayor sea la presi¨®n p¨²blica sobre el Gobierno, y ahora tambi¨¦n sobre la Audiencia, menor ser¨¢ el inter¨¦s de los piratas por aceptar cualquier salida. En la estrategia de tah¨²res que desarrollan en la negociaci¨®n, el tiempo empieza a jugar a su favor: la presi¨®n pol¨ªtica y ciudadana sobre las instituciones hace que prolongar el secuestro se convierta en un mecanismo infalible para exigir aumentos en el rescate o para a?adir nuevas condiciones, al dar por descontado que el Gobierno no podr¨¢ resistir el flanco que se le abre en la retaguardia. Mucho m¨¢s si a ese flanco acuden adem¨¢s, como han hecho irresponsablemente hasta ahora, algunos partidos de oposici¨®n.
La Audiencia, por su parte, reclam¨® la entrega de dos piratas que participaron en el secuestro del Alakrana modificando el criterio por el que, poco antes, hab¨ªa rechazado procesar a otros 13, tambi¨¦n procedentes del ?ndico y apresados por la Armada en el marco de la Operaci¨®n Atalanta. La explicaci¨®n jur¨ªdica que ha trascendido es que, en el caso del Alakrana, las v¨ªctimas eran espa?olas, condici¨®n que no se cumpl¨ªa en el caso anterior. No parece, sin embargo, un argumento congruente en ambas actuaciones judiciales: la raz¨®n que se aleg¨® para no procesar a los 13 piratas no fue la nacionalidad de sus v¨ªctimas, sino el tipo penal aplicado. Entonces se consider¨® pirater¨ªa, un delito que no contempla el C¨®digo Penal y que, por tanto, no pueden juzgar los tribunales espa?oles. A los piratas del Alakrana, en cambio, se les imputa asociaci¨®n il¨ªcita, tenencia de armas y robo. Mientras se mantengan estos tipos penales, la Audiencia Nacional tiene escaso margen de maniobra para dejar en libertad a los detenidos, y redoblar la presi¨®n p¨²blica sobre ella s¨®lo sirve, como en el caso del Gobierno, para reforzar la posici¨®n negociadora de los piratas.
En este momento, hay una veintena de barcos secuestrados en el ?ndico y 190 rehenes de las m¨¢s diversas nacionalidades. La ¨²nica liberaci¨®n que se est¨¢ negociando en medio de una jaula de grillos, seguramente para asombro y regocijo de los piratas, es la del atunero espa?ol Alakrana.
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