'Voltearepas'
En Colombia a los tr¨¢nsfugas les llaman voltearepas. Este nombre sali¨® del ingenio de los campesinos y alude a la acci¨®n de las viejas cocineras de le?a que alternaban el lado de las arepas -una torta hecha de ma¨ªz- que se colocaba sobre las brasas para que se asaran plenamente. Recientemente, el voltiarepismo ha sido bendecido por las instituciones de este pa¨ªs. El presidente Uribe, otro dirigente afectado en Latinoam¨¦rica por el virus de la permanencia, promovi¨® una reforma legislativa para poder alcanzar un tercer mandato y como para ello necesitaba un apoyo mayoritario del congreso dio luz verde a una curiosa iniciativa: ofrecer un plazo de dos meses a los pol¨ªticos para poder cambiarse de partido. El fen¨®meno del transfuguismo legal tuvo un resultado espectacular. El d¨ªa que concluy¨® el plazo, 57 congresistas y m¨¢s de 2.000 pol¨ªticos regionales se hab¨ªan cambiado de chaqueta.
El trasteo -una significativa palabra que suelen utilizar los periodistas en Colombia para denominar este cambalache ideol¨®gico- se orienta siempre hacia los vientos de los buenos cargos y tiene como protagonistas a personas que huyen cuando su barco ideol¨®gico va a la deriva con la intenci¨®n de encontrar acomodo en un nav¨ªo con m¨¢s futuro. Haro Tecglen en una columna en este peri¨®dico dedicada a los tr¨¢nsfugas escribi¨® una vez un antiqu¨ªsimo epigrama que dec¨ªa: "El se?or don Juan de Robles hizo grandes obras de caridad; pero antes cre¨® a los pobres". Y lo comparaba con la actitud de los partidos pol¨ªticos, que anuncian continuamente nuevas leyes para castigar a los tr¨¢nsfugas, pero antes "los produjeron, los compraron, los sedujeron o los sobornaron". Por ello, lleg¨® a la conclusi¨®n de que la lucha de los partidos contra el transfuguismo era una lucha disimulada contra ellos mismos.
En lo que llevamos de legislatura, nueve ayuntamientos de la provincia de M¨¢laga han cambiado de signo pol¨ªtico por la acci¨®n de los voltearepas. El ¨²ltimo ejemplo ha sido en Yunquera, donde el alcalde andalucista Francisco Oliva se ha pasado al PSOE acompa?ado de sus dos concejales. No es la primera vez que Oliva cambia de partido. Es m¨¢s, tampoco es la segunda. Ni tan siquiera la tercera. Ha sido candidato con cuatro formaciones pol¨ªticas distintas: Soluci¨®n Independiente, Plataforma Independiente Unida, Partido Andalucista y Partido Socialista. Una trayectoria s¨®lo comparable al otro fichaje estrella del PSOE en M¨¢laga, el ex alcalde andalucista de Ronda, Antonio Mar¨ªn Lara, a quien no le queda partido alguno que haya tenido representaci¨®n en esta localidad con el que no haya estado a partir un pi?¨®n.
El continuo trasteo de los voltearepas en M¨¢laga obedece a una lucha sin cuartel que llevan manteniendo desde hace meses el PP y el PSOE por el futuro control de la Diputaci¨®n Provincial. Una batalla donde ambas formaciones est¨¢n demostrando que en pol¨ªtica vale, si no todo, casi todo. Por ejemplo, impedir por parte del PP la acci¨®n de gobierno en Estepona apoy¨¢ndose en ediles imputados en procesos judiciales. En la pugna por cada ayuntamiento de la provincia nadie tiene problemas en albergar en sus filas a sus anteriores enemigos ¨ªntimos o a evidentes oportunistas pol¨ªticos. Ahora adem¨¢s, los tr¨¢nsfugas se van en horda. Cuando un alcalde o cabeza de cartel se fuga al otro bando, se lleva a sus concejales y militantes. De repente, todos, el mismo d¨ªa y a la misma hora, se dan cuenta de que han cambiado de ideolog¨ªa.
Quiz¨¢s para ahorrarnos este rosario de muestras de maquiavelismo pol¨ªtico, haya que hacer como Uribe en Colombia. Establecer un plazo legal para que los dirigentes pol¨ªticos puedan cambiarse de chaqueta, una especie de mes de los voltearepas. Durante esos 30 d¨ªas, que cada uno traicione a quien quiera. Con un ¨²nico compromiso, que por favor, una vez concluido el plazo, dejen de ofrecernos este insoportable espect¨¢culo.
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