?Qui¨¦n teme las listas abiertas?
Vamos saliendo lentamente del espeso silencio pol¨ªtico. Saliendo lentamente del estado catat¨®nico en que se quedaron las c¨²pulas de los dos principales partidos, asistimos a una especie de s¨¢lvese quien pueda.
Se trata de una rara pero saludable carrera para recuperar la credibilidad ante los ciudadanos, que puede desatascar algunos problemas cr¨®nicos de la pol¨ªtica catalana. Aunque sea por la presi¨®n del calendario electoral -por las peores razones se han tomado a menudo muy buenas decisiones- podr¨ªamos avanzar democr¨¢ticamente.
La se?al de alarma la activ¨® la semana pasada el presidente del Parlament, que se expres¨® con la contundencia y la gravedad suficientes para ser escuchado, pero sin el respaldo partidario necesario para resultar convincente. Sin la expresi¨®n de una postura com¨²n del Gobierno y sin di¨¢logo con la oposici¨®n, el presidente de la Generalitat ha decidido reservarse el liderazgo de la respuesta pol¨ªtica. Despu¨¦s de pedir disculpas a los ciudadanos y rearmar la moral de la aturdida tropa en la convenci¨®n municipal, el presidente ha anunciado desde el Gobierno medidas para mejorar la transparencia de la actividad p¨²blica. Se tratar¨ªa de dificultar la corrupci¨®n y mejorar la transparencia en los ¨¢mbitos de urbanismo, las cuentas de los municipios y las fundaciones.
Circunscripciones peque?as permitir¨ªan al elector establecer una relaci¨®n de confianza y control sobre 'su' diputado
Espoleados por el esc¨¢ndalo, los pol¨ªticos parecen obligados a tomar algunas decisiones, que seg¨²n la versi¨®n oficial incluyen desbloquear la ley electoral. A juzgar por el entusiasmo de las declaraciones de los ¨²ltimos d¨ªas, especialmente ayer en la sesi¨®n de control al Gobierno, la ley no se aprobar¨ªa con los dos tercios necesarios, sino por unanimidad y antes de un a?o. S¨®lo escuchando a los l¨ªderes parlamentarios, uno no se explicar¨ªa por qu¨¦ no han cerrado un acuerdo en 30 a?os y Catalu?a contin¨²a siendo la ¨²nica comunidad aut¨®noma sin una ley electoral propia. Pero, ?aleluya!, congratul¨¦monos de que se abra, como m¨ªnimo, el debate.
La ley electoral ha sido imposible hasta el momento por la diferencia de intereses provocada por la distorsi¨®n de la distribuci¨®n de esca?os, que favorece a las circunscripciones menos pobladas. Por ello, los partidos con su voto concentrado en el ¨¢rea metropolitana (PSC, ICV, el PP y Ciutadans) son partidarios de un sistema proporcional o un sistema que iguale el valor del voto individual. En cambio, los partidos con su apoyo concentrado en otras circunscripciones defienden una mayor representaci¨®n del territorio menos poblado. En la actualidad, un esca?o vale en Lleida 25.000 votos y 60.000 en Barcelona.
Adem¨¢s de cu¨¢nto vale cada voto, otro de los temas peliagudos es la proximidad de electores y elegidos, que debilita el control de las c¨²pulas de los partidos. La clave de la nueva ley electoral estar¨¢ en la proximidad entre votante y diputado -a la anglosajona-, que se puede favorecer con diversas f¨®rmulas, ya sea la doble circunscripci¨®n alemana, que desaconsejan ahora los polit¨®logos de cabecera a favor del sistema holand¨¦s por su complejidad y doble papeleta, o con peque?os distritos. Pero nadie discute que circunscripciones peque?as -comarcas, veguer¨ªas o distritos solamente ¨²tiles electoralmente- permitir¨ªan al elector establecer una relaci¨®n de confianza y control sobre su diputado.
Tambi¨¦n se deber¨¢n abrir las listas o como m¨ªnimo desbloquearlas. Que hubiera listas abiertas supondr¨ªa que cada elector pudiera confeccionar su propia lista con candidatos de las diversas listas que se presentasen. Desbloquearlas significa poder variar el orden dentro de cada lista. Los detractores temen la competencia entre candidatos, que los ciudadanos agradecer¨ªan para superar la aton¨ªa tan recomendable para sobrevivir en los actuales partidos.
Los detractores aseguran que la experiencia del Senado no ha sido positiva, aunque cabr¨ªa negar la mayor y por elevaci¨®n preguntarse si el problema no son las funciones y la utilidad de la instituci¨®n.
?Qui¨¦n teme las listas abiertas? Las c¨²pulas de los partidos que temen debilitarse y desconf¨ªan de la cultura pol¨ªtica de los ciudadanos, aquellos que consideran d¨¦biles a los partidos. Se puede aceptar que los partidos espa?oles fueron d¨¦biles en la transici¨®n, cuando carec¨ªan de cuadros y experiencia, pero no ahora. Lo que se teme es la p¨¦rdida de control pol¨ªtico y la decisi¨®n del ciudadano, que se percibe como falta de racionalidad pol¨ªtica, sin atender que la desconfianza es grande respecto a las c¨²pulas de los partidos, que se perciben como burocr¨¢ticas y contrarias a la pluralidad, m¨¢s pr¨®ximas al Politbur¨® que al individuo participativo en red.
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