Un gran paso adelante
La historia de la UE es la historia de un ¨¦xito sin precedentes en la superaci¨®n de las diferencias entre pa¨ªses europeos para construir la paz y la prosperidad comunes, pero tambi¨¦n la historia de la proyecci¨®n de esa paz y de esa prosperidad internas hacia el exterior. Hoy la UE es un actor global, por sus objetivos, por las pol¨ªticas que desarrolla y por los medios con los que se ha dotado. Es conocida la afirmaci¨®n de que Europa es un gigante econ¨®mico pero un enano pol¨ªtico. El Tratado de Lisboa supondr¨ªa el primer paso en el proceso de construcci¨®n europea en el ¨¢mbito de la Pol¨ªtica Exterior y de Seguridad Com¨²n (PESC) al dotar a la UE de personalidad jur¨ªdica propia y al crear la figura del Alto Representante para la Pol¨ªtica Exterior y de Seguridad/vicepresidente de la Comisi¨®n que contar¨¢ con el apoyo de un Servicio Europeo de Acci¨®n Exterior.
El Tratado de Lisboa pone las bases para que Europa construya una verdadera pol¨ªtica exterior
Son necesarias las instituciones, pero tambi¨¦n recursos suficientes
Sin embargo, la entrada en vigor del Tratado de Lisboa no supone por s¨ª sola un salto cualitativo para la PESC. Al contrario, la fecha de la entrada en vigor marca el primer d¨ªa de un calendario de trabajo intenso en el que la Presidencia espa?ola de la UE est¨¢ llamada a jugar un papel clave. Ser¨¢ necesario avanzar tanto en lo que se refiere a la definici¨®n y ejecuci¨®n de sus l¨ªneas de actuaci¨®n estrat¨¦gica, como en cuanto a los medios institucionales y financieros y a las capacidades de gesti¨®n de crisis con los que cuenta.
El tiempo que consume la UE en la definici¨®n de posturas comunes es grande, a veces excesivo, para una realidad internacional que no espera. La UE ha demostrado ser una formidable m¨¢quina de forjar consensos internos, pero esos consensos llegan a veces tras un debate demasiado prolongado y sobre la base de un m¨ªnimo com¨²n denominador demasiado m¨ªnimo. La regla de la unanimidad, ¨²til como es para tener en cuenta la postura de todos, ha de manejarse con esp¨ªritu constructivo en una Europa a 27 o m¨¢s miembros.
El aumento del papel de la UE en el mundo tiene sentido entre otras cosas porque unidos contamos m¨¢s que separados a la hora de defender nuestros intereses y nuestros valores. Pero para que esta capacidad de influencia rinda todos sus frutos es necesario abandonar la idea de que los intereses de la UE son la mera yuxtaposici¨®n de los intereses de los Estados miembros, y de que la UE es solamente una caja de resonancia de las prioridades nacionales, porque este planteamiento neutraliza nuestro potencial desde su origen y por lo tanto nos debilita a todos. Cabe recordar que los Tratados vigentes y a¨²n m¨¢s el Tratado de Lisboa permiten en ciertos casos, sobre la base de una decisi¨®n un¨¢nime, el recurso a las mayor¨ªas cualificadas en el ¨¢mbito de la PESC. Deber¨ªamos comenzar a usar esta posibilidad. El Tratado de Lisboa tiene que servir para que la PESC llegue a su madurez y para pasar de forjar consensos a desarrollar verdaderas pol¨ªticas con las que todos los socios est¨¦n comprometidos. La nueva figura del Alto Representante/vicepresidente de la Comisi¨®n est¨¢llamada a desempe?ar un papel central a este respecto.
Otro desaf¨ªo que debemos asumir es que la definici¨®n de nuestras prioridades pol¨ªticas precedan a nuestra acci¨®n sobre el terreno y no al rev¨¦s. El desarrollo de las capacidades de la UE en materia de gesti¨®n de crisis ha sido especialmente visible en la ¨²ltima d¨¦cada en el terreno de la Pol¨ªtica Europea de Seguridad y Defensa (PESD). Sin embargo, el ¨¦xito de la PESD no ha venido siempre precedido de una reflexi¨®n en profundidad en el marco de la PESC, sino que ha tendido a evolucionar de forma reactiva, en funci¨®n de las diversas situaciones de crisis que se han ido produciendo. El planteamiento deber¨ªa ser el inverso: nuestras actuaciones deber¨ªan estar basadas en el desarrollo de la pol¨ªtica exterior de la Uni¨®n y no porque otras instancias internacionales nos demanden nuestra participaci¨®n.
En cualquier caso, no basta con formular y ejecutar mejor nuestras l¨ªneas de actuaci¨®n pol¨ªtica, debemos tambi¨¦n dotarnos de m¨¢s medios para ello. En el plano institucional, con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa trabajaremos en la puesta en marcha de una nueva arquitectura que ha sido dise?ada para que la UE act¨²e con mayor coherencia y eficacia de la mano de la figura del nuevo Alto Representante/vicepresidente de la Comisi¨®n, que tendr¨¢ bajo su autoridad aspectos de la acci¨®n exterior de la UE que hasta ahora han funcionado como compartimentos estancos y un nuevo Servicio Europeo de Acci¨®n Exterior (SEAE). El nuevo Alto Representante recibir¨¢ el pleno apoyo de la Presidencia espa?ola, apoyo que ser¨¢ tanto m¨¢s ¨²til y necesario cuanto que numerosos instrumentos para su actuaci¨®n, como el propio SEAE, dada su complejidad, se pondr¨¢n en funcionamiento de forma paulatina.
La UE es muy apreciada en la gesti¨®n de crisis y en las operaciones post-conflicto. Sin embargo, hasta ahora en muy pocas ocasiones hemos sido capaces de mejorar nuestra pol¨ªtica de prevenci¨®n diplom¨¢tica, de adelantarnos y evitar eventuales crisis. Si tuvi¨¦ramos una pol¨ªtica exterior y seguridad com¨²n m¨¢s pro-activa y mejor articulada, nuestra capacidad de actuaci¨®n y liderazgo en el mundo mejorar¨ªa.
Y esto nos lleva a un plano que no es el menos importante en la acci¨®n exterior de la UE, el de los medios financieros. Para que la UE sea cre¨ªble como actor global son necesarias instituciones y capacidades, pero tambi¨¦n recursos suficientes. El aumento del papel de la UE en el mundo significa estar m¨¢s presentes y m¨¢s activos all¨ª donde nuestra presencia es relevante, ya sea en escenarios de crisis como Oriente Pr¨®ximo o Afganist¨¢n, ya en los pa¨ªses menos desarrollados, ya en aquellos de renta media que necesitan de nuestra atenci¨®n en materia de fortalecimiento institucional o de consolidaci¨®n de la democracia para no volver a caer en la pobreza extrema o en el autoritarismo. La demanda de Europa es global y nuestra respuesta ha de ser global.
Es cierto que el estancamiento institucional que hemos sufrido en los ¨²ltimos a?os ha creado una cierta sensaci¨®n de cansancio europeo. Sin embargo, la entrada en vigor del Tratado de Lisboa brinda una nueva oportunidad para avanzar, y lo hace precisamente en la Presidencia espa?ola de la UE. Mucho de c¨®mo se desarrolle la Uni¨®n en los pr¨®ximos a?os, especialmente en materia de PESC, depender¨¢ de las pautas que ahora se marquen. Desde la Presidencia espa?ola de la UE trabajaremos para que el nuevo impulso a la labor de la UE, y en particular a su nuevo papel como actor global, est¨¦ a la altura de lo que el mundo espera de Europa. Trabajaremos para responder adecuadamente a esa alocuci¨®n de Kissinger que ped¨ªa "un ¨²nico n¨²mero de tel¨¦fono al que llamar en Europa". Con el Tratado de Lisboa tendremos un tel¨¦fono ¨²nico, una ¨²nica persona para responder la llamada y, esperemos tambi¨¦n, para dar una respuesta clara y ¨²nica de la UE.
Miguel ?ngel Moratinos es ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperaci¨®n.
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