El otro muro
A excepci¨®n, quiz¨¢, de los alemanes, los j¨®venes que ahora tienen 20 a?os saben muy poco de lo que sucedi¨® el a?o de su nacimiento, cuando el muro de Berl¨ªn fue derribado y se puso fin a una de las verg¨¹enzas m¨¢s llamativas de Europa. Recuerdan algo de lo que les ense?aron en la escuela, pero han olvidado ya las circunstancias que desembocaron en los hechos de oto?o de 1989 y que significaron el aparente desenlace de la guerra fr¨ªa, una etapa hist¨®rica tambi¨¦n hoy envuelta en bruma. Los europeos adultos sin duda se acuerdan de aquellas im¨¢genes de hace dos d¨¦cadas, aunque no muestran un gran entusiasmo a la hora de rememorarlos. Fuera de Alemania, e incluso para bastantes alemanes, no hay grandes motivos de celebraci¨®n por m¨¢s que se d¨¦ por buena la demolici¨®n del muro de Berl¨ªn.
Europa est¨¢ encabezada por pragm¨¢ticos mediocres como Dur?o Barroso
Tras aquella ca¨ªda, las posibilidades que se presentaban eran tan ricas que, 20 a?os despu¨¦s, el balance es un poco m¨ªsero, especialmente en el continente destinado a protagonizar un renacimiento. Contra lo que entonces se auguraba, Europa no s¨®lo no ha protagonizado una edad de oro, sino que aparece ante el mundo agotada y sin ideas. Carece de aura y no seduce a sus ciudadanos, ni siquiera a los reci¨¦n incorporados del este. La corriente de alivio suscitada por la extinci¨®n del socialismo totalitario ha sido sustituida por la inquietud consecuente con un capitalismo sin l¨ªmites para la depredaci¨®n y el pillaje. En el proceso se ha perdido la referencia del mejor pensamiento pol¨ªtico europeo de la segunda mitad del siglo XX ?Qui¨¦n se acuerda, por ejemplo, de Olof Palme y de los que buscaban una brillante tercera v¨ªa entre la barbarie comunista y la capitalista?
En lugar de por gentes como Olof Palme, Europa est¨¢ encabezada por pragm¨¢ticos mediocres, como Dur?o Barroso. Aunque a¨²n podr¨ªa ser peor si llegara a la presidencia un embustero confeso como Tony Blair; la sola posibilidad de que el hombre que minti¨® descaradamente en la guerra de Irak sea el presidente europeo proporciona una idea del bajo tono moral de la Europa presente. Si los europeos no somos capaces de derribar el otro muro que atraviesa el continente, el de la apat¨ªa, de poco servir¨¢ hacer grandes celebraciones de lo que pudo ser y no ha sido.
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