Debate in¨²til
Pocas voces se han expresado con sentido del deber desde que arranc¨® el drama del 'Alakrana'
La vicepresidenta primera del Gobierno, Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega, zanj¨® la nueva e inoportuna pol¨¦mica en torno a la situaci¨®n del atunero espa?ol Alakrana, secuestrado en Somalia, asumiendo la responsabilidad por la decisi¨®n de traer a Espa?a a los dos piratas apresados por la Armada. En esta ocasi¨®n, el conflicto se ha producido entre la Audiencia Nacional y el Ejecutivo, por un lado, y entre el Ministerio de Defensa y la propia vicepresidencia del Gobierno, por otro. Lo m¨¢s absurdo de este embrollo es que nada tiene que ver con lo que de verdad importa, la liberaci¨®n de los 36 marineros a bordo del Alakrana, sino con el deseo de la Audiencia y del Gobierno de aparecer como libres de culpa por el principal escollo que est¨¢ dificultando el desenlace del secuestro.
Ante un chantaje como el que plantean los piratas, la ¨²nica respuesta aceptable es respaldar a las instituciones obligadas a hacerle frente y a intentar proteger la integridad de los secuestrados. En este sentido, las familias y la oposici¨®n, con alguna excepci¨®n oportunista como la de la presidenta de la Comunidad de Madrid, han adoptado durante los ¨²ltimos d¨ªas una actitud a la altura de las circunstancias. Pero, parad¨®jicamente, quienes est¨¢n faltando a las obligaciones que derivan del respaldo que se les ha ofrecido son la Audiencia Nacional y el Gobierno. Lejos de lo que est¨¢n dando a entender con el cruce de notas y declaraciones, su tarea no consiste en rivalizar en inocencia por el hecho de que dos delincuentes se encuentren donde tienen que estar, por m¨¢s que el chantaje de los piratas plantee al Estado de derecho dif¨ªciles dilemas pol¨ªticos, jur¨ªdicos y morales.
No deja de resultar un contrasentido que los mismos magistrados que reclaman una jurisdicci¨®n universal para entender de lejanos delitos se escuden ahora en que fue el Gobierno quien les empuj¨® a ocuparse del secuestro del Alakrana, un barco espa?ol y con espa?oles a bordo. Y, por parte del Ejecutivo, no se entiende que optase por la v¨ªa de una denuncia presentada por el abogado del Estado en lugar de esperar el informe del fiscal solicitado por la Audiencia. En uno y otro caso, sin embargo, se trata de lamentos por la leche derramada, que en nada contribuyen a la liberaci¨®n del Alakrana.
Mientras los 36 marineros permanezcan secuestrados en el ?ndico, los espect¨¢culos en torno a este caso deben cesar. Despu¨¦s, sonar¨¢ la hora de las responsabilidades y todos los actores del g¨¦nero que se ha inaugurado con el Alakrana, y que a¨²n espera su clasificaci¨®n final, tendr¨¢n que dar cumplida cuenta de sus actuaciones. Y todos quiere decir todos, porque desde el origen mismo de este caso, y hasta las escaramuzas que est¨¢n libr¨¢ndose durante su desarrollo, pocas son las voces que se han expresado con sentido del deber. Resulta descorazonador que una banda de piratas coloque a un pa¨ªs ante el espejo de lo que su vida p¨²blica lleva cosechando durante a?os.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.