Asistencia sin fin a precio cero
El Informe Fedea-McKinsey repite lo que desde hace a?os es bien conocido: el Sistema Nacional de Salud, tal como est¨¢, es financieramente insostenible. Casi todos los servicios sanitarios auton¨®micos exceden, a?o tras a?o, sus presupuestos ocultamente (facturas en los cajones) y, m¨¢s pronto o m¨¢s tarde, en cuanto el momento pol¨ªtico es propicio, afloran el d¨¦ficit acumulado y lo endosan al Estado. Es una pauta antigua: en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas, con distintos m¨¦todos de financiaci¨®n, han sido frecuentes, si no peri¨®dicas, las operaciones de saneamiento del sistema. Encerrado por los pol¨ªticos en la irrealidad, el sistema est¨¢ comprometido en derecho a proveer asistencia sin fin: dar todo o casi todo a todos en toda ocasi¨®n, a precio cero en el momento del servicio, como si los textos legales o la solidaridad social o los fines humanitarios de la Medicina hubieran m¨¢gicamente liberado a la sanidad p¨²blica de la escasez natural. Presidido por esta ficci¨®n, el derecho de los espa?oles al libre acceso de asistencia sanitaria queda peligrosamente sostenido por el endeudamiento permanente.
Sin duda es indispensable y hasta apremiante reformar la sanidad p¨²blica y el informe propone para ello cuatro medidas sensatas, aunque no exentas de efectos secundarios o de pr¨¢ctica dif¨ªcil, que pretenden moderar la demanda y mejorar la gesti¨®n. Pero parece que son de casi imposible introducci¨®n social y pol¨ªtica, y, desde luego, son insuficientes para mejorar un sistema ya erosionado por m¨²ltiples y graves deficiencias: la equidad est¨¢ hendida por la desigualdad en las prestaciones de los servicios de salud auton¨®micos; la solidaridad ha desaparecido en la desuni¨®n de dichos servicios; las listas de espera son falseadas por los pol¨ªticos a su conveniencia; los datos reales de actividad y coste sanitarios se esconden o retrasan por las autonom¨ªas, de forma que cualquier an¨¢lisis estad¨ªstico es imposible; un torpe igualitarismo y los bajos salarios desaniman el esfuerzo y el m¨¦rito y fomentan la mediocridad del personal sanitario; no hay af¨¢n alguno por la calidad cl¨ªnica, ni siquiera se intenta medirla; las altas instituciones del sistema son un artificio: el Consejo Interterritorial carece de capacidad para coordinar y menos cohesionar los servicios auton¨®micos y el Ministerio de Sanidad est¨¢ casi vac¨ªo de competencias; en fin, la atenci¨®n al enfermo, raz¨®n de ser de la sanidad p¨²blica, es apresurada y rutinaria en medicina general, inoportuna (con largas esperas) en gran parte de la asistencia especializada, azarosa en urgencias (en manos de m¨¦dicos en formaci¨®n) y siempre masificada y de pr¨¢ctica dudosa, no evaluada.
Reestablecer la sanidad p¨²blica y liberarla de su mal uso pol¨ªtico requiere un cambio amplio y real. Muy dif¨ªcil.
Enrique Costas Lombard¨ªa es economista.
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