50.000 d¨®lares por los piratas presos
El rescate del 'Alakrana' incluye un pago para las familias de los encarcelados - El jefe pirata rompi¨® el pacto para el rescate al saber que hab¨ªa otra negociaci¨®n
50.000 d¨®lares (unos 33.000 euros). ?sa era la "indemnizaci¨®n" que las familias de los dos piratas presos en Espa?a exig¨ªan a cambio de sus parientes. La negociaci¨®n se llev¨® por un canal paralelo al que el armador del Alakrana, apoyado por dos agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), realizaba desde la residencia del embajador espa?ol en Nairobi (Kenia) a trav¨¦s de un intermediario. Cuando los bandidos descubrieron la existencia de este canal paralelo, seg¨²n fuentes conocedoras de la negociaci¨®n, decidieron romper el acuerdo que ya se hab¨ªa cerrado a finales de octubre.
Sus motivos eran explicables: a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n, los piratas tomaron conciencia de la trascendencia que se hab¨ªa dado en Espa?a a la detenci¨®n de Abdu Willy y Raageggesey Adji Haman, los dos somal¨ªes capturados por la Armada a bordo de un esquife el 3 de octubre, 24 horas despu¨¦s del secuestro del atunero. Especialmente por la pol¨¦mica sobre la mayor¨ªa de edad del primero de ellos. Y pensaron que un asunto de tanto inter¨¦s no pod¨ªa negociarse al margen de su control. Adem¨¢s, daban por sentado que, si el destino de sus dos compinches estaba sobre la mesa, su interlocutor ya no ser¨ªa una empresa privada, sino el Gobierno.
El supuesto desembarco de tres marineros fue un ardid para presionar
Eso explica, seg¨²n las fuentes consultadas, el dram¨¢tico giro que dio el secuestro el 5 de noviembre. Ese d¨ªa los piratas lanzaron un ¨®rdago a la grande: escenificaron la ruptura del pacto y amenazaron con matar a los rehenes si los dos presos en Espa?a no eran liberados. Para ello, hicieron a los tripulantes que llamaran a sus familias mientras disparaban al aire y hac¨ªan explotar una granada.
La maniobra incluy¨® el anuncio de que tres de los tripulantes hab¨ªan sido desembarcados, lo que elev¨® el dramatismo de la situaci¨®n hasta el paroxismo. Auque s¨®lo se trataba de un ardid para aumentar la presi¨®n sobre el Gobierno, ya que los tres marineros, que fueron separados de los dem¨¢s para dar veracidad a la amenaza, nunca pisaron tierra firme.
El ministro de Asuntos Exteriores, Miguel ?ngel Moratinos, reconoci¨® ayer, en declaraciones a la cadena SER, que no hubo tal desembarco. "No, no fue as¨ª", dijo. "Hubo una operaci¨®n [...] es parte de las estrategias y las t¨¢cticas de los piratas, que siempre tratan de atemorizar".
"Esa informaci¨®n se recibi¨® a trav¨¦s de los servicios de inteligencia y luego qued¨® desmentida", afirm¨® por su parte el jefe del Estado Mayor de la Defensa, Julio Rodr¨ªguez.
Sin embargo, en su comparecencia del 5 de noviembre por la tarde, tras la reuni¨®n del minigabinete de crisis en La Moncloa, la ministra de Defensa, Carme Chac¨®n, dio por hecho el desembarco y a?adi¨® tajante: "Sabemos exactamente d¨®nde est¨¢n y sabemos que est¨¢n bien". ?Qu¨¦ datos ten¨ªa?
El Centro Nacional de Inteligencia (CNI) no dio inicialmente veracidad al desembarco. Sin embargo, cuando el servicio secreto intercept¨® una llamada telef¨®nica desde una caba?a en una playa cercana al lugar donde estaba fondeado el atunero, a menos de dos millas mar adentro, dedujo que all¨ª hab¨ªan sido llevados los rehenes.
"Fue una maniobra rara", admite el capit¨¢n del Alakrana, Iker Galbarriatu. "Mi marido me cont¨® que un grupo de piratas los baj¨® del barco a una peque?a lancha, dieron varias vueltas y despu¨¦s los llevaron otra vez a bordo y los encerraron en un camarote, dici¨¦ndole a la tripulaci¨®n que se los hab¨ªan llevado y, como no los ve¨ªan, se lo creyeron", explic¨® a Efe M¨®nica Y¨¢?ez, esposa del marinero Manuel Antonio P¨¦rez.
El pasado martes, tras 47 d¨ªas de secuestro, los piratas pusieron en libertad a los 36 tripulantes del Alakrana, sin que los dos presos en Espa?a hubieran sido devueltos a Somalia. A primera hora de la ma?ana, una avioneta dej¨® caer un fardo con el rescate, unos 2,7 millones de euros, que los secuestradores se repartieron a bordo del atunero antes de irse. Parte del bot¨ªn servir¨¢ para "indemnizar" a las familias de Abdu Willy y Raageggesey Adji Haman, dos simples ojeadores a los que el jefe de los piratas contrat¨® por 2.500 d¨®lares para que buscaran v¨ªctimas entre los buques que navegan por el ?ndico.
Dos minutos demasiado tarde
Dos minutos. ?se fue el tiempo, seg¨²n el jefe del Estado Mayor de la Defensa, general Julio Rodr¨ªguez, que tardaron los helic¨®pteros de las fragatas Canarias y M¨¦ndez N¨²?ez en llegar hasta el Alakrana, una vez que ¨¦ste qued¨® libre. Demasiado tarde para detener a los cinco ¨²ltimos piratas que, a bordo de un esquife, abandonaron el pesquero tras haberse repartido el bot¨ªn y navegaban hacia la costa, a 1,7 millas (tres kil¨®metros). Uno de los helic¨®pteros se situ¨® en la vertical del Alakrana, para evitar que pudiera ser recapturado por otra banda pirata, mientras el otro se lanzaba en persecuci¨®n del esquife. Dispar¨® una primera r¨¢faga ante la proa de la embarcaci¨®n, para forzarla a detenerse, y una segunda contra el motor. No hubo muertos ni heridos. Los piratas lograron alcanzar la playa y mezclarse entre la gente. "Actuamos, pero no hubo tiempo suficiente", se lament¨® el general Rodr¨ªguez.
"Liberar a los secuestrados y detener a los piratas era nuestra prioridad", agreg¨®. "S¨®lo hab¨ªa una prioridad mayor: no poner en riesgo la vida de la tripulaci¨®n. ?se era nuestro ¨²nico l¨ªmite".
A primera hora de la ma?ana del 7 de octubre, un avi¨®n H¨¦rcules del Ej¨¦rcito del Aire despeg¨® de la base francesa de Yibuti y lanz¨® a una docena de paracaidistas en alta mar, junto a la Canarias. Eran miembros de la Unidad de Guerra Naval Especial que reforzaron, con capacidades suplementarias, a la ya embarcada en la fragata. Su misi¨®n era intervenir "en caso de riesgo extremo" para los marineros. Es decir, si hubiera una amenaza cre¨ªble para su vida. S¨®lo en ese supuesto compensar¨ªa el riesgo de una operaci¨®n de rescate por la fuerza.
Hubo, sin embargo, un intento de frustrar el secuestro en sus primeros momentos. El 2 de octubre, despu¨¦s de recibir el aviso de que el pesquero hab¨ªa sido capturado, la Canarias, a 800 millas de distancia, recibi¨® orden de navegar a toda m¨¢quina para alcanzarlo. El plan, que contar¨ªa con el apoyo de la fragata francesa Germinal, consist¨ªa en tender estachas de varias millas de longitud que se enredar¨ªan en la h¨¦lice del Alakrana y acabar¨ªan por forzarla a detenerse. Cuando el plan ya estaba en marcha se descubri¨® que era impracticable: el atunero vasco, construido hace s¨®lo cuatro a?os, lleva una especie de cesta que protege la h¨¦lice para evitar que se enganche en sus propias redes.
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