El alma cient¨ªfica del arte
Las simetr¨ªas son, en alg¨²n sentido, el "pilar m¨¢s profundo y descarnado" de la belleza. Varios libros explican las relaciones entre ciencia y creaci¨®n art¨ªstica.
Dif¨ªcil tarea es la de definir qu¨¦ es el arte y de relacionarlo con la ciencia. Dif¨ªcil y sobre todo diversa, ya que no es lo mismo hablar de la m¨²sica que de las disciplinas que tratan los libros, objetos de la presente rese?a, la pintura, sobre todo, y en menor grado la escultura o la arquitectura. Limit¨¢ndome a ¨¦stas, una posible, y sin duda limitada, definici¨®n de arte es decir que es la aplicaci¨®n, con el recurso de la t¨¦cnica, de unas habilidades para expresar -y/o producir- sentimientos. Claro que si lo que se pretende es establecer alg¨²n v¨ªnculo con la ciencia, un v¨ªnculo que vaya m¨¢s all¨¢ de los materiales y t¨¦cnicas que el artista emplea, tal vez habr¨ªa que recurrir a una definici¨®n que ?mile Zola incluy¨® en un art¨ªculo (Les r¨¦alistes du Salon) publicado el 11 de mayo de 1866: "Una obra de arte es un ¨¢ngulo de la creaci¨®n visto a trav¨¦s de un temperamento"; esto es, el arte como modo de expresar la naturaleza (la creaci¨®n), a la que la ciencia dedica sus esfuerzos.
Las im¨¢genes sirven a la ciencia al igual que ¨¦sta a aqu¨¦lla, pero ?es esto todo?
El artista puede optar por caminos diferentes a la hora de expresar su "temperamento". Puede, por ejemplo, seleccionar temas cient¨ªficos o t¨¦cnicos como motivos de sus obras, buscando representarlos de la manera m¨¢s fiel posible (realismo). Muestra de que tal senda ha sido seguida por numerosos artistas del pasado son tres libros: Neurolog¨ªa en el arte, de Josep Llu¨ªs Mart¨ª i Vilalta, neur¨®logo del hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona; Ideas e inventos de un milenio 900-1900, de Javier Ord¨®?ez, profesor de la Universidad Aut¨®noma de Madrid, e Im¨¢genes del Cosmos, del astrof¨ªsico y prol¨ªfico divulgador de la ciencia John Barrow. En ellos se reproducen un buen n¨²mero de obras de ese tipo, aunque no son meros cat¨¢logos ilustrados, sino que cada uno tiene un prop¨®sito. Al de Mart¨ª i Vilalta lo podemos considerar una visi¨®n art¨ªstica del sistema nervioso, de sus enfermedades y de la neurolog¨ªa, fin para el que ha seleccionado cuadros que le permiten hablar de diversos elementos y enfermedades del mundo neurol¨®gico. Aparecen, as¨ª, pinturas como La danza epil¨¦ptica (1642), de Brueghel El Viejo, o La loca (1822), con su delatadora (desde el punto de vista cl¨ªnico) mirada perdida, de Th¨¦odore G¨¦ricault; la hemiplej¨ªa y afasia que se observan en El lisiado (1642), de Jos¨¦ de Ribera; a la enfermedad de Parkinson la identifica Mart¨ª i Vilalta en uno de los monjes de San Hugo en el refectorio de los cartujos (1630-1635), de Zurbar¨¢n, mientras que la primitiva pr¨¢ctica neurol¨®gica se muestra en el ¨®leo an¨®nimo del siglo XV conservado en el Prado, San Lucas operando, y la m¨¢s moderna -el m¨¦dico como investigador- en Una investigaci¨®n (1897), donde Joaqu¨ªn Sorolla retrat¨® a Luis Simarro preparando el material para uno de sus trabajos, rodeado de disc¨ªpulos y compa?eros. No faltan tampoco el impresionante ¨®leo (1820) de Goya en el que se le ve, a la edad de 73 a?os, siendo asistido por el doctor Arrieta, ni el conmovedor y temprano (1897) ¨®leo de Picasso, todav¨ªa distante de ser un revolucionario del arte, Ciencia y caridad.
Por su parte, lo que Ord¨®?ez busca es resaltar la importancia que los inventos -la t¨¦cnica, hermana de la ciencia- han tenido en la historia de la humanidad. Para ello ha escogido una serie de instrumentos y temas que le permiten dar idea de tal importancia. Y la ha acompa?ado de una extraordinaria colecci¨®n de im¨¢genes (de ¨®leos y grabados sobre todo, pero tambi¨¦n de fotograf¨ªas). Im¨¢genes como el magn¨ªfico grabado del cuadrante mural que Tycho Brahe ten¨ªa en su castillo-observatorio de Uraniborg, y que incluy¨® en su libro de 1598, Astronomiae Instauratae Mechanica; ¨®leos como El ge¨®grafo (1668-1669), de Jan Vermeer: Experimento con un p¨¢jaro en una bomba de vac¨ªo (1768), de Joseph Wright de Derbi, y retratos como el que el pintor finland¨¦s Albert Edelfelt hizo de Louis Pasteur en su laboratorio parisiense y el de John Collier de Charles Darwin; grabados de microscopios y telescopios, fotograf¨ªas de tel¨¦fonos, de construcciones arquitect¨®nicas, prodigios de la t¨¦cnica como la Torre Eiffel, o la que en 1875 tom¨® Charles Lutwidge Dodgson, m¨¢s conocido como Lewis Carroll, el autor de Alicia en el pa¨ªs de las maravillas, de la ni?a Alexandra (?o deber¨ªamos decir tal vez Alicia?) Kitchin, tumbada en un sof¨¢.
La intenci¨®n de Im¨¢genes del cosmos es diferente, en la medida en que aunque recurre a obras que con justicia podemos denominar "de arte" (como La noche estrellada, de Van Gogh; el Corpus Hypercubus, de Dal¨ª, o el Atlas Farnesio, que soporta una esfera terrestre en la que su escultor incluy¨® la ecl¨ªptica o los dos tr¨®picos), lo que se pretende en ¨¦l es mostrar en qu¨¦ medida las im¨¢genes forman parte de la propia ciencia. Y abundan, ciertamente: funciones trigonom¨¦tricas, fotograf¨ªas de galaxias y otros objetos astron¨®micos, diagramas espacio-tiempo en la relatividad einsteiniana, la doble h¨¦lice del ADN, las c¨²pulas geod¨¦sicas ideadas por el arquitecto Richard Buckminster Fuller, que posteriormente el qu¨ªmico Harry Kroto encontr¨® en agrupaciones de 60 ¨¢tomos de carbono, apropiadamente denominadas hoy "fullerenos", trayectorias de part¨ªculas subat¨®micas obtenidas en c¨¢maras de burbujas, los diagramas de Feynman de la electrodin¨¢mica cu¨¢ntica, o fractales; y tambi¨¦n, por supuesto, ilustraciones tan cl¨¢sicas como las de De revolutionibus orbium coelestium de Cop¨¦rnico o De humani corporis fabrica de Vesalio, ambos publicados en 1543. Como se?ala Barrow en la introducci¨®n, todas estas im¨¢genes poseen una historia: "Unas veces dicha historia se refiere a su creador; otras, a la nueva percepci¨®n cient¨ªfica que surgi¨® a partir de esa imagen; en algunas ocasiones, lo interesante radica en la propia t¨¦cnica de representaci¨®n, mientras que en otras aquella imagen tuvo una inesperada relevancia que favoreci¨® la aparici¨®n de toda una nueva forma de pensamiento. Y a veces se trata, simplemente, de una historia de lo inesperado". Es un buen resumen de este interesante libro.
La trama (matem¨¢tica) oculta del arte. Bien, las im¨¢genes sirven a la ciencia al igual que ¨¦sta a aqu¨¦lla, pero ?es esto todo? ?No existe alguna otra relaci¨®n, m¨¢s profunda, menos "notarial" (las im¨¢genes como notarios de lo que se da en la naturaleza), entre ciencia y arte?
Si se buscan tramas ocultas sobre las que se asienta una estructura, lo mejor es indagar en el vasto universo de la matem¨¢tica, una disciplina tan ubicua como peculiar: aparece en pr¨¢cticamente todos los recovecos de la naturaleza, pero al mismo tiempo vive fuera de ella, en organizaciones l¨®gicas que no parecen tener nada que ver con lo que existe, con los objetos de los que se ocupan ciencias como la f¨ªsica, la biolog¨ªa, la qu¨ªmica o la geolog¨ªa. De hecho, la bibliograf¨ªa que trata del posible papel de la matem¨¢tica en el arte es abundante, algo por otra parte nada sorprendente a la vista de tantos edificios y dibujos en los que identificamos, o sospechamos que existen, estructuras matem¨¢ticas subyacentes. Una reciente adici¨®n a tal bibliograf¨ªa es Geometr¨ªa para turistas, de Claudi Alsina, un libro sencillo, que no se anda por las ramas; todo lo contrario, ha escogido el muy directo camino de la ejemplificaci¨®n. Concebido como una gu¨ªa tur¨ªstica, muestra tramas matem¨¢ticas ocultas en 125 ejemplos, la mayor¨ªa de construcciones arquitect¨®nicas singulares como Stonehenge, el Parten¨®n de Atenas, la c¨²pula de San Pedro, las villas de Palladio, el Taj Mahal, la Casa de la Cascada de Frank Lloyd Wright, el Parlamento de Berl¨ªn o las Torres Kio de Madrid; recurre incluso al plano del metro de Londres, al que Eric Hobsbawm calific¨® (A la zaga. Cr¨ªtica, 2009) de "la obra de arte de vanguardia m¨¢s original de la Gran Breta?a de entreguerras".
M¨¢s ambicioso y argumentativo es Las matem¨¢ticas y la Mona Lisa, de B¨¹len Atalay. Como el t¨ªtulo indica, su argumento gira en torno a un personaje que no puede faltar cuando se analizan las relaciones entre arte y ciencia: Leonardo da Vinci, el hombre que no s¨®lo plasm¨® en maravillosos dibujos sus ideas sobre inventos o sus estudios anat¨®micos, sino que tambi¨¦n reflexion¨® sobre las proporciones y la belleza (recu¨¦rdese su El hombre de Vitrubio). Aunque no excesivamente original, s¨ª es el libro de Atalay lo suficientemente ilustrativo como para detenerse en sus p¨¢ginas, en las que se analizan, mediante un cierto repaso hist¨®rico, cuestiones del tipo de la presencia de pol¨ªgonos regulares, proporci¨®n divina o ¨¢urea, simetr¨ªas o teor¨ªa de la perspectiva en obras de arte como pueden ser las pir¨¢mides de Egipto, cuadros de Dal¨ª o dibujos de Escher, adem¨¢s, por supuesto, de en las obras de Leonardo, al que Atalay idolatra demasiado, como cuando escribe la siguiente exageraci¨®n: "Si en su ¨¦poca hubiera podido publicar las reflexiones cient¨ªficas que encontramos en sus manuscritos, puede que hubi¨¦ramos alcanzado nuestro nivel cient¨ªfico y tecnol¨®gico actual hace dos siglos".
Einstein 'versus' Picasso. "Influencia", "relaci¨®n" son t¨¦rminos que implican una cierta conexi¨®n jer¨¢rquica: la ciencia influye en el arte, o ¨¦ste en aqu¨¦lla. Pero, ?no se han dado situaciones en las que surgi¨® algo as¨ª como un Zeitgeist, un esp¨ªritu del tiempo que comparten parcelas cient¨ªficas y art¨ªsticas? Hace tiempo que se ha argumentado que uno de esos momentos se dio con la teor¨ªa especial de la relatividad y el cubismo; al fin y al cabo ambos se basan en dar un papel central a los diferentes sistemas de referencias f¨ªsicos y a los ¨¢ngulos de visi¨®n que elige el pintor, en integrarlos en un mismo marco: el principio de relatividad einsteiniano y la idea de acoger en el lienzo bidimensional diferentes planos que brotan de una ¨²nica realidad tridimensional. A favor de ese Zeitgeist compartido est¨¢ el que Einstein present¨® su teor¨ªa de la relatividad especial en 1905 y Picasso pint¨® Las se?oritas de Avi?¨®n en 1907. Arthur I. Miller, conocido historiador de la ciencia, explora esta conexi¨®n en Einstein y Picasso, una conexi¨®n que no se limita a ambos personajes, teniendo tambi¨¦n en Henri Poincar¨¦ y en la geometr¨ªa no eucl¨ªdea otro de sus puntos de enganche. El tema es apasionante, al menos en la medida en que toca un problema particularmente importante, el de si existen momentos en la historia que dan lugar a manifestaciones de principios parecidos en dominios diferentes. Otra cosa es que Miller haya ido m¨¢s all¨¢ de otros que en el pasado abordaron el mismo tema, que tambi¨¦n se toca en El artista y el matem¨¢tico de Amir Aczel, aunque en realidad ah¨ª se hace de forma no demasiado articulada con el asunto central del texto. La conexi¨®n art¨ªstico-matem¨¢tica de la que se ocupa Aczel es de otro tipo; de hecho, se puede cuestionar el uso del t¨¦rmino "art¨ªstico", puesto que de lo que trata es de la influencia que el grupo de matem¨¢ticos que se agrup¨® en el siglo XX en torno al nombre de Nicolas Bourbaki ejerci¨® en movimientos estructuralistas en ling¨¹¨ªstica, psicolog¨ªa, psiquiatr¨ªa y econom¨ªa. Al igual que otros libros de este autor, el presente es ameno, explotando con habilidad y no peque?as dosis de oportunismo la singular historia (historias) del grupo Bourbaki, cuya influencia fue enorme.
Simetr¨ªas, ?el alma de la belleza? Uno de mis h¨¦roes cient¨ªficos es Hermann Weyl (1885-1955). Y lo es no porque fuese un matem¨¢tico distinguido (que lo fue), sino porque tambi¨¦n se movi¨® con gracia y distinci¨®n por otros campos disciplinares; en especial por los de la f¨ªsica matem¨¢tica y la filosof¨ªa. Pues bien, en 1952, Weyl public¨® un libro titulado Symmetry (Simetr¨ªa), en el que se pueden encontrar frases como: "La belleza est¨¢ ligada con la simetr¨ªa", un sentimiento este que muchos matem¨¢ticos y f¨ªsicos te¨®ricos compartir¨¢n. Belleza y verdad titula, por ejemplo, el matem¨¢tico y divulgador cient¨ªfico Ian Stewart uno de sus libros, subtitul¨¢ndolo significativamente Una historia de la simetr¨ªa; una historia de c¨®mo brot¨® y se formaliz¨® dentro de la matem¨¢tica la noci¨®n de simetr¨ªa y de qui¨¦nes fueron sus principales protagonistas, matem¨¢ticos como ?variste Galois, el joven e impulsivo revolucionario franc¨¦s que muri¨® a la muy temprana edad de 19 a?os como consecuencia de las heridas que recibi¨® en un duelo, William Rowan Hamilton, Sophus Lie o Felix Klein. Aunque Stewart realiza algunos comentarios relativos a las simetr¨ªas en el arte, no es ¨¦ste su principal prop¨®sito. Muy diferente es el caso de Simetr¨ªa. Un viaje por los patrones de la naturaleza, de otro matem¨¢tico, Marcus du Sautoy. "La palabra 'simetr¨ªa", leemos en esta obra, "evoca en la mente objetos que est¨¢n bien equilibrados, con proporciones perfectas. Estos objetos materializan una sensaci¨®n de belleza y de forma. La mente humana se siente constantemente inclinada hacia todo lo que encarne alg¨²n aspecto de la simetr¨ªa. Nuestro cerebro est¨¢ programado para percibir y buscar el orden y la estructura". Y para sustanciar tales afirmaciones, Du Sautoy construye una narraci¨®n en la que matem¨¢ticas y arte se imbrican, a menudo con ¨¦l mismo como protagonista: sus propias investigaciones matem¨¢ticas o una visita que realiz¨® a la Alhambra de Granada buscando en los embaldosados los 17 tipos diferentes de simetr¨ªas posibles (los encontr¨®).
"Simetr¨ªa y verdad". "Simetr¨ªa y belleza". ?Quiere esto decir que las simetr¨ªas constituyen la esencia del arte? No lo creo, aunque muchas obras art¨ªsticas s¨ª hayan respondido a semejante patr¨®n. Lo que pienso es que las simetr¨ªas son, en alg¨²n sentido, "el alma de la belleza", su pilar m¨¢s profundo y descarnado. En este sentido, son perfectamente compatibles -o mejor, la dan sentido- con la c¨¦lebre frase de Adolf Loos: "El adorno es un crimen".
Neurolog¨ªa en el arte. J. L. Mart¨ª i Vilalta. Lunwerg. Barcelona, 2007. 283 p¨¢ginas. 44.50 euros. Ideas e inventos de un milenio 900-1900. Javier Ord¨®?ez. Lunwerg. Barcelona, 2008. 316 p¨¢ginas. 49,50 euros. b>Im¨¢genes del Cosmos. John D. Barrow. Traducci¨®n de Isabel Febri¨¢n y Cristina Garc¨ªa. Paid¨®s. Barcelona, 2009. 543 p¨¢ginas. 39 euros. Geometr¨ªa para turistas. Claudi Alsina. Ariel. Barcelona, 2009. 285 p¨¢ginas. 19,50 euros. Las matem¨¢ticas y la Mona Lisa. El arte y la ciencia de Leonardo da Vinci. B¨¹len Atalay. Almuzara, 2008. 315 p¨¢ginas. 21,95 euros. Einstein y Picasso. El espacio, el tiempo y los estragos de la belleza. Arthur I. Miller. Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar. Tusquets. Barcelona, 2007. 412 p¨¢ginas. 24 euros. El artista y el matem¨¢tico. La historia de Nicolas Bourbaki, el genio matem¨¢tico que nunca existi¨®. Amir D. Aczel. Traducci¨®n de Silvia Jawerbaum y Julieta Barba. Gedisa. Barcelona, 2009. 205 p¨¢ginas. 19,90 euros. Belleza y verdad. Ian Stewart. Traducci¨®n de Javier Garc¨ªa Sanz. Cr¨ªtica. Barcelona, 2008. 359 p¨¢ginas. 27 euros. Simetr¨ªa. Un viaje por los patrones de la naturaleza. Marcus du Sautoy. Traducci¨®n de Eugenio Jes¨²s G¨®mez Ayala. Acantilado. Barcelona, 2009. 501 p¨¢ginas. 29 euros.
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