"Dispararon las metralletas al palo del barco y cre¨ªmos que nos mataban a todos"
El marinero Wilson explica: "Nos dijeron que otro clan pod¨ªa capturarnos de nuevo"
M¨¢s delgados, con el terror metido en el cuerpo para el resto de sus d¨ªas de pescadores, los 36 tripulantes del Alakrana pisaron tierra ayer en el puerto de Seychelles tras 47 d¨ªas de secuestro. Fueron recibidos como h¨¦roes, con un largo aplauso. Entre ellos, Wilson Jean Pilate, marinero de Seychelles que ayer relat¨® a EL PA?S el diario del secuestro: los d¨ªas en que pensaron que acabar¨ªan muertos y las noches en que lograron pensar en otra cosa viendo cine espa?ol.
"Ten¨ªamos la red echada cuando vimos a los piratas llegar en dos lanchas. No nos dio tiempo a escapar. Luego llegaron otros cuatro m¨¢s en otra lancha y nos llevaron hacia Somalia. En el camino, vimos su buque nodriza", relata Wilson, de 38 a?os. Era el 2 de octubre y llevaban apenas dos d¨ªas en el mar. Les hab¨ªa dado tiempo a pescar 15 toneladas de at¨²n. "En 47 d¨ªas podr¨ªamos haber pescado unas 2.000".
Pero eso es lo de menos. "Est¨¢bamos aterrorizados. Un chico de Abiy¨¢n ten¨ªa tanto miedo que ni com¨ªa". Los marineros sab¨ªan que los piratas s¨®lo quieren dinero y que 36 muertos no valen nada. Pero a veces, sus captores parec¨ªan fuera de s¨ª. "Por las noches, parec¨ªa un bar del oeste. Los piratas hac¨ªan fiestas en el camarote del patr¨®n, beb¨ªan, se drogaban, se peleaban y disparaban tiros al aire. No nos dejaban dormir. Al caer el sol rezaban en fila. Eran todos musulmanes". El peor d¨ªa fue cuando los reunieron en la cubierta con la probable intenci¨®n de hacerles creer que algunos de ellos estaban, efectivamente, trastornados. "Un pirata en la torre nos apuntaba con un bazuca, parec¨ªa loco. Otro le grit¨®: '?Al agua! ?Dispara al agua!' Y dispar¨®. Entonces los dem¨¢s dispararon r¨¢fagas de metralleta que chocaron con el palo del barco y rebotaron. Pensamos que nos iban a matar a todos", recuerda.
"Eran todos muy delgados, ninguno era fuerte, pero llevaban Kal¨¢shnikov, bazucas, pistolas y sobre el pecho dos bandas de balas, como Rambo". Estaban hambrientos. "?ngel, el cocinero, se pasaba el d¨ªa cocinando. Se despertaba a las 5.30 para hacer pan, y cocinaba para ellos y para nosotros. A los piratas les encantaba la pasta y el cordero".
Las horas de las comidas eran una agradable rutina para los rehenes. El resto del tiempo, hab¨ªa poco que hacer. "Yo ten¨ªa una tele y un DVD. Me los quitaron, pero en la tercera semana me lo devolvieron y pudimos ver pel¨ªculas. Recuerdo una titulada S¨®lo quiero caminar que me gust¨® mucho. Tambi¨¦n hablaba con Pablo Costas hasta las tres de la madrugada: del secuestro, de nuestras mujeres...". Gracias a la picard¨ªa de uno de los pescadores, se guardaron otra v¨ªa de escape m¨¢s: la radio. "La escondi¨® y a veces pod¨ªamos sintonizar un programa que se llama Espa?oles en la mar y que ?hablaba de nosotros!".
El mismo d¨ªa en que los piratas dispararon al agua y al m¨¢stil para advertir a la fragata Canarias que las vidas de los 36 pescadores estaban, m¨¢s que nunca, en sus manos, a sus rehenes les aseguraron que era su ¨²ltimo d¨ªa de secuestro. "Dijeron: 'Decidles a vuestras familias que pidan al Gobierno que hable con el nuestro para liberar a los dos que est¨¢n en Espa?a". Wilson aclara que los tres marineros que dijeron que hab¨ªan bajado a tierra para matarlos si Espa?a no entregaba a sus secuaces, en realidad, nunca llegaron a desembarcar. "No los vimos volver porque nos llevaron a la sala de m¨¢quinas". La amenaza funcion¨®. Todo se aceler¨®.
"Nos dijeron que el secuestro durar¨ªa un poco m¨¢s porque uno de los jefes hab¨ªa tenido un accidente de coche y no pod¨ªa venir al barco". Finalmente, 63 piratas subieron al Alakrana para repartirse el rescate. "Eran viejos, los jefes. No llegamos a ver el rescate, pero o¨ªmos la avioneta desde la que soltaron el dinero. Despu¨¦s, se fueron marchando en grupos. El ¨²ltimo pirata que qued¨® nos advirti¨® de que en esa zona hab¨ªa cuatro barcos secuestrados: tres los ten¨ªan ellos y uno m¨¢s, tailand¨¦s, otro clan. 'Van a intentar secuestraros de nuevo, as¨ª que tened cuidado', nos dijo. Y pusimos el barco a toda m¨¢quina".
Eran libres. "Nos abrazamos y enseguida lleg¨® un helic¨®ptero militar. A los cinco minutos tambi¨¦n lleg¨® la fragata. Me emocion¨¦ mucho. El helic¨®ptero sigui¨® a los ¨²ltimos piratas hasta la playa y estuvieron un rato dando vueltas por all¨ª hasta que nosotros ya estuvimos muy lejos".
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