Moratinos
Cuando escrib¨ª estas l¨ªneas (jueves, 19 de noviembre) era a¨²n desconocida la suerte de la candidatura de Miguel ?ngel Moratinos al puesto de Alto Responsable de Pol¨ªtica Exterior en la UE. No se trata, pues, de un esfuerzo marginal por aguar una fiesta ni de cebarse en un fracaso.
Los cinco a?os y medio de gesti¨®n de Moratinos ofrecen ya base para un balance sustentado en datos suficientes. Una primera caracter¨ªstica suya, nada irrelevante, es la debilidad de la pol¨ªtica europea exhibida, incluso cuando ha tocado a Espa?a asumir responsabilidades tales como la presidencia de la OSCE. Fue una muestra de que as¨ª como existe una politique politicienne, una pol¨ªtica politiquera, donde el contenido acaba literalmente absorbido por la forma, hay una diplomacia que en el tratamiento de los problemas es incapaz de ir m¨¢s all¨¢ del silencio charlat¨¢n de las declaraciones de buenos prop¨®sitos. Ni siquiera en cuestiones como la de Kosovo, que indirectamente tanto nos afectaba, la postura espa?ola fue explicada con un m¨ªnimo de lucidez. Desde que ocurri¨® la crisis de agosto de 2008, he pensado una y otra vez en cu¨¢l hubiera sido la suerte de Georgia si en vez de encontrarse al frente de Europa el t¨¢ndem Sarkozy-Kouchner, hubieran estado Zapatero y Moratinos. Por otra parte, en casos asimismo bien documentados, tales como las relaciones UE-Cuba, resulta evidente que la concepci¨®n europea de la democracia y de defensa de los derechos humanos se le escapa a Moratinos o la rechaza en funci¨®n de su curiosa versi¨®n del hispanoamericanismo, ideol¨®gicamente orientado.
Una y otra vez prevaleci¨® la pol¨ªtica de escaparate, tan del gusto de Zapatero
Lo que s¨ª es cierto es que de contar como principal m¨¦rito la capacidad viajera, Moratinos tiene todas las ventajas. En un divertido art¨ªculo publicado en este diario en 2007, Peru Egurbide informaba de que en los 33 meses de gesti¨®n literalmente no hab¨ªa parado, con un recorrido medio en vuelos de 1.000 kil¨®metros diarios. Le podemos encontrar en Guinea abrazando a Obiang, en Teher¨¢n hablando contra el muro de los ayatol¨¢s para que no fabriquen el arma nuclear, en Lahore compartiendo enfado con su hom¨®logo paquistan¨ª por las caricaturas blasfemas o en La Habana comprometi¨¦ndose a "avanzar juntos" con Ra¨²l Castro. Casi siempre bajo el signo de la superficialidad, con la excepci¨®n que confirma la regla del tema de Oriente Pr¨®ximo, sobre el cual s¨ª es capaz de elaborar an¨¢lisis y de hacer propuestas sumamente constructivas, aunque como ocurriera en el curso de la guerra de L¨ªbano, no midiera bien que en un escenario donde el caos se encuentra en todo caso a la sombra de la superpotencia norteamericana, desvelar el plan como iniciativa espa?ola, con un par de simpatizantes, supon¨ªa condenarle al fracaso de antemano.
Una y otra vez prevaleci¨® la pol¨ªtica de escaparate, tan del gusto de Zapatero. Nada mejor para ilustrarlo que la costosa inversi¨®n en fuegos de artificio en que ha consistido la Alianza de Civilizaciones. Un "di¨¢logo de civilizaciones" pod¨ªa suscitar algo del todo necesario: una colaboraci¨®n, no s¨®lo entre "occidentales" y musulmanes, sino extendido a representantes y analistas de las principales culturas y religiones para ahondar en las causas de la violencia y buscar acercamientos. Carece de sentido, en cambio, un show asim¨¦trico que desde una actitud reverencial otorga ¨²nicamente importancia a episodios como las caricaturas o una pel¨ªcula supuestamente ofensiva, considerando irrelevante que Al Qaeda apunte a Al Andalus o el integrismo isl¨¢mico avance e intimide. Todo ello en nombre de una "alianza con el islamismo moderado", sin saber siquiera de qu¨¦ y de qui¨¦n se est¨¢ hablando.
Lo m¨¢s grave en Moratinos es, sin embargo, el desfase entre el progresismo siempre exhibido y unos comportamientos que lo desmienten. Anunci¨® la defensa de la autodeterminaci¨®n saharaui y de inmediato se adhiri¨® a la pol¨ªtica de Rabat. Proclam¨® como prioritaria la causa de los derechos humanos y desde su primer viaje a Cuba procedi¨® a invertir la pol¨ªtica de presi¨®n democr¨¢tica de la Uni¨®n Europea, olvidando 2003 y marginando a la disidencia interior, para apoyar en cambio c¨¢lida y reiteradamente las reformas de Ra¨²l Castro, cuya existencia ¨¦l es el ¨²nico pol¨ªtico mundial en apreciar. Para Moratinos, la causa de la democracia es la de Zelaya en Honduras. Cabe adivinar en qu¨¦ fregado hubiese metido a Europa como Responsable, interviniendo contra un golpe, pero olvidando que Zelaya estaba dando otro (Constituci¨®n hondure?a, art¨ªculo 239). Su progresismo de fachada puede causar estragos: no hace falta que Ch¨¢vez o Ra¨²l Castro cuenten con un valedor en el v¨¦rtice de la UE, mientras opresiones no rentables (S¨¢hara, Myanmar, T¨ªbet, Ir¨¢n) son silenciadas por un estricto oportunismo.
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