La tienda y la amabilidad echan el cierre
La crisis ha barrido 40.000 comercios y un modelo que vertebra de forma sostenible la vida en una comunidad - La muerte del negocio de proximidad elimina vitalidad y seguridad en los barrios
La crisis ha destruido 40.000 comercios y avanza a un ritmo de 100 cierres de tiendas cada d¨ªa. Semejante exterminio no s¨®lo est¨¢ dejando una estela considerable de paro y dificultades, sino que amenaza tambi¨¦n un modelo de vida m¨¢s social, m¨¢s integrado con el vecindario y muy valioso sobre todo para los mayores. La recesi¨®n y una planificaci¨®n urbana que no ha primado los espacios comerciales est¨¢n cambiando el mapa.
La familia de Benita Galindo ten¨ªa dos colmados en Guadalajara. Han tenido que cerrar uno de los establecimientos y el otro lo mantienen abierto no porque sea rentable sino para poder pagar las deudas contra¨ªdas. "La gente no tiene dinero. Compra lo m¨ªnimo y cuando lo hace prefiere las grandes superficies por su mayor oferta", se lamenta. Antonio Huerta tiene un peque?o local dedicado al material de oficina en la localidad sevillana de Marchena. Si las cosas no cambian calcula que su margen de aguante es de tan s¨®lo seis meses m¨¢s. "El consumidor ha dejado la tienda de barrio para los imprevistos", explica.
Los aut¨®nomos denuncian que cada d¨ªa se clausuran 100 establecimientos
Los nuevos edificios no reservan espacio para el tradicional ultramarino
Las tiendas cohesionan la vida social de un distrito
Al tendero le quedan los sistemas de fidelizaci¨®n y la agrupaci¨®n en calles
La proliferaci¨®n de centros comerciales fomenta un mayor uso del autom¨®vil
Las grandes superficies defienden la libertad de elecci¨®n del cliente
Los problemas de Benita y Antonio no son casos aislados. Son dos ejemplos de un sector que atraviesa graves dificultades. Desde que estall¨® la crisis econ¨®mica en Espa?a echan el cierre cada d¨ªa 100 tiendas, seg¨²n c¨¢lculos de la Asociaci¨®n de Trabajadores Aut¨®nomos (ATA). Consciente de esta situaci¨®n, el Consejo de Ministros aprob¨® ayer un real decreto por el que se regula el apoyo financiero a la modernizaci¨®n y mejora del comercio interior, y que tendr¨¢ una dotaci¨®n de 15 millones de euros en 2009 y 2010.
Los edificios que se levantan en los nuevos barrios de la periferia adolecen en la mayor¨ªa de los casos de espacios reservados en su planta baja para locales comerciales. Por su parte, en el centro de las ciudades la crisis ha empujado al cierre a establecimientos con gran solera. El comercio minorista todav¨ªa goza de una arraigada presencia en Espa?a, pero en las ¨²ltimas d¨¦cadas ha perdido peso en favor de las grandes superficies, situadas habitualmente en el extrarradio. Esta tendencia tiene consecuencias que trascienden lo econ¨®mico y alcanzan aspectos sociol¨®gicos, urban¨ªsticos o medioambientales. El pulso entre las tiendas de proximidad y los centros comerciales remite en definitiva a una pregunta de mayor calado: ?qu¨¦ modelo de sociedad queremos?
Uno de los impactos m¨¢s evidentes de las transformaciones que est¨¢ viviendo el consumo tiene que ver con las relaciones sociales que ha tejido el peque?o comercio en aquellos entornos donde se ha desarrollado. Si la presencia de estas tiendas se debilita se resentir¨ªa su capacidad vertebradora. "Estos establecimientos ejercen de lugar de encuentro. La ruta que se hace desde casa a la tienda sirve para encontrarnos con gente y contribuye a extender el concepto de hogar m¨¢s all¨¢ de la propia vivienda", seg¨²n Paloma G¨®mez Crespo, profesora de Antropolog¨ªa de la Aut¨®noma de Madrid. La prolongaci¨®n de las jornadas de trabajo, el descenso de la natalidad, el aumento de los singles y la incorporaci¨®n de la mujer al mundo laboral, entre otros aspectos, han obligado a buscar alternativas al concepto tradicional de ir de compras. Si a esto se le a?ade la proliferaci¨®n de las grandes superficies y su presi¨®n para que los gobiernos y los ayuntamientos flexibilicen los horarios comerciales, el resultado es una transformaci¨®n en los h¨¢bitos de consumo de los ciudadanos.
"Lo que sucede con el peque?o comercio es un s¨ªntoma de los cambios que se est¨¢n dando en la sociedad. El ideal para m¨ª ser¨ªa poder ir a la compra con un m¨ªnimo de tranquilidad, que no sea ¨²nicamente una mera labor de abastecimiento. No se trata s¨®lo de que los comerciantes se adapten a las nuevas circunstancias, que ya lo hacen, sino de que todos los consumidores reflexionemos acerca de qu¨¦ tipo de vida preferimos", reflexiona G¨®mez Crespo.
El comercio minorista asociado a la vivienda ha perdido importancia en Espa?a por la importaci¨®n de nuevas modas de consumo. En un primer momento llegaron las grandes superficies de alimentaci¨®n, que se situaron en torno a las carreteras radiales y de circunvalaci¨®n de las grandes ciudades. El elemento m¨¢s importante para su desarrollo era la competitividad en precios frente a la te¨®rica menor flexibilidad de los peque?os establecimientos. A finales de los a?os noventa del pasado siglo, a este tipo de establecimientos les tom¨® el relevo el gran centro comercial relacionado con el ocio. Estos ¨²ltimos han tenido un impacto adicional sobre las tiendas de proximidad ya que no s¨®lo compiten a trav¨¦s de precios y variedad sino con el arma del entretenimiento. Es el empaquetado compra-cena-cine.
En un intento por corregir el desequilibrio, el Congreso de los Diputados ha aprobado esta semana, con la oposici¨®n del PP, una disposici¨®n adicional dentro de la Ley de Ordenaci¨®n del Comercio Minorista (Lorcomin) en virtud de la cual en el dise?o de la planificaci¨®n urban¨ªstica, las autoridades competentes tendr¨¢n en cuenta el abastecimiento adecuado de la poblaci¨®n, facilitando la presencia del comercio de proximidad.
"El culpable del menor desarrollo del peque?o comercio en los nuevos barrios no es el urbanismo sino los promotores. Durante los a?os de la burbuja ha primado el uso residencial en detrimento de los locales comerciales al ser estos ¨²ltimos menos rentables", indica Jos¨¦ Mar¨ªa Ezquiaga, profesor de la Escuela T¨¦cnica Superior de Arquitectura de Madrid y experto en urbanismo comercial. En su opini¨®n, la paulatina desaparici¨®n de las tiendas del espacio p¨²blico es "desastrosa". Estos negocios son, seg¨²n este experto, un elemento esencial de la vida de las ciudades. No se puede prescindir de ellos, apunta, porque dotan a los barrios de vitalidad, variedad m¨¢s all¨¢ del monocultivo residencial, y contribuyen, adem¨¢s, a generar una mayor sensaci¨®n de seguridad.
?Qu¨¦ puede hacer el peque?o comercio? "Est¨¢ condenado a una muerte lenta si no reacciona y facilita servicios parecidos a los de los centros comerciales pero con el valor a?adido de la mayor cercan¨ªa. Algunas iniciativas podr¨ªan ser el fomento de sistemas de fidelizaci¨®n como las tarjetas de cr¨¦dito o la agrupaci¨®n en calles comerciales en los nuevos barrios. El objetivo es que el consumidor se pregunte por qu¨¦ necesita ir a un lugar cerrado que simula una calle convencional cuando puede comprar en una avenida de verdad", aconseja Ezquiaga.
En este sentido, uno de los ejemplos de ¨¦xito (o al menos de supervivencia) es el de la Asociaci¨®n de Comerciantes Tri¨¢ngulo Ballesta (Triball). Hace dos a?os pusieron en marcha un plan para convertir una de las zonas m¨¢s degradadas de Madrid en una especie de Soho castizo con la apertura de establecimientos de vanguardia en los que se apuesta por la especializaci¨®n y el dise?o. Desde Triball reconocen que la crisis econ¨®mica les afecta, "como a todos los comerciantes" y como consecuencia de ello los objetivos que se hab¨ªan marcado tardar¨¢n m¨¢s en conseguirse. Sin embargo, sobrevivir¨¢ gracias a la fortaleza de su estrategia, como demuestra el hecho de que en estos dos a?os se han abierto m¨¢s de 60 negocios, se han creado cerca de 120 puestos de trabajo y s¨®lo han echado el cierre cinco establecimientos. "La clave es la ilusi¨®n y la uni¨®n entre los comerciantes. Lo que no sirve es venir a jugar a las tiendas. Hay que tener un proyecto solvente y saber que una tienda tarda casi tres a?os en empezar a ser rentable", explican.
Los cr¨ªticos con los nuevos h¨¢bitos de consumo advierten que el modelo actual es poco sostenible. "El impacto medioambiental de los centros comerciales es tan grande como su ¨¦xito entre los ciudadanos", sostiene Isidro Gonz¨¢lez, de Ecologistas en Acci¨®n. Las grandes superficies, destaca este experto, tienen una repercusi¨®n "bestial" sobre el territorio al reformular los accesos a las ciudades, lo que supone mayores embotellamientos, y al fomentar la especulaci¨®n, dedicando terrenos no urbanizables con ciertas cualidades ecol¨®gicas para nuevos centros. "Pero lo m¨¢s grave es la modificaci¨®n de los h¨¢bitos de compra. Cuando una familia se desplaza a una gran superficie usa el coche, con las consiguientes emisiones contaminantes, que se podr¨ªan evitar yendo a pie a las tiendas de proximidad", apunta Gonz¨¢lez.
A diferencia de los nuevos desarrollos urban¨ªsticos en el extrarradio, en las ciudades el peque?o comercio sigue prevaleciendo. A su favor juega que el centro urbano es un elemento de atracci¨®n para los ciudadanos, favorecido adem¨¢s por la mayor oferta de transporte p¨²blico que re¨²nen estos distritos. Sin embargo, basta darse una vuelta por cualquier zona comercial para observar cada vez m¨¢s carteles de "se vende".
Uno de los colectivos m¨¢s perjudicados por esta situaci¨®n es el de los ancianos. "Una sociedad m¨¢s vieja necesita m¨¢s comercios a pie de calle. Para las personas mayores es importante tener esas tiendas de proximidad, ya no s¨®lo por sus problemas de movilidad, sino por su necesidad de conservar cierta vida social", argumenta Paloma G¨®mez Crespo. Esta antrop¨®loga destaca que es cada vez m¨¢s com¨²n ver a ancianos en tiendas regentadas por inmigrantes, una tendencia que en su opini¨®n aumentar¨¢. "El relevo generacional es un aspecto muy importante para los peque?os comercios, muchos de los cuales son negocios familiares. Esta actividad ya no resulta tan atractiva para las nuevas generaciones porque requiere dedicarle muchas horas de trabajo. Como sucede en otros sectores, all¨ª donde los espa?oles dejan de cubrir una actividad se va abriendo hueco la poblaci¨®n inmigrante, algo que, por otra parte, es muy enriquecedor", explica.
El peque?o comercio aglutina a 650.000 establecimientos en Espa?a y da empleo a m¨¢s de tres millones de personas. Miguel ?ngel Fraile, secretario general de la Confederaci¨®n Espa?ola de Comercio, niega que el sector est¨¦ en declive y asegura que tiene grandes fortalezas que se est¨¢n acentuando con la crisis como son su capacidad de adaptaci¨®n a las necesidades del consumidor o la calidad de su servicio.
"Las grandes compa?¨ªas de distribuci¨®n han crecido mucho, pero el 80% del consumo familiar de los espa?oles se sigue haciendo en el peque?o y mediano comercio", se?ala Fraile. El representante de la patronal mayoritaria del comercio pide que el caso de Madrid no se extrapole al resto de Espa?a. "En cualquier pueblo o capital de provincia puedes entrar por una punta y salir por la otra y no ver m¨¢s que comercios especializados. En Madrid, en cambio, tanto la Comunidad como el Ayuntamiento han apostado por un modelo expansivo de crecimiento".
Esta visi¨®n optimista de la salud del comercio minorista no es compartida por la ATA. Lorenzo Amor, presidente de la Asociaci¨®n de Trabajadores Aut¨®nomos, denuncia que en el ¨²ltimo a?o han desaparecido 40.000 comercios tradicionales en Espa?a, cifra que se eleva a 55.000 si se cuentan bares y restaurantes. Amor augura que 2010 ser¨¢ otro a?o muy complicado para el sector. "El aumento del paro significa menos consumo. A ello hay que a?adir los problemas de los comerciantes para acceder a un cr¨¦dito. Una tienda sin cr¨¦dito es como un coche sin gasolina", explica. Si las cosas no cambian, desde ATA calculan que cuando finalice 2010 la recesi¨®n se habr¨¢ llevado por delante a 100.000 establecimientos.
Por su parte, las empresas agrupadas en la Asociaci¨®n Nacional de Grandes Empresas de Distribuci¨®n (Anged) dan empleo directo a m¨¢s de 260.000 trabajadores y facturan m¨¢s de 40.000 millones de euros. "El debate no debe centrarse en el tama?o del comercio, porque el consumidor tampoco lo hace. El consumidor de hoy es multiformato y compra en un comercio u otro en funci¨®n del producto, de la calidad o de d¨®nde est¨¢ ubicado", comenta Javier Mill¨¢n-Astray, director general de Anged. "El debate debe plantearse en t¨¦rminos de eficiencia, porque esto es lo que configura comercios competitivos. El d¨ªa a d¨ªa nos demuestra que, si son eficientes, ambos formatos no s¨®lo no son incompatibles, sino que se complementan y se necesitan". Desde Anged apoyan la libertad de los ciudadanos de hacer sus compras en el formato que mejor les parezca. "No creo que la funci¨®n de las Administraciones p¨²blicas sea la de decir al consumidor d¨®nde, qu¨¦ o cu¨¢ndo debe comprar", advierte Mill¨¢n-Astray.
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