El legado de Uriarte
Las modulaciones que Juan Mar¨ªa Uriarte (Fruiz, Vizcaya, 1933) ha introducido en sus nueve a?os de mandato sobre el legado de su antecesor, Jos¨¦ Mar¨ªa Seti¨¦n, no han sido suficientes para que el Vaticano atendiera sus deseos de buscar un sucesor aceptable por las estructuras eclesiales de la di¨®cesis. Tras su etapa en Zamora, Uriarte asumi¨® con naturalidad el papel de l¨ªder de la Iglesia vasca que dej¨® vacante Seti¨¦n y, en el ¨¢mbito diocesano, ha sido continuista con la orientaci¨®n y los equipos heredados. Sin embargo, Uriarte se ha desprendido de la imagen pol¨¦mica y politizada de Seti¨¦n, y, sin abandonar la cercan¨ªa con el nacionalismo, se ha pronunciado de forma n¨ªtida contra la violencia, evitando equidistancias, y mostrado su cercan¨ªa con las v¨ªctimas del terrorismo.
Gracias a esta rectificaci¨®n, a su talante personal m¨¢s c¨¢lido y cercano, y a un discurso m¨¢s centrado en las cuestiones religiosas, Uriarte ha conseguido rebajar las tensiones precedentes y ser aceptado por sectores no nacionalistas que sent¨ªan aversi¨®n por Seti¨¦n. La pastoral conjunta de mayo de 2002, en la que los obispos vascos expresaron una alarma no confirmada sobre las eventuales consecuencias de la ilegalizaci¨®n de Batasuna mediante la Ley de Partidos, fue el episodio pol¨ªtico m¨¢s conflictivo de su etapa en San Sebasti¨¢n. Por lo dem¨¢s, ha sabido navegar sin mayores contratiempos las convulsiones creadas por los planes soberanistas del ex lehendakari Ibarretxe y los avatares del frustrado proceso de paz de 2005-2007.
Sin embargo, no ha podido frenar la acusada secularizaci¨®n sufrida por la sociedad vasca desde los a?os sesenta. El hundimiento de la religiosidad tradicional, acelerado en los ¨²ltimos a?os, ha operado en contra de la identificaci¨®n sociol¨®gica y cultural entre el clero vasco y el nacionalismo que representa de alguna manera Uriarte. Esta circunstancia, seg¨²n algunos observadores, ha sido uno de los factores que han movido al Vaticano a inclinarse hacia las posiciones menos contemplativas del cardenal Rouco, aun a riesgo de abrir una fisura en la comunidad eclesial de Guip¨²zcoa y alejar m¨¢s de la Iglesia a los nacionalistas.
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