Obama da ox¨ªgeno a Copenhague
El presidente acudir¨¢ a la cumbre y ofrecer¨¢ un recorte de emisiones del 17% - Las delegaciones negociar¨¢n un acuerdo pol¨ªtico, pero no un tratado vinculante
Barack Obama participar¨¢, finalmente, en la cumbre de Copenhague sobre el clima y har¨¢ p¨²blico un compromiso de reducci¨®n de emisiones de gases por parte de Estados Unidos a corto, medio y largo plazo, seg¨²n anunciaron ayer fuentes del Gobierno norteamericano. Pero, con toda probabilidad, su presencia no se ver¨¢ respaldada por una legislaci¨®n del Congreso norteamericano que le permita asumir acuerdos legalmente vinculantes.
Obama estar¨¢ en Copenhague el d¨ªa 9, al comienzo de una cumbre que durar¨¢ 12 d¨ªas y antes de la llegada de la mayor¨ªa de los otros 60 jefes de Estado y de Gobierno que han anunciado su participaci¨®n en la conferencia. La elecci¨®n de esa fecha est¨¢ plenamente relacionada con el hecho de que un d¨ªa despu¨¦s el presidente estadounidense estar¨¢ en Oslo para recibir el Premio Nobel de la Paz. La Casa Blanca ha considerado inconveniente que Obama eluda una visita a la reuni¨®n sobre el clima estando a menos de 500 kil¨®metros de distancia de la capital danesa.
La presencia de Obama puede animar a reticentes como Hu Jintao
Un pacto servir¨ªa al presidente para presionar al Congreso a actuar
Su participaci¨®n en la cumbre representa, no obstante, un cierto bal¨®n de ox¨ªgeno para esa trascendental cita y podr¨ªa estimular a otros l¨ªderes reticentes, especialmente el presidente de China, Hu Jintao, a seguir los mismos pasos.
"Creo que la participaci¨®n de Obama puede resultar decisiva", declar¨® ayer en una teleconferencia desde Bonn el secretario ejecutivo de la conferencia, Yvo de Boer. "El mundo est¨¢ observando atentamente lo que Estados Unidos pueda hacer en este asunto, tanto por s¨ª mismo como con ayudas a los pa¨ªses en desarrollo".
La verdad es que, adem¨¢s de su presencia y de la exposici¨®n de sus objetivos, no es mucho lo que Obama puede hacer en estos momentos para que Copenhague culmine con ¨¦xito el objetivo con el que se convoc¨®: la redacci¨®n de un tratado internacional legalmente vinculante que sustituya a los acuerdos de Kioto.
Obama acudir¨¢ a la cumbre sin el instrumento que ¨¦l mismo hab¨ªa exigido como condici¨®n para firmar un tratado de esas caracter¨ªsticas: una ley para la reducci¨®n de la emisi¨®n de gases en Estados Unidos. El presidente norteamericano no quiere repetir la experiencia de Bill Clinton, cuyo respaldo a Kioto nunca fue ratificado por el Congreso.
Las posibilidades de que el Congreso estadounidense apruebe una legislaci¨®n sobre el cambio clim¨¢tico previa a la conferencia de la ONU siguen siendo las mismas que antes de que se conociera el viaje de Obama, es decir, casi nulas.
En su defecto, el presidente norteamericano se limitar¨¢ a exponer los objetivos recogidos en el proyecto de ley que fue aprobado en junio por la C¨¢mara de Representantes y que reposa desde entonces en un caj¨®n del Senado.
Esos objetivos son: la reducci¨®n para 2020 del 17% de las emisiones con respecto a los niveles de 2005, una reducci¨®n del 30% para 2025, un 42% para 2030 y un 83% para 2050.
Esas metas representan un enorme avance si se comparan con la situaci¨®n en la que Estados Unidos se encontraba hace apenas dos a?os, cuando ni siquiera reconoc¨ªa la responsabilidad del desarrollo humano en el cambio clim¨¢tico.
El principal inconveniente para el progreso de Estados Unidos en esta materia no es, sin embargo, el punto de vista de Europa, sino la actitud de los grandes pa¨ªses emergentes con los que actualmente compite la econom¨ªa norteamericana, como Brasil, India, Indonesia y, particularmente, China.
Es dif¨ªcil que el Congreso estadounidense adopte medidas audaces para la reducci¨®n de emisiones si esas medidas no van acompasadas por otras en Pek¨ªn. Obama ha tratado en las ¨²ltimas semanas de allanar el terreno para ello, pero con un ¨¦xito muy relativo.
En su reciente visita a China, Obama consigui¨® que los dos pa¨ªses expusieran de forma conjunta su preocupaci¨®n por el cambio clim¨¢tico y su voluntad de negociar instrumentos para combatirlo. Pero no alcanz¨®, al menos p¨²blicamente, acuerdos concretos para salvar Copenhague.
De hecho, unos d¨ªas antes, durante la presencia de Obama y Hu en la cumbre de la Asociaci¨®n Asia-Pac¨ªfico en Singapur, todos los participantes en ese evento comunicaron al primer ministro dan¨¦s, Lars Lokke Rasmussen, que ser¨ªa imposible conseguir un tratado legalmente vinculante en la conferencia de la ONU.
En su lugar y para sacar adelante en lo posible la reuni¨®n, las delegaciones -incluidos Estados Unidos y China- negocian ahora un acuerdo de car¨¢cter pol¨ªtico, un compromiso para seguir discutiendo sobre un texto legal con vistas a la siguiente conferencia del clima, prevista para el pr¨®ximo a?o en M¨¦xico.
Un compromiso as¨ª, que podr¨ªa verse facilitado por la presencia de Obama en Copenhague, le servir¨ªa al presidente norteamericano para presionar al Congreso a actuar. En ¨²ltima instancia, no obstante, ser¨ªa necesario llegar a un acuerdo con China para que la promesa de reducci¨®n de emisiones llegara a ser una realidad.
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