Faltan ¨¢rbitros para tanta pareja rota
Los puntos de encuentro protegen a los hijos frente al conflicto de sus padres - Pero muchos centros no dan abasto y operan en el vac¨ªo legal
Una chica abre la puerta y entran dos ni?os acompa?ados por su madre. El mayor no llega a los 12 a?os, pero sus caras de pillos ocultan vivencias impropias de su edad. Enfundados en sendos ch¨¢ndales, cruzan la entrada y se sientan frente a una mesa redonda en lo que podr¨ªa ser la cocina de una casa familiar. Pero no lo es. Su madre les da un beso y sale de la casa justo cinco minutos antes de que el padre llame al timbre. No se cruzan por los pelos, todo est¨¢ estudiado. Los mismos ni?os corren a la entrada y saltan a abrazar a su padre. Es viernes por la tarde y tienen un fin de semana antes de que se repita la operaci¨®n. Est¨¢n en un Punto de Encuentro Familiar (PEF).
Estos centros nacen de una constataci¨®n: hay muchas parejas rotas que no pueden ni verse. Ni siquiera para asuntos relacionados con sus hijos. Detr¨¢s hay malos tratos, denuncias falsas, adicciones, incumplimiento de mandatos judiciales, enfermedades mentales o procesos de divorcio complejos. En estas situaciones, los jueces pueden decidir que las visitas se hagan en estos locales, territorios neutrales cuyo fin es ofrecer un arbitraje en forma de asesor¨ªa. Pero el n¨²mero de casos aumenta r¨¢pido y no as¨ª el n¨²mero de centros, hasta el punto de que en algunos hay largas listas de espera. Carecen, salvo en alguna comunidad aut¨®noma, de una regulaci¨®n que de cobertura a sus actividades y concrete el papel de los mediadores y sus l¨ªmites, que se encuentran tambi¨¦n en cuesti¨®n.
Los espacios de reuni¨®n funcionan desde 1996. Hoy hay 120 en Espa?a
Las solicitudes de acceso crecen alrededor de un 30% al a?o
"Acudir al punto es la ¨²nica manera de ver a mi ni?a", dice Vicente
"La dificultad es ser imparcial frente a los padres", confiesa un trabajador
La complejidad de las situaciones se mezcla con la difusa regulaci¨®n de los centros (hay unos 120 en toda Espa?a, seg¨²n estimaciones del Ministerio de Sanidad y Pol¨ªtica Social), que funcionan desde hace algo m¨¢s de una d¨¦cada y cuya actividad es bastante controvertida. Grupos de madres y asociaciones de padres separados han criticado los PEF por saturaci¨®n, por ineficacia e incluso por maltrato psicol¨®gico, con quejas y denuncias por la actuaci¨®n de los profesionales.
Mercedes Garc¨ªa-Vilanova Comas, secretaria general de la Confederaci¨®n Espa?ola de Puntos de Encuentro Familiar, opina que los principales problemas son la saturaci¨®n y la falta de financiaci¨®n. En cuanto al primero, asegura que los casos aumentan un 30% anualmente y no as¨ª los recursos. "Falta financiaci¨®n y faltan espacios, que no aumentan al ritmo de las necesidades", se queja. La saturaci¨®n, seg¨²n los expertos, afecta a muchas de las grandes ciudades, entre ellas, Madrid y Valencia. Faltan recursos humanos, f¨ªsicos y econ¨®micos. "Adem¨¢s, los fondos para los PEF dependen de las subvenciones y no de los ¨®rganos ante los que responden", afirma Trinidad Bernal, doctora en Psicolog¨ªa y directora del Programa de Mediaci¨®n Familiar Atyme. En este sentido, un experto que prefiere no identificarse reclama "m¨¢s implicaci¨®n del Ministerio de Justicia, porque los PEF son un recurso para el juzgado y deber¨ªan tener una mayor relaci¨®n, pero se nota cierta dejadez que se proyecta a los jueces".
Marisa Sacrist¨¢n, directora de Aprome (Asociaci¨®n para la protecci¨®n del menor en los procesos de separaci¨®n de sus progenitores), considera que para abordar los problemas de los PEF es clave una legislaci¨®n com¨²n. Sacrist¨¢n particip¨® en la elaboraci¨®n del Documento marco de m¨ªnimos para asegurar la calidad de los puntos de encuentro familiar, que aprob¨® el Gobierno a finales de 2008. "Fue un reconocimiento, pero ante los usuarios y en relaci¨®n con la Administraci¨®n de Justicia, a¨²n queda mucho por hacer".
De la falta de normativa deriva una situaci¨®n dif¨ªcil para los profesionales, sin competencias definidas y con poca capacidad de actuaci¨®n. La teor¨ªa dice que las funciones de los trabajadores son muy claras: apoyar el cumplimiento de las visitas, realizar intervenciones de car¨¢cter psicosocial y de negociaci¨®n y mediaci¨®n, cuando las partes est¨¦n de acuerdo. Tambi¨¦n deben registrar y documentar las actividades e incidencias por si el juzgado lo requiere. Pero la pr¨¢ctica es m¨¢s complicada, sobre todo sin un respaldo legal concreto.
La andadura de los PEF comienza en 1994, cuando a Sacrist¨¢n se le ocurri¨® la posibilidad de establecer un sitio neutral para garantizar las visitas a los hijos de parejas con problemas en su separaci¨®n. Dos a?os despu¨¦s, un juzgado remiti¨® el primer caso a un piso de Valladolid, que ya guarda m¨¢s de 1.300 expedientes. Naci¨® Aprome y Sacrist¨¢n coordina ya 24 centros que han atendido a m¨¢s de 10.000 familias.
De titularidad p¨²blica pero gesti¨®n privada, los PEF dependen de las comunidades o ayuntamientos y son gestionados por asociaciones y ONG. La mayor¨ªa est¨¢n agrupadas en Fedepe (Federaci¨®n Estatal de Puntos de Encuentro Familiar) y Cepef. Garc¨ªa-Vilanova hace balance de una d¨¦cada de trabajo: "Se han conseguido muchos objetivos, sobre todo a la hora de aclarar las funciones". Coincide Sacrist¨¢n: "Al principio ten¨ªamos que improvisar los m¨¦todos de trabajo, solucion¨¢bamos los problemas conforme surg¨ªan". Pese a los avances, s¨®lo la Comunidad Valenciana ha aprobado una ley de PEF y otras (Asturias, La Rioja, Pa¨ªs Vasco, Galicia, Castilla-La Mancha, Canarias, Castilla y Le¨®n y Extremadura) los han incluido en otras normativas de apoyo a las familias. Pero cada una a su manera y sin conexi¨®n interterritorial.
En medio del bullicio de un viernes, Sacrist¨¢n asegura sonriendo que no le sorprende que las situaciones de las ex parejas sean tan diferentes seg¨²n quien las cuente. Antes de empezar las visitas, las partes van por separado a contar su historia. O m¨¢s bien sus historias: "No me dejaba ver a los ni?os" es igual a "no cumpl¨ªa el r¨¦gimen de visitas". "Estaba muy dolida por la ruptura" es igual a "se drogaba y era incapaz de llevar una vida normal". ?ste es el complejo punto de partida para el equipo de trabajo, que deben formar psic¨®logos, trabajadores sociales y educadores. Pero la falta de regulaci¨®n hace no sea as¨ª en todos los puntos.
En el piso de Valladolid el ritmo es fren¨¦tico. "No te imaginas lo que es aqu¨ª un domingo a las ocho de la tarde", dice una de las trabajadoras. Ellas se las apa?an, y hacen virguer¨ªas, para conseguir que el rompecabezas encaje. Abrir y cerrar de puertas, controlar que cada uno est¨¦ donde debe, estar atentas a la ventana y conservar la sonrisa. "Son muy maternales, muy infantiles", dice un padre, "y est¨¢n pendientes de los ni?os por encima de todo".
La buena voluntad de los trabajadores se pierde a veces en la indefinici¨®n. Bernal afirma que "los PEF no est¨¢n bien ubicados porque est¨¢n llevados por entidades, normalmente, ONG, que dependen de consejer¨ªas de Asuntos Sociales y que a su vez tienen que rendir cuentas ante el Ministerio de Justicia; habr¨ªa que clarificar su situaci¨®n para aprovechar las ventajas", indica la psic¨®loga. Y a?ade que existe "cierta sensaci¨®n de indefensi¨®n entre los profesionales, que no saben qu¨¦ pueden hacer y a qui¨¦n tienen que responder en cada caso". Garc¨ªa-Villanova recuerda, por ejemplo, un petici¨®n reciente en Catalu?a sobre PEF "sin abogado, algo que no tiene sentido cuando estamos hablando de este recurso".
Viendo el trabajo diario de estos centros queda claro que son situaciones dif¨ªciles, en las que es complejo separar funciones y competencias; los mismos profesionales convienen que se van adaptando a las situaciones pr¨¢cticamente a medida que suceden. A las trabajadoras del punto de encuentro de Valladolid les preocupa la necesidad de ser neutrales: "La dificultad es ser imparciales frente a los padres, por su actitud. Los ni?os suelen ser los primeros en confiar en nosotros". Tambi¨¦n reconocen que es imposible no implicarse. Cuentan con un sentimiento de tristeza al ver "una pareja embarazada que viene a informarse", o "la ¨²ltima visita de un progenitor al que le han quitado la custodia en beneficio de una familia de acogida".
En los PEF se dan tres tipos de encuentros: entregas y recogidas, visitas tuteladas y no tuteladas. Seg¨²n la ¨²ltima memoria publicada de Cepef, de 2007, el 62% de las visitas fueron entregas y recogidas; casi el 30% fueron encuentros tutelados y el resto, visitas no tuteladas. Ese 30% engloba aquellas en las que una de las partes tiene una denuncia, orden de alejamiento o enfermedad que le impide estar a solas con sus hijos. Es el caso de Vicente, en la cuarentena y con cuatro denuncias de su ex mujer a la espalda por malos tratos, tres resueltas a su favor y una en curso. Su hija, de siete a?os, lleva tres vi¨¦ndole en el piso de Valladolid. "Aprome ha garantizado que yo viese a mi hija estos tres a?os; son observadores, testigos si mi ex mujer no viene y base para poner una denuncia en la comisar¨ªa", explica satisfecho (para preservar su intimidad, ni ¨¦ste ni los dem¨¢s nombres de usuarios son reales).
Los tres a?os de Vicente pueden o no estar justificados, pero se trata de una de las causas que contribuyen a la saturaci¨®n y falta de operatividad de los PEF. En teor¨ªa, son servicios temporales pero en muchos casos las familias se acomodan y pasan a?os en los PEF. "Esto resta much¨ªsima operatividad a los centros". De hecho, es algo que preocupa mucho y el mes pasado, durante un encuentro de jueces y abogados de familia, se decidi¨® llevar la recomendaci¨®n a los jueces que deriven a un punto para que lo hagan por un plazo de un a?o prorrogable, pero siempre que el PEF lo justifique. Ahora no se establecen plazos en la mayor¨ªa de los casos.
Pedro ha hecho 200 kil¨®metros para ir al piso de Valladolid a por su peque?a, de seis a?os, que tuvo con una brasile?a. "Estuve seis meses sin verla, sin saber siquiera d¨®nde estaba, y al final tuve que optar por esto porque es la ¨²nica manera de poder ver a mi ni?a". Se molesta porque la madre llega tarde e insiste en que se le pasa la hora del parqu¨ªmetro. Puede sorprender que sea esto lo que le irrite, pero las trabajadoras aclaran que este tipo de preocupaciones y discusiones no son extra?as. "Ni te imaginas la que se puede liar por un corte de pelo o un pantal¨®n sucio", dicen, "es incre¨ªble que parejas que est¨¢n pasando por esto se centren en ese tipo de detalles".
La incapacidad de actuaci¨®n de los PEF se refleja en el caso de la joven Sara, que aparece con sus peque?os de nueve y cinco a?os. Fue v¨ªctima de malos tratos; ya no hay orden de alejamiento, pero viene al PEF porque se pone "mala s¨®lo con verle". Dice que tiene que enga?ar a los cr¨ªos para que se vayan con el padre. "Nos ponemos a jugar y yo me retiro sin que se den cuenta". Est¨¢ contenta con el trabajo del PEF, "bastante hacen, pero es muy complicado; las sentencias a veces son ambiguas".
Pese a las carencias, los PEF tambi¨¦n son testigos de historias felices. Como la de Paco, que viaja desde Galicia y espera inquieto a sus peque?os. Lo hace en la entrada, porque despu¨¦s de cuatro a?os ha conseguido que la relaci¨®n con su ex mujer se normalice e incluso est¨¦n juntos en el intercambio de los ni?os. Al principio, s¨®lo pod¨ªa verlos en visitas no tuteladas, "llegaba a Valladolid, sin casa, en invierno, y al final nos qued¨¢bamos en el punto". Esta pareja ejemplifica perfectamente lo que quieren ser los puntos de encuentro. Pronto no lo necesitar¨¢n. Sara les mira desde el pasillo y suspira: "Qu¨¦ envidia".
"Puse en riesgo a mi hija"
Son muchas las p¨¢ginas de Internet que recogen los testimonios de personas desencantadas o muy molestas con los puntos de encuentro familiar. La mayor¨ªa, madres con la custodia que se han sentido desfavorecidas o incluso maltratadas en estos centros, los cuales, por su parte, defienden que hacen todo lo que est¨¢ en su mano desde la imparcialidad. Pero sus historias son estremecedoras y algunos casos han terminado con sentencias a su favor.
Luisa, de la Comunidad Valenciana, es una de ellas: "Me divorci¨¦ por malos tratos. ?l estuvo dos a?os sin ver a la ni?a y fui yo la que ped¨ª que fu¨¦ramos a un punto de encuentro", relata por tel¨¦fono. Asegura que su matrimonio fue horrible: "?l beb¨ªa mucho y me pegaba, aunque a veces era un ¨¢ngel". Con todo, mantiene que nunca le habl¨® mal del padre a la ni?a, pero que la peque?a presenci¨® los malos tratos y desde entonces no ha querido estar a solas con ¨¦l. "Despu¨¦s de un tiempo de visitas tuteladas, en el punto nos dijeron que ya se la pod¨ªa llevar a la calle, pero ella se neg¨®. Hice un escrito a la Fiscal¨ªa y me dieron la raz¨®n, nos cambiaron a otro PEF y volvimos a tener las visitas tuteladas". Ahora, Luisa dice que tiene miedo y siente que en el primer PEF no se centraron en garantizar la integridad de su hija. "Haber solicitado el PEF me ha hecho poner en riesgo a mi hija, cuando pensaba que se iban a quedar solos no me perdonaba haberla llevado all¨ª".
Otro de los puntos m¨¢s pol¨¦micos y clave en la lucha de estas madres es el llamado SAP (s¨ªndrome de alienaci¨®n parental), un trastorno no reconocido por la OMS que se refiere a la manipulaci¨®n que el progenitor custodio puede ejercer sobre los hijos en contra del otro progenitor. Sacrist¨¢n y Garc¨ªa-Vilanova coinciden en que, independientemente de que sea un trastorno, se da. "No creo que en muchos casos sea consciente", dice Garc¨ªa-Vilanova, "pero lo que s¨ª es cierto es que se manipula a los ni?os, a veces mucho, hasta llegar a tener que cambiar el juez la custodia".
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