El inter¨¦s vence al amor
Olv¨ªdense de esos fant¨¢sticos goldonis con los que Giorgio Strehler edific¨® la imagen de marca del Piccolo Teatro de Mil¨¢n en el extranjero. Esta Trilog¨ªa del veraneo, coproducida por la compa?¨ªa milanesa con Teatri Uniti y dirigida por el napolitano Toni Servillo, tiene un car¨¢cter m¨¢s liviano y carnal, y un aroma sure?o. Sus int¨¦rpretes hablan prest¨ªsimo, pis¨¢ndose casi los pies unos a otros, como los actores porte?os: a los argentinos les dimos nuestra lengua, pero los italianos les contagiaron su musicalidad.
Contra lo que su t¨ªtulo sugiere, esta trilog¨ªa es un drama con ribetes c¨®micos: con s¨®lo un par de vueltas de tuerca podr¨ªa ser el asunto de una tragedia. Su protagonista es una burgues¨ªa empe?ada hasta las cejas, que modela su vida afectiva en funci¨®n de intereses econ¨®micos. Esa familia que se embarca en un veraneo eterno y costos¨ªsimo, gravado por la presencia de invitados par¨¢sitos y tragaldabas, nos hace pensar en las parejas j¨®venes de hoy que se hipotecaron hasta las cejas para pagar una casa que no vale su peso en ladrillos, y en los tasadores y agentes de la propiedad que elevaron su precio artificialmente, mientras se embolsaban su parte.
TRILOG?A DEL VERANEO
Autor: Carlo Goldoni. Luz: Pasquale Mari. Vestuario: Ortensia De Francesco. Escenograf¨ªa: Carlo Sala. Adaptaci¨®n y direcci¨®n: Toni Servillo. Producci¨®n: Teatri Uniti / Piccolo Teatro de Mil¨¢n. Madrid. Teatros del Canal. Hasta el 29 de noviembre.
Contra lo que su t¨ªtulo sugiere, la trilog¨ªa es un drama con ribetes c¨®micos
El espect¨¢culo, de m¨¢s de tres horas, se pasa volando
Goldoni contrapone las figuras de Filippo, viejo patriarca ahorrador que lleva en el campo la misma ropa de hace 20 a?os, y de su hija Giacinta, a quien la vida le parece inimaginable si no va vestida al ¨²ltimo grito.
La agitaci¨®n del veraneo, primera pieza de la trilog¨ªa, es un vodevil movido por Servillo con gracia napolitana y limpieza milanesa. En ella se va alzando poco a poco la figura proteica de Anna della Rosa (Giacinta), al principio algo monocorde y luego un prodigio de gracia y de car¨¢cter. Es acierto de la direcci¨®n no mostrar de entrada las bondades de esta actriz. Giacinta, uno de los grandes personajes femeninos del teatro dieciochesco, se promete con un hombre y se va de veraneo con otro: "Si quer¨¦is mi mano, est¨¢ lista. Si dese¨¢is mi coraz¨®n, tendr¨¦is que gan¨¢roslo", le espeta al pobre Leonardo delante de todos, tras quitarle la palabra cuatro veces. "No me casar¨ªa con ella ni por todo el oro del mundo", dice, aparte, Fulgencio, cruce de celestino y de intermediario financiero.
Servillo sirve los efectos c¨®micos urdidos por Goldoni sin subrayarlos, con la naturalidad del suceso cotidiano. En Las aventuras del veraneo, segunda parte de la trilog¨ªa, mientras sus se?ores duermen durante un amanecer campestre los criados tienen su minuto de gloria, prematuramente interrumpido por Giacinta, que no puede pegar ojo, porque se ha enamorado de Guglielmo (Tommaso Ragno). Ella, que se cre¨ªa incapaz de cualquier pasi¨®n, se ve ahora desbordada.
El di¨¢logo entre Anna della Rosa, contralto, y Ragno, bajo, es un d¨²o oper¨ªstico sin m¨²sica, y las cuatro partidas de cartas simult¨¢neas que se juegan a continuaci¨®n, cada una en su mesa, son un cuarteto de cuerda perfectamente afinado, donde Tognino (Marco d'Amore) da la nota alegre, disonante y bufa. Es esta segunda la parte m¨¢s recortada respecto del original, pero tambi¨¦n la m¨¢s luminosa, abierta y divertida.
La tercera se abre con un mon¨®logo acre de Giacinta, propio de una mujer del siglo XXI. Lo resumo: ella le dio el s¨ª a Leonardo sin estar enamorada, creyendo que acabar¨ªa acomod¨¢ndose a ¨¦l, pero ahora que conoce a Guglielmo, se conoce mejor a s¨ª misma. ?Qu¨¦ bien lo dice esta actriz, que aborda los momentos cumbres con la misma naturalidad que las escenas de paso! Servillo hace que el tr¨ªo se entrecruce en la oscuridad de un bosque de Arden shakespeariano, hasta llegar a un encuentro a tres que ella resuelve autoinmol¨¢ndose afectivamente. En el universo de Goldoni, todo es conveniencia, pero todo est¨¢ tambi¨¦n a punto de dar un giro en cualquier instante. Tanto es as¨ª que Leonardo llega a plantearse dejar el campo libre a su rival.
La interpretaci¨®n de La trilog¨ªa del veraneo es pareja, dentro de un nivel muy alto, en el que cabe destacar el Filippo acomodaticio y veleta de Paolo Graziosi, el Guglielmo desganado y rebasado por las circunstancias de Tommaso Ragno, la criada polvorilla de Chiara Baffi, la enamorada crepuscular de Betti Pedrazzi, el hu¨¦sped descarnadamente parasitario del propio Servillo, el Leonardo superado por las circunstancias de Andrea Renzi y la introspecci¨®n explosiva de Della Rosa, aut¨¦ntico eje dram¨¢tico de la pieza.
Hay escenas donde la tensi¨®n baja y defectos disculpables en un espect¨¢culo de m¨¢s de tres horas que se pasa volando y con la atenci¨®n permanentemente comprometida por este equipo extraordinario. La escenograf¨ªa de Carlo Sala es funcional y limpia, el vestuario de Orensia de Francesco sugerente donde debe serlo y al servicio del espect¨¢culo en el resto. La luz de Pasquale Mari concilia sol y sombra.
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