Los intrusos
Tareq Salahi y su esposa, Michaele, se colaron el martes en la fiesta que el presidente Barack Obama organiz¨® en honor de Manmohan Singh, el primer ministro indio, que se encontraba de visita oficial en Estados Unidos. No estaban invitados, pero no s¨®lo consiguieron entrar, sino tambi¨¦n fotografiarse con el vicepresidente Joe Biden para colgar de inmediato la foto en Facebook. La pareja podr¨ªa ser acusada de allanamiento de morada, salvo que alg¨²n miembro de la Casa Blanca los hubiera dejado pasar. Sea como sea, el servicio secreto del presidente m¨¢s poderoso del mundo ha hecho el rid¨ªculo, por mucho que su portavoz asegure que la pareja pas¨® por todas las medidas de control.
Ella, rubia y delgada y con esas dentadura que despide chispas cuando es iluminada por los focos, fue a la fiesta vestida con un sari de colores rojos y dorados. Ha sido modelo y animadora, y sabe moverse y posar. ?l fue jugador de polo y su familia es millonaria. De hecho, anda en disputas con su madre por el control de unos vi?edos en Virginia. El conflicto ha dado de s¨ª: el se?or Salahi acus¨® al abogado de la otra parte de haberle propinado un golpe y la pelea se reflej¨® puntualmente en las revistas de coraz¨®n.
Cosas de ricos con vocaci¨®n de famosos. La pareja anda como loca por participar en un programa de telerrealidad. Trata de lo que hacen d¨ªa a d¨ªa las mujeres ricas, de sus complicaciones y problemas, y se llama Las amas de casa reales de Washington. Una oportunidad magn¨ªfica para que los Salahi publiciten sus verdaderas ocupaciones: organizar bailes de caridad, actos pol¨ªticos para recaudar fondos y espect¨¢culos de moda y el polo.
No hay que negarles talento. Se colaron en la fiesta en honor del primer ministro indio, pero tambi¨¦n hay fotos suyas en el recinto de cristal blindado donde se refugi¨® la familia Obama en los escalones del Capitolio cuando se inaugur¨® la presidencia. Esperemos que ninguna de nuestras parejas televisivas recoja el guante y se le ocurra colarse en uno de nuestros ¨¢gapes oficiales. No es cuesti¨®n de dar ideas, pero nadie aqu¨ª ha puesto a prueba todav¨ªa los controles de seguridad, como ha ocurrido ya en Buckingham Palace y en la Casa Blanca.
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