Esos saberes irrelevantes
En alg¨²n lugar vi la noticia, un breve, una curiosidad, una an¨¦cdota sin importancia. Lament¨¦ que fuera tan escueta, me habr¨ªa gustado conocer m¨¢s detalles del asunto, no tan balad¨ª para m¨ª como para quienes lo recogieron. Al parecer, una joven espa?ola, aspirante a ganar el certamen "Reina Hispanoamericana 2009", al pregunt¨¢rsele por el a?o en que Col¨®n descubri¨® Am¨¦rica, contest¨® que "en 1780". Da curiosidad saber por qu¨¦ diablos eligi¨® esa fecha disparatada, en vez de responder "No lo s¨¦", que habr¨ªa resultado m¨¢s disculpable. ?Por qu¨¦ 1780? ?C¨®mo creer¨¢ la joven que era el mundo en ese a?o? ?Sabr¨¢ que pertenece al siglo XVIII o ni siquiera le habr¨¢n ense?ado c¨®mo calcular los siglos? ?Sabr¨¢ lo que es un siglo? Si hubiera dicho "1789", podr¨ªamos pensar que se confundi¨® de fecha c¨¦lebre. Pero, ?1780? En verdad un arcano. La noticia a?ad¨ªa algo, quiz¨¢ m¨¢s sintom¨¢tico y revelador todav¨ªa: se conoce que a la muchacha le quisieron sacar los colores por su metedura de pata en un programa de TVE, pero ella se defendi¨® con desparpajo y afirm¨®: "Es irrelevante saber eso".
"Es la clase de ser que abunda m¨¢s en nuestra sociedad intelectualmente rudimentaria"
Es f¨¢cil no conceder importancia a la cosa y consolarse con la asentada idea de que todas las misses y aspirantes a tales son ignorantes por definici¨®n y tontas de baba. Sus grititos, sus llantos y sus obviedades han sido parodiados hasta la saciedad en pel¨ªculas y programas de humor. ?Qu¨¦ se puede esperar de una miss? Ya se sabe. Pero la joven en cuesti¨®n era probablemente una chica normal hasta hace cuatro d¨ªas. Habr¨¢ ido al colegio como cualquiera, y qui¨¦n sabe si no habr¨¢ terminado su bachillerato o su ESO o como quiera que se llame ahora. Habr¨¢ llegado a sus dieciocho o veinte a?os con alguna instrucci¨®n, y la prueba es que le viene a la cabeza la palabra "irrelevante", algo que en nuestro tiempo no est¨¢ al alcance de todos. Yo me temo que sus dos respuestas, la de 1780 y la de la irrelevancia, las podr¨ªan haber dado numerosos j¨®venes que nada tuvieran que ver con concursos de belleza y no pocos adultos actuales, entre ellos, sin duda, algunos de los periodistas televisivos que le quisieron sacar los colores, s¨®lo que a ellos no se les hacen esas dif¨ªciles preguntas con c¨¢maras delante.
"Es irrelevante saber eso". En cierto sentido no le falta raz¨®n a la candidata a "Reina", porque lo mismo opinaron, a buen seguro, cuantos profesores tuvo en su vida y los responsables de Educaci¨®n -gubernamentales y auton¨®micos- de las ¨²ltimas dos o tres d¨¦cadas, que han hecho todo lo posible por convertir a Espa?a en una sociedad de iletrados, de ignorantes ufanos de su ignorancia, de primitivos duchos en tecnolog¨ªa; as¨ª como un buen n¨²mero de progenitores, que se han dedicado a exigir a los docentes que ense?en a sus v¨¢stagos "cosas pr¨¢cticas", que les sirvan para ganarse la vida en el futuro, y no pierdan el tiempo con lo "irrelevante". ?Sirve de algo el lat¨ªn, una lengua cad¨¢ver? ?Sirven las matem¨¢ticas, cuando tenemos calculadoras que nos dan el resultado de cualquier operaci¨®n en el acto? ?Sirven la gram¨¢tica, la sintaxis y la ortograf¨ªa, si da lo mismo c¨®mo se hable y se escriba? ?Sirve conocer la historia, si basta con buscar en Internet para averiguar al instante qui¨¦n fue tal personaje o qu¨¦ pas¨® tal a?o? ?Sirve la geograf¨ªa, si cogemos aviones que nos trasladan a cualquier sitio en unas horas y nos trae sin cuidado el trayecto? ?Sirve algo de algo? ?Y qu¨¦ es, pues, "lo pr¨¢ctico"? Tal vez s¨®lo aprender a manejar el ordenador y la calculadora. En realidad, ?para qu¨¦ es necesario ir a la escuela? ?Para tener una idea del mundo, del pasado de la humanidad, de la historia del arte y de las religiones, de la evoluci¨®n de las ciencias, de nuestra anatom¨ªa, de los textos que se han escrito, de la multiplicaci¨®n y la divisi¨®n y la suma y la resta, del c¨ªrculo y el tri¨¢ngulo? Nada de eso es "pr¨¢ctico" ni ayuda a ganarse la vida, no digamos a ser Reina Hispanoamericana. Y sin embargo ...
La educaci¨®n no son s¨®lo conocimientos y datos. Es parte esencial de lo que sol¨ªa llamarse "formaci¨®n", esto es, la conversi¨®n de los individuos en personas, no en seres animalescos que caen en el mundo sin tener noci¨®n de lo que hubo antes que ellos, incapaces de asociar dos hechos, de distinguir entre causa y efecto, de articular dos frases inteligibles, de pensar y razonar, de comprender un texto simple. Esta es la clase de ser que cada d¨ªa abunda m¨¢s en nuestra sociedad intelectualmente rudimentaria. El problema es que, por alg¨²n misterio, a la postre esos seres no resultan "pr¨¢cticos" ni se pueden ganar la vida, la vieja aspiraci¨®n de sus ya embrutecidos padres. No es raro ver en la televisi¨®n a j¨®venes y no tan j¨®venes que dicen en estos tiempos de crisis: "Yo no quiero estudiar, lo que quiero es que me den un trabajo para ganar dinero". A menudo tienen tal pinta de cabestros que me descubro pensando con pena: "Pero, hombre de Dios, ?c¨®mo te va a dar nadie un trabajo si es obvio que no te han ense?ado nada y que a¨²n no sirves ni para pegar un sello? Si yo fuera un empresario, no te contratar¨ªa". Me temo que los que lo sean pensar¨¢n otro tanto: "No necesito a un animal tecnol¨®gico, que sepa darle a las teclas seg¨²n se le ordene, pero sin tener ni idea de lo que hace. No necesito a una persona incompleta. Tr¨¢iganme a alguien civilizado, con conocimientos irrelevantes, de los que permiten desenvolverse en el mundo".
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