El d¨ªa en que las bicis bloquearon a los coches
Un movimiento espont¨¢neo saca a miles de ciclistas a la calle, una vez al mes, desbordando al Ayuntamiento.- EL PA?S recorre Madrid con Bici Cr¨ªtica - Los ciclistas alteran el tr¨¢fico durante dos horas
Un conductor contempla, asombrado, en un cruce de Moncloa, como una inacabable caravana de ciclistas variopintos ocupa la calzada sin dejar paso a los coches. Pasan los minutos. Tipos disfrazados, de traje, con mallas, desfilan sobre dos ruedas. No parece una carrera, ni una manifestaci¨®n. Le cuesta casi una hora llegar a casa.
Otro conductor, llegando a Cibeles, se ve atrapado en un atasco colosal. Piensa que la causa s¨®lo puede ser un accidente muy grave, un incendio o un atentado.
Calle de Alcal¨¢ con Alfonso XII. Los pitidos de los coches traducen el cabreo de varios conductores. Una serpiente de bicicletas les impide avanzar. Unos cuantos de los ciclistas se han plantado en la intersecci¨®n para obligarles a parar. Una chica con rastas les mira muy por encima. Va subida a un aparato tuneado, con el sill¨ªn a metro y medio del suelo. Les grita, burlona: "?Haber venido en bici!".
"Lo m¨¢s importante es que no se disuelva la masa", gritan desde un meg¨¢fono
Las tres escenas ocurrieron un jueves. No fue el mismo d¨ªa, pero s¨ª un d¨ªa concreto. El ¨²ltimo jueves de septiembre, de octubre y de noviembre, respectivamente. Entre las ocho de la tarde y las 10 de la noche. ?sa es la cita mensual en la que centenares o miles de ciclistas se re¨²nen para recorrer el centro de Madrid sin itinerario fijo. Son una masa sin l¨ªder, convocada a trav¨¦s de Internet, que naci¨® hace cinco a?os y que crece sin cesar. Una pesadilla para el Ayuntamiento, que no puede multarlos: no tienen jefes, ni piden permiso. Se desconoce qu¨¦ calles invadir¨¢n, ni cu¨¢ntos aparecer¨¢n. Lo ¨²nico que se sabe es el punto de encuentro: Cibeles, ocho de la tarde, ¨²ltimo jueves del mes.
La quedada se llama Bici Cr¨ªtica y ha registrado un crecimiento notable, sobre todo en el ¨²ltimo a?o, seg¨²n cuentan los ciclistas habituales. Copia una corriente estadounidense de reivindicaci¨®n de la bicicleta como medio de transporte urbano, que, desde 1992, se ha extendido a 350 ciudades en todo el mundo. Es el movimiento ciudadano m¨¢s visible en Madrid y busca imponer su presencia cada mes en la selva de tubos de escape en una ciudad mucho m¨¢s hostil para los veloc¨ªpedos que otras capitales europeas y espa?olas.
El Ayuntamiento reconoce que s¨®lo el 0,14% de los desplazamientos en la ciudad se hacen por este medio no contaminante, silencioso y saludable. Ellos aseguran que son "muchos m¨¢s de lo que dicen las estad¨ªsticas". Un d¨ªa al mes, se convierten en una gran masa con capacidad suficiente para detener a los coches. Aunque la cita es festiva, aspiran a desaparecer. Quieren ser parte del tr¨¢fico, dentro de una ciudad m¨¢s accesible para las bicicletas.
La primera vez fueron cuatro. Literal. Cuatro amigos con sus cuatro bicis frente a la fuente de la Cibeles. Cinco a?os despu¨¦s llenan la plaza. Son m¨¢s de mil. A pesar de la lluvia y del fr¨ªo reci¨¦n estrenado. Jueves ¨²ltimo de mes. Ocho de la tarde. Ah¨ª est¨¢n. Llegan a riadas. Se avisan por correo electr¨®nico, por el boca a oreja, el amigo que trae a otro amigo... Llegan dispuestos a comerse la calle como un ¨²nico pelot¨®n. Convocados por Bici Cr¨ªtica, un fen¨®meno ciudadano espont¨¢neo, sin cabecillas ni estamentos, cuyos seguidores se cuentan ya por miles. El jefe son todos y ninguno. Y han tomado el centro.
Hay bicis, patinadores, padres, hijos, perroflautas, ancianos, deportistas... Pertrechados con chalecos fluorescentes o sin ellos. Muchos repiten y otros llegan nuevos. Juanma, ingeniero barbudo de 45 a?os, aparece de traje y corbata. "Hoy ten¨ªa reuni¨®n en el trabajo", justifica. Como la mayor¨ªa, habla sin apellido o con seud¨®nimo. Para mantener la clandestinidad, dice, para evitar el protagonismo. Juanma usa la bici a diario. Hace m¨¢s de cuatro a?os que no falta a la cita. ?Conoce el recorrido previsto? "Ni idea", cuenta. "Es imposible mirar todos los e-mails. Y puede cambiar sobre la marcha".
La ruta se traza de modo asambleario. Si tienes una sugerencia, mandas un correo. S¨®lo para la cita de noviembre se enviaron 718. El pasado mayo, el r¨¦cord: 1.159 mensajes. Antes de empezar el paseo, un chico grita recomendaciones desde una bici enganchada a un amplificador: "Lo m¨¢s importante es que no os separ¨¦is del grupo. Que no se disuelva la masa". Hay que saber imponerse al tr¨¢fico ca¨®tico.
Madrid no es ciudad para bicis. Eso opinan algunos. El Ayuntamiento present¨® un plan ciclista hace un a?o, que incluye 575 kil¨®metros de carril-bici (ahora hay 146). Est¨¢ pospuesto "por la crisis". El tope es 2016, para cuando se pretende que un 4% el tr¨¢fico sean bicicletas. La capital espa?ola, de momento, se queda atr¨¢s en el pelot¨®n de Europa. Londres y Berl¨ªn alcanzan el 10%. Copenhague sube hasta el 36%. Los carriles-bici se cuentan por cientos de kil¨®metros (de los 314 de la capital francesa a los 620 de Berl¨ªn). Los bicicr¨ªticos demandan m¨¢s atenci¨®n en Madrid. Por eso salen a la calle.
20.35. Arrancamos. El pelot¨®n coloniza la calzada en Cibeles. Quieren colarse en el tr¨¢fico, dicen, porque son tr¨¢fico. "A los coches les toca esperar, hacerse a la idea de que es un atasco como el que ellos forman todas las ma?anas". Habla Juan Gamba (nombre art¨ªstico). Actor, payaso y ciclista. El pelo se le alborota a¨²n m¨¢s a lomos de su biciavispa, de rayas negras y amarillas. Gamba es pionero. Uno de los cuatro que export¨® la idea de Bici Cr¨ªtica desde San Francisco, donde comenz¨® el movimiento ciudadano. Aquel 28 de octubre de 2004 no s¨®lo fueron pocos, confiesa, sino que no llegaron a subirse a las bicis. "Llov¨ªa mucho y acabamos en Lavapi¨¦s, de cervezas". Este jueves ¨²ltimo de mes tambi¨¦n llueve. Pero no importa. La primera sensaci¨®n al rodar por el asfalto: la libertad. Contemplar el paseo del Prado. Vac¨ªo. Y rodar.
Fase de calentamiento. El primer tramo es el ¨²nico que es fijo en cada cita. La elipse desde Cibeles a Neptuno y volver. Se organiza la masa. Y empiezan los gritos de queja: "?Os quer¨¦is quitar de en medio!". A algunos de los conductores motorizados les molesta esperar su paso. "Yo siempre me paro", asegura Pl¨¢cido, taxista, que se los ha cruzado ya varios jueves. Cuando los intuye, se aparta a un lado. "Con estos chicos no hay clientes que pidan un taxi", protesta. Pl¨¢cido, esta noche, tendr¨¢ suerte. La lluvia ha disuadido a muchos ciclistas. Aunque aseguran que casi alcanzan el millar (seg¨²n sus propias estimaciones) no forman grandes colas. En septiembre, con 2.500 personas, fue otra cosa. A los conductores que les sorprendi¨® la marcha, les toc¨® esperar m¨¢s de una hora a que terminara la fila en Moncloa.
Los bicicr¨ªticos saben c¨®mo moverse. Al llegar a un cruce, unos cuantos se adelantan y cubren las intersecciones. "?Esperad, que pasamos!", insisten a los coches. Gesticulan con las manos para que se detengan. No todos se lo toman bien.
En la calle de Alcal¨¢ con Alfonso XII, llueven los pitidos de claxon. M¨¢s conductores cabreados. Rebeca Christel, de 25 a?os, les mira muy por encima de sus cabezas. Es el alma de la concentraci¨®n. Menudita, con rastas negras, gorra encajada y mofletes rojos. Grita como la que m¨¢s. Se mueve en un aparato gigantesco y tuneado, con el sill¨ªn a metro y medio del suelo. Desde all¨ª lanza proclamas a los conductores que protestan: "?Haber venido con bicis!". Rebeca participa en la Ciclococina, un taller gratuito de reparaci¨®n que se organiza en el Patio Maravillas. Comenz¨® a funcionar en 2007, cuando Bici Cr¨ªtica ya pasaba de 500 asistentes. ?C¨®mo han crecido tanto? Cada cual explica el boom a su manera. Juanma dice que es el boca a oreja. Gamba, que el tono festivo anima a la gente. Jos¨¦ Cerrato asegura que es que cada vez hay m¨¢s ciclistas en Madrid. Rebeca pone su granito de arena repartiendo folletos explicativos a quien se cruza en su camino.
La masa tuerce por la calle de Vel¨¢zquez, frente a un grupo de peatones sorprendidos. "No s¨¦ c¨®mo vamos a cruzar", comenta uno. Las bicis no paran en los sem¨¢foros en rojo. Un hombre los esquiva a saltitos. Una moto se cuela entre ellos. Cientos de timbres responden al rugir de su tubo de escape. Los ciclistas, que normalmente circulan pidiendo permiso, son hoy los reyes.
"Hay quienes s¨®lo la usan estos jueves, porque tienen miedo a cogerla por Madrid", asegura Beatriz Pertejol. Tiene 31 a?os, se mueve en bici y participa en la marcha desde hace dos a?os y medio. En sus alforjas, nunca falta una muda, un desodorante y un mapa gigante para no perderse nunca. "Madrid no est¨¢ preparada para la bici, es muy violento moverse con ella". Los bicicr¨ªticos reivindican m¨¢s cultura ciclista, m¨¢s espacio, m¨¢s respeto. Pero les encantar¨ªa que su protesta tuviera los d¨ªas contados. Porque si ir en bici deja de ser una excepci¨®n, dicen, ya no har¨¢ falta protestar.
Para el Ayuntamiento han pasado de ser una an¨¦cdota a un problema mensual. No pueden multarlos, explica una portavoz. Ni controlarlos. No piden permisos, no tienen responsables, ni previsiones de asistencia o itinerario fijado. "Intentamos llevarles de la mejor manera, evitar que molesten, pero no es tan f¨¢cil", justifica la portavoz. Al paso de las bicis se nota la presencia policial. Pero s¨®lo controlan los atascos. Les molestan poco.
En el paso elevado sobre Nuevos Ministerios, un ciclista con una peluca afro adelanta al pelot¨®n. En su pelo falso se esconde otra clave: Bici Cr¨ªtica es un movimiento l¨²dico. De celebraci¨®n, de disfraz. Diego Juan Guti¨¦rrez se pasea con su veh¨ªculo decorado con los colores de la bandera estadounidense y un atuendo a juego. Empez¨® a circular en bici en Estados Unidos. Y ya no quiso dejarla. "Desde que he vuelto, la uso para todo", cuenta. Alcanzado Cuatro Caminos, una ligera cuesta abajo permite a los m¨¢s lanzados soltar las manos del manillar. Otros levantan el culo del asiento para moverlo al ritmo de la m¨²sica. Suena ?Qu¨¦ hace una chica como t¨², en un sitio como ¨¦ste?, de los Burning.
Tras 11 kil¨®metros de paseo, a las 22.30, la masa alcanza la meta: la plaza de Oriente. Algunos comentan la jugada en corrillos. "Ha sido de 10", dice Ra¨²l Nido tras su tercera experiencia con Bici Cr¨ªtica. "Y eso que ha habido mucha menos gente que otras veces", a?ade otro. Los que se quedaron con ganas de marcha se encaminan al Patio Maravillas, donde han previsto el fin de fiesta. Las bicis se quedan en la calle. Un rato despu¨¦s, aprieta la lluvia. Dos chicos se despiden.
-Oye, ?en diciembre tambi¨¦n hay cita?
-Claro, joder, el ¨²ltimo jueves de cada mes.
-Pero es que es d¨ªa 31.
-Pues eso, as¨ª nos tomamos las uvas y la liamos por ah¨ª.
Moverse a pedales por Europa
- En Madrid s¨®lo el 0,14% de los desplazamientos urbanos se realizan en bici, seg¨²n el Ayuntamiento. La capital cuenta con 146 kil¨®metros de carril-bici (la mayor parte dentro del anillo ciclista, esto es, fuera del centro) y tiene previsto llegar a los 575 en 2016. Para la misma fecha se prev¨¦n 8.000 aparcamientos y un sistema de alquiler.
- En Berl¨ªn, que cuenta con un Consejo de la Bicicleta oficial, est¨¢ previsto que los viajes aumenten de un 10% a un 15% en el a?o 2010. La ciudad cuenta con 620 kil¨®metros de v¨ªas ciclistas.
- En Londres, cuando se redact¨® el Plan Ciclista en 2005, el porcentaje de desplazamientos en bicicleta era del 5%. En 2007 hab¨ªa subido al 10% y pretenden alcanzar el 12% en 2010. El Ayuntamiento ha editado una veintena de gu¨ªas con rutas ciclistas y hay aparcamientos especiales distribuidos por todo el centro.
- En Par¨ªs, el Plan Ciclista se ha traducido de momento en 314 kil¨®metros de carriles para bicicletas y est¨¢ previsto que alcancen los 500. En el a?o 2007 se instaur¨® un sistema de alquiler de bicicletas, que ha tenido una gran acogida.
- En Copenhague, una capital con las principales calles dotadas de carril-bici y un sistema de alquiler gratuito, el 36% de los habitantes utilizan este medio de transporte. El Ayuntamiento aspira a elevar la cifra hasta el 50% en 2015.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Carril bici
- RFA
- Orden p¨²blico
- Dinamarca
- Bicicletas
- Seguridad ciudadana
- Alemania
- Estad¨ªsticas
- Protestas sociales
- Escandinavia
- Malestar social
- Transporte urbano
- Madrid
- Reino Unido
- Francia
- Tr¨¢fico
- Transporte carretera
- Veh¨ªculos
- Comunidad de Madrid
- Europa occidental
- Ayuntamientos
- Europa
- Administraci¨®n local
- Transporte
- Justicia