Y Weill se comi¨® a Brecht...
"?Qu¨¦ es el atraco a un banco comparado con la fundaci¨®n de un banco!", dice Brecht por boca de un personaje de La ¨®pera de tres peniques. Con esta obra, el autor y Elizabeth Hauptmann, su colaboradora, ven¨ªan a decir que en la pir¨¢mide de la escala social se roba mejor que en la base: la pareja, universalizaba lo que en la obra original, La ¨®pera del mendigo, de John Gay, era una s¨¢tira contra Walpole, primer ministro brit¨¢nico de entonces, sospechoso de dar sobornos.
De Brecht en adelante, es tradici¨®n traducir las canciones y adaptar los di¨¢logos de manera que muerdan la actualidad. Marina Bolla¨ªn, directora de este montaje, sit¨²a la acci¨®n en un barrio que si no es Lavapi¨¦s se le parece, viste a los ladrones de guindillas y convierte a Macheath en trasunto del "sheriff de Coslada"; a Tiger Brown, en alcalde megal¨®mano y corrupto que le espeta a aqu¨¦l: "Te quiero un huevo, cabr¨®n"; y a la reina, cuya coronaci¨®n pretenden reventar los mendigos, en presidenta acusada de pretender privatizar la sanidad y el agua.
LA ?PERA DE TRES PENIQUES
De Bertolt Brecht y Kurt Weill. Direcci¨®n musical: Manuel Coves. Direcci¨®n: Marina Bolla¨ªn. Teatros del Canal. Hasta el 13 de diciembre.
Bolla¨ªn ha mantenido los cantables escrupulosamente, pero ha dejado los di¨¢logos en los huesos (falta cerca de una hora del texto original), y se los ha confiado a un reparto de cantantes de zarzuela y de comedia musical, cuando Brecht, Weill y Hauptmann estrenaron la ?pera de tres peniques con actores dram¨¢ticos y cantantes de cabar¨¦ experimentados. Grosso modo, a esta producci¨®n le falta teatro, entra?a y mordiente, y en lo l¨ªrico, car¨¢cter. Muchas escenas habladas est¨¢n enunciadas, como esperando un desarrollo mayor, y canciones como Die Zuh?lterballade y Pues, ?de qu¨¦ vive el hombre? se quedan la una sin alcanzar su cl¨ªmax ¨¦pico, sin transmitir el hondo amargor de sus protagonistas la otra.
Hay un par de n¨²meros o tres que alcanzan su justa intensidad, especialmente la Canci¨®n de las contradicciones de la vida cotidiana y el Salom¨®n song, donde Marco Moncloa, travestido, arranca cada noche un aplauso intercalando una frase improvisada con el desparpajo de una vedette de revista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.