Los cuentos del otro Rivas
Un proyecto del Estado de recogida de la tradici¨®n oral selecciona a ocho narradores en toda Espa?a, entre ellos un vecino de A Pastoriza de 85 a?os
"Un cura ti?a ovellas, e ti?a na casa un chaval para levar as ovellas a pastar. Isto foi en tempos antigos, cando san Pedro e san Pablo andaban polo mundo a repartir bendici¨®ns". El otro Rivas cuentista que ha dado Galicia se resiste un poco al principio. Remolonea, se excusa diciendo que los cuentos que cuenta son largos, pero luego, cuando se anima, los relata de corrido y sin ahorrar detalles. Y de postre, desbocado, obsequia con dos chistes verdes para casi todas las edades, de ¨¦sos que dice que se estilan en el campo Castilla, donde se cuentan menos cuentos que en Galicia.
?ngel Rivas Veiga naci¨® en Eirex¨²a, Xud¨¢n, A Pontenova, el d¨ªa de Todos los Santos de hace 85 a?os. Vive en Orx¨¢s, A Pastoriza, con Jesusa, su se?ora, y nunca escribi¨® su literatura porque las manos las emple¨® en hacer carreteras en el norte de Lugo y en segar el cereal 20 a?os seguidos en Segovia.
En invierno, "cuando sobra noche", los vecinos se reun¨ªan despu¨¦s de cenar
"Cuando lleg¨® la televisi¨®n se acab¨® todo, y eso que aqu¨ª sigue sin verse bien"
La cabeza, mientras tanto, permanec¨ªa desocupada, y se le fue llenando de los cuentos que iba escuchando y mejorando por los pueblos y en las polavilas, las sesiones nocturnas a la luz de la laleira que duraron en aquella parte de Lugo hasta que se generaliz¨® la tele. "Con la televisi¨®n se acab¨® todo y yo empec¨¦ a olvidarme de muchos cuentos", lamenta, "estoy bien de salud, pero la memoria, que siempre la tuve tan buena, es lo que peor... Y eso que, aqu¨ª, la tele sigue sin verse bien".
"San Pedro y san Pablo le pidieron al rapaz un cordero para asar, y ¨¦ste les dej¨® escoger. Luego, los ap¨®stoles le dijeron que pidiese unas gracias". Seg¨²n Rivas, San Pedro, al pastor, le se?alaba el cielo anim¨¢ndolo a que pidiese entrar en ¨¦l, pero el mozo prefiri¨® una gaita que todo aquel que la escuchase bailase sin cesar, y un fardel para que las liebres y todo lo que ¨¦l quisiese saltase adentro y all¨ª se quedase. Pasado el tiempo, las ovejas adelgazaban, y el cura, escamado, decidi¨® espiar al zagal oculto en una silveira. Y cuando el pastor empez¨® a tocar, bailaron las ovejas y bail¨® el cura sin poder parar, hasta que volvi¨® a casa todo rasgu?ado por las silvas.
En estos pueblos cercanos al Eo, A Pontenova, A Pastoriza, Vilaodriz, no hab¨ªa cantinas, y la gente se juntaba en las casas para jugar a la baraja o contar cuentos. Las polavilas se convocaban a diario "despu¨¦s de cenar pero cuando todav¨ªa es pronto para acostarse", y as¨ª se pasaban los vecinos todo el invierno, que es "cuando sobra noche". Rivas no sabe cu¨¢ntos cuentos sabe. Dice que ahora deben de ser muchos menos de cien. Pero eso no impidi¨® que un d¨ªa, a finales de los 90, el escritor Antonio Reigosa se presentase en Orx¨¢s buscando viejos que supiesen cuentos y terminase sentado con otros miembros del Equipo Chaira en torno a la cocina de hierro del gran cuentista de la comarca. Entonces ?ngel Rivas cont¨® los cuentos de O castelo de Ir¨¢s e Non Volver¨¢s, O ferreiro e o demo, O fardelo e a manta y A gaita m¨¢xica, que es el que est¨¢ contando ahora por tel¨¦fono. El cura, prosigue Rivas, intent¨® vengarse del muchacho escald¨¢ndolo con agua hirviendo a la hora de dormir, pero ¨¦ste sac¨® la gaita a tiempo y el que se quem¨® fue el p¨¢rroco mientras bailaba con la olla caliente en las manos. Claro que, pasado el tiempo, como a todo humano al rapaz le lleg¨® su hora. "Y cuando subi¨® al Cielo san Pedro no lo dej¨® pasar", porque a¨²n se la guardaba desde que en vida prefiri¨® una gaita y un zurr¨®n a la gloria divina. As¨ª que se fue a probar suerte en el Infierno.
Hace unos d¨ªas, en la casa de Orx¨¢s se present¨® de nuevo Reigosa, "el de Mondo?edo", con cinco hombres que hablaban s¨®lo en castellano. Hab¨ªan venido de Madrid, guiados por el rescatador de historias, para registrar los cuentos de Rivas, que ha sido elegido junto a otros siete narradores orales del resto de Espa?a, ninguno otro gallego, para el proyecto La memoria de los cuentos, patrocinado por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales. En su casa echaron casi tres horas escuch¨¢ndolo, y de todo esto saldr¨¢n varios libros y un documental que dirige el escritor Antonio S¨¢nchez Almod¨®var. Rivas cont¨® sus cuentos (tambi¨¦n el de A gaita m¨¢xica) en gallego porque se siente "m¨¢s c¨®modo" hablando en la lengua propia. Y Reigosa se encargar¨¢ ahora de la traducci¨®n.
Cuando el pastor cay¨® al fuego eterno, abri¨® el fardel y cada vez que se le acercaba un diablo gritaba: "?A mi mochila, a mi mochila!". Y los diablos entraban uno tras otro como conejos. As¨ª que, desesperados, terminaron por echarlo del Infierno. Y a san Pedro no le qued¨® otra que dejarlo pasar. Porque Purgatorio, seg¨²n dice el Papa, ya no hay.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.