El arte de las indirectas
En el juego de las indirectas, el primero en mosquearse siempre pierde. Es un m¨¦todo seguro para alcanzar un prop¨®sito, pero exige de grandes dosis de paciencia. Si consigues que tu contrincante pierda los nervios, la indirecta habr¨¢ surtido efecto. Lo contaba Gila en el mon¨®logo sobre su visita a Londres para investigar los casos de Jack el Destripador: "Yo me quedaba en recepci¨®n y cuando Jack pasaba por all¨ª dec¨ªa en voz alta para que me oyera: 'Aqu¨ª alguien ha matado a alguien... Por aqu¨ª anda un asesino'. Al final no pudo superar la presi¨®n y se entreg¨®".
El primer mandamiento de la indirecta consiste en no presionar a la v¨ªctima hasta enfurecerla, ya que el resultado final puede ser contraproducente. La indirecta tiene que ser lo suficientemente h¨¢bil para que el destinatario se d¨¦ por aludido y lo suficientemente indirecta para darle una salida honrosa. La historia est¨¢ llena de personajes que se intercambiaron reproches con inteligentes indirectas. Cuentan que Bernard Shaw le envi¨® dos entradas para el estreno de su nueva obra a Winston Churchill. En la carta le escribi¨®: "Para que traigas a un amigo... si es que lo tienes". Churchill le contest¨®: "Lo siento, no puedo ir la primera noche, lo intentar¨¦ la segunda... si es que la hay".
El escritor Manuel Rivas atribu¨ªa a Freud una frase que dec¨ªa que el primer ser humano que lanz¨® un insulto en vez de una piedra fue el verdadero inventor de la civilizaci¨®n. Luego lo matiz¨® y afirm¨® que el aut¨¦ntico salto civilizador fue el paso del insulto a la indirecta. Hace a?os que en Espa?a la pol¨ªtica ha perdido la iron¨ªa y el humor. De las indirectas en la oratoria llevamos d¨¦cadas sin se?ales de vida. El discurso pol¨ªtico ha vuelto al insulto, el estadio anterior al salto civilizador. Y corremos el riesgo de restablecer la ¨¦poca del lanzamiento de piedras al contrario.
Por eso, es admirable la elegancia con la que el alcalde de M¨¢laga, Francisco de la Torre, se desprende de sus ediles. Ni una palabra m¨¢s alta que la otra ni un reproche p¨²blico hacia su trabajo. Ha despachado a cuatro con una simple indirecta. Al ex presidente del PP, Joaqu¨ªn Ram¨ªrez, lo liquid¨® con una frase. Le preguntaron un d¨ªa si hab¨ªan hablado sobre las tensiones entre ambos en el avi¨®n en el que coincidieron en un viaje y el alcalde respondi¨®: "Es que yo viajo en turista y ¨¦l (Ram¨ªrez) viaja en primera".
Bernardo Pinazo fue su fichaje estrella en el a?o 2003. Enrolado en la lista del PP para hacerse cargo de Econom¨ªa, acab¨® en Medio Ambiente y enfrentado con el primer edil por c¨®mo se resolv¨ªa la adjudicaci¨®n del servicio de limpieza. Pinazo, desautorizado en varias ocasiones, insinu¨® que ten¨ªa una oferta de la empresa privada. De la Torre anunci¨®: "Para que el proceso (de irse) no se alargue, establecer¨¦ un plazo cortito para que tome la decisi¨®n".
La edil Rosa Ag¨¹era fue objeto de un informe policial que conten¨ªa aspectos de su vida privada. En ¨¦l se informaba de su asistencia diaria a misa, a reuniones de un grupo religioso y a la peluquer¨ªa. De la Torre no tuvo una mala palabra: "La edil debe hacer un esfuerzo para normalizar sus horarios y para coincidir con sus colaboradores en horario de oficina".
El ¨²ltimo ha sido Manuel Marmolejo, el edil que admiti¨® haber dado 18 adjudicaciones de obras sin concurso previo a su cu?ado y lo justific¨® en el desconocimiento de que hab¨ªa incurrido en una incompatibilidad. De la Torre defendi¨® a su concejal durante varios d¨ªas, hasta que dijo: "Me sorprende que Marmolejo desconozca la ley". De la Torre nombr¨® a los cuatro, pero s¨®lo destituy¨® a uno. Todos se fueron por su propio pie. De una indirecta certera. Sin un simple yo te puse yo te quito. Sin que el disparo le saliera por la culata, sino por la boca. De un dardo en cada palabra. Con la elegancia del erizo, que saca las p¨²as para alejar lo que le molesta.
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