M¨¹ller recorre su dolor en el discurso previo al Nobel

Con un descorazonador juego literario, la escritora rumano-alemana Herta M¨¹ller recorri¨® ayer en Estocolmo las cicatrices de su existencia, que no son otras que las de la historia del siglo XX. Lo hizo durante un discurso previo a la entrega (que se celebrar¨¢ el pr¨®ximo jueves) del Nobel de Literatura, titulado Cada palabra sabe algo del c¨ªrculo vicioso.

"Los objetos no saben su propio material, los gestos no saben sus sentimientos y las palabras no saben las bocas que las hablan. Pero para estar seguros de nuestra existencia, necesitamos los objetos, los gestos y las palabras. Cuantas m¨¢s palabras nos permiten usar, m¨¢s libres nos volvemos", resumi¨® M¨¹ller en la sede de la Academia Sueca.

La escritora, nacida en Nytzkydorf (Rumania) en 1953 en una minor¨ªa alemana de este pa¨ªs, expresaba as¨ª el doble filo de su instrumento de trabajo, la palabra, argamasa de una obra con piezas como El hombre es un gran fais¨¢n en el mundo o La bestia del coraz¨®n, pero que le fue negada bajo la dictadura de Nicolae Ceausescu.

"Puedes defenderte de un ataque, pero no puedes hacer nada contra la calumnia. Cada d¨ªa me preparaba para cualquier cosa, incluida la muerte. Pero no puedes estar lista para esa perfidia. No hay entrenamiento para hacerla tolerable. Te llena de mugre", reconoci¨®. "He reaccionado ante el miedo mortal con sed por la vida. Hambre por las palabras. S¨®lo un remolino de palabras pudo entender mi condici¨®n", dijo. "Gracias a ellas, nada tiene sentido y todo es verdad".