Tres horas de espera para visitar el Congreso
Filas kilom¨¦tricas en la jornada de puertas abiertas de la C¨¢mara baja
"Esto es interminable". Pilar Alonso llevaba raz¨®n. La fila para entrar al Congreso de los Diputados acababa a las puertas de Banco de Espa?a y se extend¨ªa a lo largo de un kil¨®metro. D¨ªa de la Constituci¨®n. Jornada de puertas abiertas. Hubo hasta quienes durmieron en la calle para ahorrarse las esperas. Los que no lo hicieron, como Alonso y su familia, de Toledo, aguantaron hasta tres horas para poder pisar el hemiciclo.
Ojo, que "no es tan grande como parece". Lo advert¨ªa Yolanda Dengra, de 32 a?os, que pasaba el puente en la capital con un grupo de amigos llegados de Tarragona. "Llevamos todo el fin de semana haciendo colas", relataban resignados. Del paseo del Prado al Escorial, pasando por el Palacio Real, donde ya ni pudieron entrar. Ayer tocaba el Congreso.
Eran las 17.30 y la multitud llenaba la acera derecha del paseo del Prado. Se hab¨ªa cortado el carril-bus para que los peatones pudieran circular por ¨¦l, mientras los visitantes giraban lentamente por la calle de Zorrilla y volv¨ªan a hacerlo por Fernanflor, hasta desembocar en la carrera de San Jer¨®nimo. All¨ª, tan cerca ya de los vigilantes leones -ahora escondidos bajo unos paneles de madera que los protegen de las obras-, la fila volv¨ªa a torcer y pon¨ªa rumbo de nuevo a Zorrilla. Este a?o habr¨ªa que entrar por la puerta de atr¨¢s.
La entrada se hab¨ªa abierto a las diez de la ma?ana. El presidente de la C¨¢mara, Jos¨¦ Bono, y varios diputados dieron la bienvenida a los primeros visitantes. Hubo fotos, besos, aut¨®grafos. Los ciudadanos siguieron entrando sin descanso hasta las siete de la tarde."Ha venido una barbaridad de gente", comentaba un polic¨ªa que controlaba la aglomeraci¨®n en Cibeles. "Por la ma?ana la fila llegaba hasta la calle de Sevilla", a?ad¨ªa. "M¨¢s que el a?o pasado".
Muchos acud¨ªan por primera vez. Algunos llegaban de fuera, pero bastantes madrile?os tambi¨¦n se acercaron ayer a conocer la C¨¢mara baja. "Por curiosidad", coincid¨ªa la mayor¨ªa. "Porque me han dicho que es muy bonita", exclamaba Federico Iglesias, de 78 a?os, que hab¨ªa llevado a su nieto Daniel, de nueve. "?Sabes ad¨®nde vienes?". "Me lo ha explicado mi abuelo: nos van a dar una mochila con bufanda y guantes". Daniel estaba en lo cierto. Y no s¨®lo eso. Tambi¨¦n se ir¨ªa con una Constituci¨®n bajo el brazo. "Adelante. Lleven su DNI en la mano", advert¨ªa un guardia. Hab¨ªa terminado la espera. Federico y Daniel se adentraron en el edificio.
Mar¨ªa Luisa Mart¨ªn, de 55 a?os, sal¨ªa en esos momentos por la puerta lateral. Delante de ella una pareja refunfu?aba: "Si lo s¨¦ no vengo", "no merece la pena la espera". Pero Mart¨ªn estaba radiante. "Es muy interesante". Era su segunda vez. Le gust¨® tanto el a?o pasado que se anim¨® a repetir. Pese a las horas de fila. Y eso que el hemiciclo estaba tan saturado que "no hab¨ªa d¨®nde sentarse". Pero volvi¨® a contemplar las marcas de los disparos del 23-F y corrobor¨® eso de que "en la tele se ve m¨¢s grande". "Es precioso", repet¨ªa. Y eso que este a?o se qued¨® sin lo que m¨¢s le emociona: "Entrar por la Puerta de los Leones".
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