El ministro de Inmigraci¨®n admite que hay controles policiales raciales
El ex socialista Besson se ha erigido en el nuevo ariete ideol¨®gico del El¨ªseo
?ric Besson, el activo ministro franc¨¦s de Inmigraci¨®n e Identidad Nacional, goza de la capacidad pol¨ªtica de parecer ubicuo y de bailar sobre la cuerda floja de las ideas: el lunes, defend¨ªa en Senegal su visi¨®n de lo intr¨ªnsecamente franc¨¦s tras hacerse una foto jugando al f¨²tbol; el martes participaba en el debate parlamentario sobre la espinosa cuesti¨®n de la identidad nacional enfrent¨¢ndose a una oposici¨®n que le acusa de intentar atraer votos del Frente Nacional; ayer, muy temprano, en una radio, reconoc¨ªa que en Francia a¨²n se producen "controles policiales s¨®lo por el aspecto". "Hay una minor¨ªa de franceses que tiene ramalazos racistas", a?ad¨ªa.
Besson, de 50 a?os, nacido en Marruecos, al que algunos ven como futuro primer ministro, se ha convertido en el ariete ideol¨®gico del presidente, Nicolas Sarkozy, desde hace un a?o. En la derecha no le quieren mucho; en la izquierda le detestan por la misma raz¨®n: su origen socialista. Para muchos militantes socialistas, Besson no es Besson, ni ministro, ni favorito del presidente, sino, simplemente, "el traidor".
El jefe del Estado habla casi a diario con Besson, su colaborador favorito
En 2007, en plena campa?a electoral, Besson, entonces dirigente del Partido Socialista franc¨¦s (PS) con m¨¢s de 10 a?os de militancia, colaborador de la candidata S¨¦gol¨¨ne Royal, se pas¨® al bando de Sarkozy de un d¨ªa para otro. Con la suficiente informaci¨®n sensible como para que el futuro presidente le empleara como sparring en los ensayos de los debates televisivos. As¨ª naci¨® "el traidor".
El presidente le nombr¨® secretario de Estado de un ¨¢rea econ¨®mica a la que Besson sirvi¨® con meticulosidad, eficacia y casi anonimato.
Pero en enero, Sarkozy le propuso saltar al Ministerio de Inmigraci¨®n e Identidad Nacional. Muchos le aconsejaron que rechazara ese cargo ideol¨®gicamente marcado. "Cuando uno va en un avi¨®n y te piden acudir a la cabina, uno va", les respondi¨®. Adem¨¢s, fue nombrado n¨²mero dos de la Uni¨®n por un Movimiento Popular (UMP), el partido de Sarkozy. E invitado a las importantes y decisivas reuniones que ¨¦ste mantiene todos los lunes con sus cinco ministros m¨¢s afines.
Al frente de este ministerio de alto voltaje en Francia, Besson no se ha escondido: hace unos meses, desmantel¨® el campamento de inmigrantes irregulares de Calais; despu¨¦s factur¨® en avi¨®n a varios de estos inmigrantes a Kabul, en una decisi¨®n que el PS calific¨® de indigna y que fue cuestionada por el mism¨ªsimo ministro de Exteriores, Bernard Kouchner.
Y hace m¨¢s de un mes, fue el encargado de lanzar el envenenado debate sobre la identidad nacional francesa, asunto sobre el que gira desde entonces la actualidad pol¨ªtica gala. El ex socialista se ha convertido, as¨ª, en el m¨¢s claro exponente de la UMP, en una de sus piezas clave. De hecho, Sarkozy habla con su ministro favorito casi todos los d¨ªas. Besson le devuelve la confianza: en medio de lo m¨¢s crudo de la pol¨¦mica sobre las aspiraciones pol¨ªticas de Jean Sarkozy, el hijo del presidente, defendi¨® el derecho del hijo de presentarse, elogiando "su inteligencia y su sentido pol¨ªtico".
Eso s¨ª: seg¨²n va ascendiendo, se convierte en un blanco cada vez m¨¢s visible (y apetecible) para sus ex compa?eros pol¨ªticos, que le reprochan su af¨¢n trepador y su ensalada ideol¨®gica. No son los ¨²nicos en criticarle. Coincidiendo con su ascensi¨®n, su ex mujer, Silvie Brunel, public¨® un libro, Manual de guerrilla para mujeres, en el que describe a Besson como un tipo cerebral, ambicioso, lac¨®nico, condicionado por su estancia en un internado durante los a?os de su adolescencia, encerrado en s¨ª mismo, algo vengativo y obsesionado por el ¨¦xito, la infidelidad y los deportes.
Y hurga en detalles: el d¨ªa de la boda, seg¨²n relata, despu¨¦s del primer plato, Besson se levant¨® de la mesa principal y se fue a un cuarto contiguo a ver la televisi¨®n. "El instante era crucial", ironiza Brunel: "Alain Prost compet¨ªa por el campeonato mundial de automovilismo. [...] Para mi marido, los deportes han sido sagrados durante muchos a?os. Hasta que los reemplaz¨® por la pol¨ªtica".
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