Ni pueblos ni ciudades, colonias
Los recintos industriales se transforman en espacios de residencia y de turismo
Esperanza Nieto tuvo que cumplir los 14 a?os para poder comenzar a trabajar como mechera en la colonia Sed¨® de Esparreguerra, donde su familia, de Almer¨ªa, se hab¨ªa instalado antes de que ella naciera. De las cuatro de la madrugada a las dos de la tarde, cinco d¨ªas a la semana, Esperanza era una de las muchas mujeres encargadas de que la fibra no se rompiera y pasara paralela por la m¨¢quina para que el hilo fuera m¨¢s suave. Al cabo de unos a?os, adem¨¢s, empez¨® a hacer las faenas dom¨¦sticas en casa del encargado. "Sal¨ªamos de casa toda la familia, mi padre y mis cuatro hermanos, antes de que la sirena anunciara el cambio de turno", asegura Esperanza. "Mi hermana era anudadora, mi padre y mis hermanos descargaban balas de algod¨®n y yo estaba de pie 10 horas al d¨ªa delante de la m¨¢quina, con mucho calor incluso en invierno", afirma. Pese a todo, Esperanza asegura con nostalgia: "S¨®lo tengo buenos recuerdos, por el buen ambiente que all¨ª hab¨ªa y el compa?erismo. Eso ya no volver¨¢".
En Catalu?a se crearon 102 colonias desde la segunda mitad del siglo XIX
Los planes del Ter y del Llobregat de Obras P¨²blicas prev¨¦n la rehabilitaci¨®n de 48
Las colonia Sed¨® de Esparreguera, donde Esperanza trabaj¨® cerca de 20 a?os, es un conjunto de edificios -f¨¢brica, vivienda e iglesia- situados junto a un r¨ªo. Un modelo que se repiti¨® en muchos otros lugares desde la mitad del siglo XIX en Catalu?a y dio ejemplos como la colonia G¨¹ell en Santa Coloma de Cervell¨® (Baix Llobregat), L'Ametlla de Merola, Cal Vidal y Cal Pons en Puig-reig y la colonia Borgony¨¤ en Sant Vicen? de Torell¨® (Osona). Sobre ellas y muchas m¨¢s el Museo de Historia de Catalu?a (MHC) ha inaugurado la exposici¨®n Colonies Industriales, en la que analiza el mundo de estos recintos, pieza fundamental de la industrializaci¨®n de Catalu?a, su organizaci¨®n y funcionamiento, y las iniciativas actuales para devolverles la actividad bien como uso residencial o como centro cultural de inter¨¦s hist¨®rico y patrimonial.
La colonia no es un invento catal¨¢n. Naci¨® en Inglaterra durante la Revoluci¨®n Industrial, a finales del siglo XVIII, pero en Catalu?a el fen¨®meno destaca por su elevado n¨²mero y concentraci¨®n: 102 -si se cuentan los barrios industriales y las f¨¢bricas de r¨ªo-, seg¨²n el inventario que han establecido los comisarios de la exposici¨®n del MHC, el historiador Carles Enrech y el periodista Xavier Mart¨ª. Para Enrech, la ubicaci¨®n junto a r¨ªos como el Llobregat -"el m¨¢s aprovechado del mundo", seg¨²n el ge¨®grafo franc¨¦s Pierre Deffontaines- y el Ter se debi¨® "a la utilizaci¨®n de la energ¨ªa hidr¨¢ulica necesaria para mover los telares y la facilidad para acceder a las minas que estaban en la cabecera de estos r¨ªos".
Las colonias, aunque diferentes una de otras, compart¨ªan un mismo urbanismo: un espacio de producci¨®n donde estaba la f¨¢brica y otro dom¨¦stico donde viv¨ªan los trabajadores y estaban los servicios que necesitaban: tienda, guarder¨ªa, escuela, dispensario, casino y economato. Y en la parte m¨¢s alta, la casa del due?o -donde pasaba cortas temporadas- y la iglesia. "Una estructura escalonada que reproduc¨ªa la jerarqu¨ªa laboral, de abajo arriba, y donde muchas veces compet¨ªa en altura la torre de la iglesia con la chimenea de la f¨¢brica", explica Mart¨ª.
Con el tiempo las duras condiciones de trabajo del comienzo -en 1911 se trabajaba 66 horas semanales- mejoraron y tras la Guerra Civil las colonias vivieron su mejor ¨¦poca. "El aumento fren¨¦tico de la producci¨®n atrajo a miles de personas procedentes de toda Espa?a. Llegaron a trasladarse pueblos enteros en busca de mejores condiciones de vida", asegura Mart¨ª. Esto termin¨® cuando la crisis del petr¨®leo de los a?os setenta afect¨® a sectores de la industria y oblig¨® a muchas f¨¢bricas a bajar la persiana y a los colonos a buscar nuevas posibilidades de empleo.
El fin de este modelo ut¨®pico basado en el control del due?o, que a la vez velaba por sus empleados de una manera paternalista, dio comienzo a un proceso de fragmentaci¨®n de la propiedad: las viviendas se vendieron a los antiguos trabajadores y los espacios p¨²blicos y otros edificios pasaron, poco a poco, a manos de los ayuntamientos. "No ha sido f¨¢cil el encaje, ya que las colonias no fueron ni pueblos ni ciudades, fueron mundos cerrados que vivieron de espaldas a los municipios donde estaban situadas y que se reg¨ªan por leyes diferentes", afirman los comisarios. "La divisi¨®n de la propiedad ha comportado que haya sido casi imposible crear planes de actuaci¨®n y ha llevado al abandono y la desaparici¨®n de muchas", aseguran.
Sin embargo, la celebraci¨®n de los "150 a?os de las colonias" en 2005 marc¨® un punto de inflexi¨®n. Desde entones las colonias han empezado a verse como n¨²cleos con un importante patrimonio arquitect¨®nico que conservar y como lugares id¨®neos para crear nuevos espacios de residencia, de actividad productiva y tur¨ªstica, y "para preservar la memoria hist¨®rica".
En 2006, la consejer¨ªa de Obras P¨²blicas encarg¨® la redacci¨®n de los planes directores para las colonias del Llobregat y Ter-Freser. El del Llobregat, que afecta a 18 colonias y 9 municipios, se aprob¨® en el a?o 2007, con la intenci¨®n de invertir 3 millones de euros en rehabilitarlas y proteger el entorno natural que las rodea. Mientras, el del Ter, que afecta a 30 colonias y 20 municipios, est¨¢ en fase de redacci¨®n. A su vez, el Consorci del Parc Fluvial del Llobregat, creado en 2003, coordina las actividades de 18 colonias y gestiona la visita a cinco espacios musealizados, entre ellos la Torre de l'Amo de Viladomiu Nou (desde 2008) y la iglesia de Cal Pons, "la catedral del Alt Llobregat", desde abril pasado.
El sector inmobiliario tambi¨¦n ha puesto sus ojos en el patrimonio industrial. La tejana Hines compr¨® en 2006 la colonia Vidal de Puig-Reig por 15 millones a la familia Vidal con la intenci¨®n de rehabilitar y construir un centenar de apartamentos y un hotel de lujo, un proyecto que la crisis ha ralentizado. Por su parte, el Incasol reformar¨¢ las viviendas de la colonia Sed¨® de Esparreguera.
Las colonias ya no son recintos cerrados, son barrios separados de los n¨²cleos de poblaci¨®n donde nacieron. "Lugares en transformaci¨®n que han de superar problemas como la mejora de los servicios, la accesibilidad, el transporte y la reutilizaci¨®n de los espacios industriales", concluyen Enrech y Mart¨ª.
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