De nacionalidad a Diputaci¨®n
Algunos nos lamentamos quejumbrosamente de que los gallegos desconozcan la historia de su propio pa¨ªs y s¨®lo puedan ver lo que tienen ante si: cuatro provincias dentro de una circunscripci¨®n auton¨®mica m¨¢s entre 16 autonom¨ªas, la ¨²ltima o de las ¨²ltimas en muchos indicadores de bienestar y civismo. M¨¢s triste me parece que no tengamos memoria siquiera de la historia de nuestra autonom¨ªa, y ya van siendo unas d¨¦cadas. Recordando aqu¨ª la semana pasada A aldraxe que revalid¨® la existencia hist¨®rica de Galicia y nos gan¨® el autogobierno, uno se siente fuera de la realidad. Nuestra realidad social est¨¢ vaciada de memoria, no recordamos el nacimiento de nuestro autogobierno y por lo tanto no tenemos perspectiva sobre lo que nos est¨¢ ocurriendo. La autonom¨ªa a la que nadie parece querer, valorar ni respetar se nos va a morir o la est¨¢n matando. Precisamente porque nadie la quiso ni la quiere.
El nacionalismo debi¨® aprovechar la autonom¨ªa para hacer pa¨ªs y no quiso
Feij¨®o nos reduce a una Diputaci¨®n al anular el contenido pol¨ªtico del Estatuto
Unos, la derecha centralista, porque nunca la quisieron, ya que desean la vuelta a la Espa?a una centralizada en el kil¨®metro 0 de la Puerta del Sol que clav¨® all¨ª Primo de Rivera; pasada la ¨¦poca de Fern¨¢ndez Albor y Fraga en que busc¨® identificarse con la autonom¨ªa, con N¨²?ez Feij¨®o ha vuelto a beber de la fuente madrile?ista que o nos ignora o nos desprecia. Otros, los socialistas, porque fueron incapaces todos estos a?os de ser una organizaci¨®n gallega y demostraron y demuestran una y otra vez que son una entente de localismos pintorescos, primitivos e inc¨ªvicos. Y otros, los nacionalistas gallegos, son los m¨¢s responsables porque ten¨ªan la obligaci¨®n de aprovechar las instituciones auton¨®micas para construir un pa¨ªs y no quisieron. La disculpa fue que ¨¦ste les parec¨ªa poco autogobierno y ellos lo quer¨ªan todo y no se lo daban. Y todos, de distintos modos, por acci¨®n y omisi¨®n, hemos contribuido al desprestigio de la autonom¨ªa. Aqu¨ª no se salva ni Dios.
Toda esa deslegitimaci¨®n de una pol¨ªtica gallega posible nos ha conducido hasta aqu¨ª, hasta esta operaci¨®n pol¨ªtica en marcha de desmontaje de todo contenido pol¨ªtico de la autonom¨ªa y su reducci¨®n a un ente administrativo macroprovincial. La pol¨ªtica en marcha de esta Xunta la ilustra bien lo que hacen con el hospital del Centro Gallego de Buenos Aires. Argentina, o mejor Buenos Aires, la hicieron los gallegos y los italianos y all¨ª Galicia es lo que siempre pudo ser y lo que si los gallegos quieren ser¨¢: una nacionalidad. Como lo es en Cuba y en tantos pa¨ªses americanos. Una nacionalidad sin estado y sin conciencia de pa¨ªs, discreta y persistente, pero una nacionalidad, una identidad colectiva. Y en Buenos Aires los gallegos demostraron sus l¨ªmites como nacionalidad, achantaron humildes, ante la locuacidad y desembarazo de los tanos, pero tambi¨¦n su enorme capacidad para organizarse y construir. Armaron all¨ª lo que no arm¨® nadie, m¨¢s de 400 sociedades que ahora son menos cien y crearon una red de resistencia cultural y de apoyo social como nadie. Una de las argucias del actual nacionalismo espa?olista es afear que se sienta alegr¨ªa o orgullo de formar parte de una comunidad nacional que no sea la de los espa?oles, pero reconozco con descaro que me enorgullecen los logros de mis t¨ªos, primos, paisanos en ese Buenos Aires. Nuestro hospital del Centro Gallego fue y es un centro hist¨®rico y ejemplar para todos los porte?os. Con los problemas de gesti¨®n y las dificultades econ¨®micas de aquel pa¨ªs es un patrimonio de esta nacionalidad, un patrimonio que ahora esta Xunta privatiza.
Y privatizando descuartiza la sanidad p¨²blica, la educaci¨®n, la lengua, todo el patrimonio colectivo, todo lo que es p¨²blico y nuestro est¨¢ bajo inquisici¨®n y sospecha de esta administraci¨®n auton¨®mica de la tijera.
El contenido pol¨ªtico que est¨¢ imprimiendo a su presidencia en la Xunta Alberto N¨²?ez Feij¨®o se basa en la eliminaci¨®n del car¨¢cter pol¨ªtico de Galicia para reducirlo a un ente administrativo. Incluso cuando desarrolla pol¨ªticas que racionalizan el espacio gallego, como la apuesta por una caja gallega o esos deseos manifestados de coordinar aeropuertos y comunicaciones, trabaja contra la existencia hist¨®rica y pol¨ªtica de Galicia, pues al anular el contenido pol¨ªtico e identitario de nuestro Estatuto lo que hace es reducirnos a una gran Diputaci¨®n. Con su presidencia la Xunta acumula y refuerza su poder y sin embargo, parad¨®jicamente, Galicia se debilita m¨¢s y m¨¢s.
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