La derecha chilena busca rehabilitarse
El centro-izquierda afronta la derrota en las urnas por primera vez en 20 a?os - El conservador Pi?era encabeza los sondeos con un mensaje de cambio
La coalici¨®n de democristianos y socialistas que gobierna Chile desde 1990, la Concertaci¨®n, enfrenta hoy por primera vez en su historia una elecci¨®n presidencial a la que no llega como favorita y corre el riesgo de ser desalojada de La Moneda por la derecha, cerrando un ciclo de cuatro gobiernos consecutivos despu¨¦s de la dictadura de Pinochet, seg¨²n los sondeos que sit¨²an en primer lugar y con apreciable ventaja al candidato opositor, el empresario Sebasti¨¢n Pi?era, aunque sin respaldo suficiente para evitar la segunda vuelta. Las encuestas indican que la contienda para competir con Pi?era en enero se librar¨¢ entre el candidato oficialista, el senador democristiano y ex presidente Eduardo Frei, y el diputado independiente Marco Enr¨ªquez-Ominami.
El respaldo de Bachelet no ha logrado impulsar la campa?a de Frei
La derecha presenta a un candidato capaz de captar el voto del centro
Los comicios, en los que adem¨¢s se renuevan la totalidad de la C¨¢mara baja y la mitad del Senado, han estado precedidos por una campa?a de guante blanco, salvo incidentes menores entre activistas de candidatos al Parlamento, escasa en ideas y abundante en debates entre los cuatro candidatos presidenciales -el cuarto en liza es el ex ministro Jorge Arrate, por el pacto Juntos Podemos M¨¢s, que encabeza el Partido Comunista-, aunque s¨®lo Enr¨ªquez-Ominami sac¨® ventaja y trep¨® en las encuestas hasta poner en riesgo a Frei.
Como en Chile el voto es obligatorio para los inscritos en el padr¨®n electoral, y quien no ejerce el derecho puede ser multado, en las comisar¨ªas de polic¨ªa dispusieron de atenci¨®n especial en todo el pa¨ªs para recibir las excusas de quienes no acudir¨¢n a las urnas.
En las primeras elecciones presidenciales sin la presencia f¨ªsica del ex dictador Augusto Pinochet, fallecido en 2006, su ausencia ha sido, parad¨®jicamente, un factor importante. Democristianos y socialistas, que dejaron de lado sus diferencias en los a?os ochenta para lograr el retorno a la democracia y durante la transici¨®n perdieron el miedo a una involuci¨®n autoritaria, hoy carecen de este cemento unificador de sus filas.
El desgaste de 20 a?os consecutivos de gobierno, las escisiones hacia la derecha e izquierda que llevaron al Gobierno a perder la mayor¨ªa en ambas c¨¢maras, casos de corrupci¨®n, el cansancio por la reiteraci¨®n de rostros y la estrategia de la derecha de negar el pan y la sal a la presidenta, debilitaron a la coalici¨®n gobernante, que mostr¨® signos de fatiga. Afloraron las pugnas intestinas latentes desde la d¨¦cada pasada, entre los m¨¢s satisfechos con la obra modernizadora de la Concertaci¨®n, llamados "autocomplacientes", y los que ponen el acento en los d¨¦ficit, en especial en materia de igualdad, los "autoflagelantes".
Para las dos almas que conviven en la Concertaci¨®n, e incluso dentro de cada partido, fue complejo llegar a acuerdos para la designaci¨®n de candidatos a la presidencia. Predomin¨® la idea de que era el turno de la democracia cristiana y que no conven¨ªa llevar dos candidatos. Finalmente, Frei gan¨® la primaria oficialista, pero en la papeleta de votaci¨®n figurar¨¢n dos candidatos, Enr¨ªquez-Ominami y Arrate, que hace un a?o eran socialistas, del sector m¨¢s cr¨ªtico con la gesti¨®n de gobierno. Ambos debieron renunciar, el primero para presentarse como independiente, despu¨¦s de que su partido no le permitiera competir en las primarias, y el segundo para presentarse encabezando a los comunistas.
Esta divisi¨®n y el hecho de que no se haya traspasado la popularidad de la presidenta Michelle Bachelet a Frei, a pesar de todos sus esfuerzos, que incluyeron la visita de ministros y de su madre a la sede del candidato oficialista, explica que la campa?a de Frei no haya levantado vuelo.
Desde septiembre de 2008, junto con el inicio de la crisis econ¨®mica mundial, la adhesi¨®n a Bachelet comenz¨® a subir en forma mete¨®rica hasta llegar a un r¨¦cord cercano al 80%. El factor que impuls¨® este ascenso en los sondeos fue el aumento del gasto social que hizo sin desequilibrar las cuentas fiscales y el liderazgo que mostr¨® para mitigar los efectos de la recesi¨®n.
El panorama es complejo para la Concertaci¨®n, cuya meta en estos comicios es poco ambiciosa: pasar a segunda vuelta, para rearmar las fuerzas progresistas. Si bien las encuestas indican que Frei tiene ventaja sobre Enr¨ªquez-Ominami, dos presidentes de los partidos oficialistas han se?alado que si este ¨²ltimo llega a segunda vuelta, lo apoyar¨¢n para impedir el triunfo de la derecha.
La derecha, que a diferencia de la elecci¨®n de 2005 se presenta unida con un candidato, eligi¨® a aquel con las mejores condiciones para capturar votos del centro, Pi?era, que comparti¨® con la Concertaci¨®n el rechazo a Pinochet. Con el aura de empresario exitoso, Pi?era es capaz de reconocer los avances del centro-izquierda en 20 a?os, entre ellos la derrota de la pobreza, asegura que mantendr¨¢ el sistema de protecci¨®n social creado por Bachelet, y ha centrado su campa?a en pedir una oportunidad para el cambio.
Pero las encuestas muestran estancado a Pi?era en torno al 40%, la votaci¨®n hist¨®rica de la derecha, a pesar del despliegue publicitario superior a las otras tres candidaturas en conjunto. La coalici¨®n de la derecha ha sido derrotada en las dos ocasiones anteriores en que hubo segunda vuelta por su falta de capacidad para atraer nuevos votantes.
Los pron¨®sticos para la elecci¨®n parlamentaria coinciden en que se mantendr¨¢ la distribuci¨®n de fuerzas. El padr¨®n electoral ha envejecido y se mantiene casi sin cambios desde la dictadura. Cerca de un tercio de la poblaci¨®n en edad de votar, la mayor¨ªa j¨®venes, no est¨¢ inscrita para ejercer este derecho.
La novedad podr¨ªa ser el reingreso de los comunistas en el parlamento, poniendo fin a la exclusi¨®n de hecho que han sufrido desde el reinicio de la democracia. El pacto que encabezan se presenta unido con la Concertaci¨®n en los distritos donde tienen mayores posibilidades de romper con el sistema electoral binominal.
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