La acera como sala de conciertos
El m¨²sico Nacho Mastretta ha decidido tocar en las calles del centro ante las complicaciones para actuar en directo - Ha llegado a ganar 60 euros en un d¨ªa
Algunas tardes suena un clarinete en la calle m¨¢s moderna y cool del centro de Madrid. Una m¨²sica a ratos alegre, a ratos melanc¨®lica y, a veces, con aire de pasodoble espa?ol. Una tarde cualquiera (el jueves pasado, por ejemplo) se deja o¨ªr durante un rato. Son las siete y a la gente que camina mirando los escaparates por la peatonal calle de Fuencarral ya se les ha puesto cara de Rey Mago. Un tipo de sombrero, barba y abrigo toca el clarinete en una esquina, frente al mercado de ropa.
No es otro que Nacho Mastretta, multiinstrumentista de 45 a?os, nueve discos, varias bandas sonoras (como la de la pel¨ªcula Looking for Fidel, de Oliver Stone) y, sobre todo, uno de los m¨¢s reconocidos m¨²sicos de nuestro pa¨ªs. Desde hace un mes y medio, y por culpa de la crisis -o gracias a ella-, Mastretta sale algunas tardes a las calles de Madrid a tocar. Lo hace por amor al arte, pero en el suelo hay un peque?o cuenco de mimbre en el que caen algunas monedas. "Ensayo de seis a ocho horas todos los d¨ªas en mi casa. Una tarde pens¨¦ que, en lugar de estar all¨ª s¨®lo, mejor bajaba a la calle a tocar. Y adem¨¢s as¨ª me saco unos euros para la compra del d¨ªa siguiente".
Ha tocado con Julieta Venegas, Alaska y Josele Santiago
Aunque no est¨¢ arruinado, reconoce, que el dinero le viene bien
No es una estudiada acci¨®n de marketing ni una campa?a promocional de ning¨²n disco. Es algo natural y sincero. "No puedo esperar a que me llamen para tocar. Actuar en directo se ha puesto muy complicado. Este a?o, por ejemplo, s¨®lo hemos hecho ocho o nueve conciertos. Y yo tengo la necesidad de tocar ante la gente", asegura Mastretta mientras guarda el clarinete en su funda. "Adem¨¢s, en esta esquina hay una ac¨²stica perfecta", apunta. "Por los edificios".
Cuando termina, tambi¨¦n recoge el atril en forma de peque?o expositor donde suele poner un cartel con su nombre y su ¨²ltimo disco: ?Vivan los m¨²sicos! Grabado en 2008, el ¨¢lbum es una aventura de m¨²sica colectiva elaborada por 10 m¨²sicos-maestros "en busca de las fuentes de la m¨²sica popular". Una definici¨®n que puede sonar gen¨¦rica, pero que en la pr¨¢ctica se transforma en un discazo.
Esta tarde de jueves ha tocado 30 minutos, pero hay d¨ªas que se queda una o dos horas. La plaza de Callao, la calle de Preciados, Arenal, el Retiro... El artista suele cambiar de sitio y hay veces que ha llegado a sacar hasta 60 euros por la actuaci¨®n improvisada. Aunque no lo hace todos los d¨ªas. "S¨®lo cuando me apetece", dice. "No quiero quitar el sitio a otros m¨²sicos callejeros que hacen su trabajo".
Porque, que conste en acta, Mastretta no est¨¢ arruinado. "Aunque el dinero viene bien", admite. "Los m¨²sicos vocacionales e instrumentistas estamos acostumbrados a no nadar en la abundancia", explica. Tampoco es una protesta ni una llamada de atenci¨®n sobre nada. "Se trata de llevar la m¨²sica a la calle. Volver a poner los pies en la tierra y tener una experiencia musical completa. En la m¨²sica faltan muchos momentos reales. Aut¨¦nticos. Ni ensayando en casa, ni grabando un disco se consigue algo tan puro y aut¨¦ntico como tocar en directo", cuenta.
Ya en su casa, a dos zancadas de la calle de Fuencarral, Nacho, rodeado de discos y de un piano, asegura que no le da verg¨¹enza ni pudor tocar en la calle. "Es como un concierto en directo sobre un escenario: lo que da verg¨¹enza es equivocarse de nota".
La escena suele pasar desapercibida a la mayor¨ªa de los viandantes, que desconocen que Mastretta es unos de los grandes de la m¨²sica espa?ola. Artistas como Julieta Venegas, Ana Bel¨¦n, Alaska y Josele Santiago han requerido sus servicios y su disco de 1998 Melod¨ªas de Rayos X fue elegido por EL PA?S como Mejor ¨¢lbum electr¨®nico espa?ol de la d¨¦cada de los noventa.
Aunque hay algunos paseantes que s¨ª lo reconocen. "Ha habido gente que se ha parado y me ha dicho: 'Sab¨ªa que eras t¨² desde el principio de la calle, cuando o¨ªa el clarinete", recuerda. Incluso compa?eros de profesi¨®n que, tras la sorpresa, se apuntan a tocar con ¨¦l.
Tambi¨¦n ha tenido alg¨²n encuentro con la polic¨ªa. "Cuando pasan por aqu¨ª, se me baja la inspiraci¨®n musical", bromea. "Alguna vez me han pedido, muy amablemente, que deje de tocar porque alg¨²n vecino se han quejado, pero nunca he tenido problemas con ellos. Lo que s¨ª est¨¢ prohibido es tocar con percusi¨®n y la venta ambulante, as¨ª que nunca pongo el precio del disco a la vista", dice con cara de m¨²sico que empieza a conocerse los trucos de la calle. "Ahora bien, si alguien me lo quiere comprar, yo encantado", concluye.
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